viernes, 30 de septiembre de 2016

El Reino de León entre Portugal y Castilla (1)

LA REPOBLACIÓN DE CIUDAD RODRIGO

Ciudad Rodrigo.
José I. Martín Benito

 Tras la muerte de Alfonso VII, el Emperador, los reinos de León y Castilla volverían a separarse. A Fernando le tocó León, mientras que a Castilla fue a parar a las sienes de Sancho y, tras la temprana muerte de este, a su hijo Alfonso.
Hacia el sur, el reino leonés se veía comprimido entre los castellanos al este y los portugueses al oeste. La calzada de la Guinea había quedado cortada para las penetraciones salmantinas hacia el valle del Tajo, en tanto que Portugal no escondía sus intereses de expansión en la Transierra y en el entorno de Badajoz, como se comprobaría más tarde. Por otro lado, el fortalecimiento de la España musulmana, tras el desembarco almohade de 1146, constituía una amenaza sobre la frontera del Tajo. Para León era preciso afirmar las fronteras occidentales con Portugal y, al mismo tiempo, contar con un núcleo fuerte en la retaguardia de Coria. Por otro lado, no debe olvidarse tampoco que por estas fechas, Fernando II está llevando a cabo la organización de determinadas pueblas y otorgando fueros a poblaciones del interior del reino, caso de Benavente en 1164 y 1167. La población de Benavente es probable que responda al deseo del monarca de fortalecer la otra frontera, la castellana, dada su proximidad a la misma. En este sentido, el propósito del rey, al reorganizar algunas de estas pueblas, debía pasar también -en opinión de R. González Rodríguez- por crear una infraestructura militar con base en concejos fuertes que controlaran el territorio[1].

Ledesma.

            Este es el contexto en el que tiene lugar la repoblación de Ciudad Rodrigo (1161) por Fernando II, cuatro años después de acceder al trono de León. El mismo año que el monarca instituyó la Diócesis de Ciudad Rodrigo, concedió términos a Ledesma, aldea situada hasta entonces en el alfoz salmantino[2]. Parece que uno de los objetivos del monarca era el control de las vías de comunicación occidentales, esto es, la Colimbriana y la Dalmacia (cortada como estaba por Castilla la calzada de la Guinea), para, desde aquí, vertebrar unos ejes de colonización de los espacios rurales[3]. La repoblación de ambos territorios fue un hecho destacado, hasta el punto que sus contemporáneos lo recogieron en la data de algunos documentos: “anno quo populata est Ledesma et Civitas Rodrigo[4]. Pronto debió comenzar a organizarse la vida del nuevo concejo. En 1165 tenemos las primeras noticias documentadas de alcaldes en Ciudad Rodrigo[5]. Por su parte, el rey procedió al reparto de tierras entre algunos notables y procuró el establecimiento de órdenes religiosas. Así, en 1169 donó a Humberto, camerarius Hispaniae de los cluniacenses, la iglesia de Santa Águeda, en Ciudad Rodrigo, junto con la aldea de sancti Felicis (Sahelices el Chico)[6]. Poco tiempo después se establecieron los premonstratenses y a partir de 1180 los agustinos de la Santa Cruz, en el valle de Corte de Ángeles[7]. También las órdenes militares comenzaron a participar en la explotación del territorio. Su presencia, en un primer momento, se debe a donaciones de particulares. En 1165 Gonzalo Alvazil dio a la orden de San Juan una heredad en Ciudad Rodrigo[8].
Catedral de Ciudad Rodrigo.
Unos años después, en 1174, los hospitalarios recibieron de Fernando Rodríguez y de su hijo Pedro Fernández cuantas heredades tenían en Ciudad Rodrigo y en Valdespino; en la carta de donación, el prior del Hospital Pedro de las Heras, se comprometía a repartir el trabajo y el fruto a partes iguales. La explotación económica de dichas heredades tenía claramente una vocación pecuaria, pues el prior declaraba: “et metimos per medio inter nos et vos per popular istas hereditates enna cabaña de Civitate quingentas ovelas[9]. Por su parte, la orden de Santiago, poseía la mitad de los votos de Santiago desde 1171, junto con las heredades que en 1187 el comendador Juan Pérez compró a Fernando y Elvira Fernández, hijos de Fernando Rodríguez de Benavente, y las que Pedro Captivo dio a los santiaguistas en 1188[10].

            La puebla de la ciudad se agrupaba en torno a las parroquias, que Sánchez Cabañas cifra en treinta[11]. Documentalmente tenemos noticia de la de Santa Águeda[12], San Pedro, Santiago, San Juan, San Vicente, San Benito[13] y San Miguel[14]

(Continuará)

[1] R. GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, “Orígenes y formación de una villa de Repoblación. Benavente durante los reinos de Fernando II y Alfonso IX”. Studia Historica, Historia medieval, 15, 1997, pp. 105-138. Sobre la concesión del fuero y la organización de la puebla de estas villas del interior del reino puede verse P. MARTÍNEZ SOPENA, La Tierra de Campos occidental. Poblamiento, poder y comunidad del siglo X al XIII, Valladolid 1985, pp. 142-147.

En la repoblación de Benavente debe tenerse también en cuenta la cercanía de Portugal. No debe olvidarse que Afonso Henriques ejercía el dominio en buena parte de la comarca de Aliste. Precisamente esta puede ser una de las razones por las que en 1181 Fernando II amplió el alfoz de Benavente hacia el oeste, dándole la jurisdicción de Vidriales, Tera y Carballeda y el castillo de Mira (situado éste probablemente en Peña Mira, en al Sierra de la Culebra, dominando la Tiera de Aliste y las cercanas tierras transmontanas). P. MARTÍNEZ.SOPENA, V. AGUADO SEISDEDOS y R. GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, Privilegios reales de la villa de Benavente (siglos XII-XIV). Salamanca 1996, pp. 20-23. El dominio de Afonso Henriques sobre la Tierra de Aliste se constata en varias donaciones regias. Así, antes de 1135 el monarca portugués había entregado la villa de Mayde al monasterio de San Martín de Castañeda. M. FERNÁNDEZ DE PRADA, El Real monasterio de San Martín de Castañeda, Madrid 1998, pp. 165-167. Sin embargo, ya en 1167 Mahíde era leonesa, pues Fernando II la dio a la abadía reconociendo la donación portuguesa “dederat vobis dominus A. rex Portugallensis”. J. GONZÁLEZ, Regesta..., pág. 393, citando a HERCULANO, Historia de Portugal, I, pág. 533; El monarca portugués habría renunciado a Aliste después de la conferencia de Celanova de 1160, HERCULANO, pp. 680-681, lo que explicaría que Fernando II dispusiera de Mahíde. En 1135, Afonso Henriques dona las Figueruelas “in terra de Alisti, territorio Bracarense” a Rodrigo Menéndez I. ALFONSO ANTÓN, La colonización cisterciense en la meseta del Duero. El dominio de Moreruela (siglos XII-XIV). Salamanca 1986, Apéndice documental, doc. 3; en 1169 el monarca portugués daba a la iglesia de San Salvador de Zamora y a su obispo Esteban una heredad en Manzanal, junto al Esla. J. C. de LERA MAÍLLO, Catálogo de los documentos medievales de la catedral de Zamora, Zamora 1199, doc. 86. No parece, sin embargo, que tras Celanova hubiera una retirada portuguesa de Aliste. El control de la comarca alistana enfrentó en varios conflictos a leoneses y portugueses, que terminaron con el dominio leonés hacia finales del siglo XII. A finales de este siglo o principios del XIII, don Nuño de Zamora repuebla la villa, hasta entonces portuguesa, de Castro de Alcañices (Castro de Latronis). I. MARTÍN VISO, “Asentamientos templarios en una frontera periférica. Aliste y Tras-os-Montes oriental (siglos XII-XIII)”. El Tratado de Alcañices. Ponencias y comunicaciones de las Jornadas conmemorativas del VII Centenario del Tratado de Alcañices (1297-1997). Zamora 1999, pág. 185 y nota 1.

[2]Populavit siquidem in Extrematura Civitatem Rodericie, et Letesmam”. LUCAS DE TUY, “Chronicon Mundi”, en  Crónica de España. Ed. de J. Puyol, Madrid, 1926, pág. 403. Sobre la organización de los concejos de repoblación vide J. Mª MONSALVO ANTÓN, “La organización concejil en Salamanca, ledesma y Alba de Tormes (siglo XII-mediados del siglo XIII)”. Actas I Congreso Historia de Salamanca. Tomo I. Salamanca 1992, pp. 365-395.

[3] L. M. VILLAR GARCÍA, La Extremadura castellano-leonesa. Guerreros, clérigos y campesinos (711-1252). Valladolid, 1986, pág. 263.

[4] Archivo Catedral de Zamora. Tumbo Negro, fol. 7 r-v. Ver Carta de población que el obispo Esteban de Zamora dio a los pobladores de Moraleja de Sayago, en J. RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ, Los fueros locales de la provincia de Zamora, Salamanca 1990, pág. 287.

[5] Eran seis alcaldes y doce jurados puestos por Fernando II, J. GONZÁLEZ “Repoblación de la Extremadura leonesa”, Hispania XI, Madrid 1943, pág. 227. Posteriormente, se llegó a un acuerdo por el que se estableció que fueran seis alcaldes laicos y otros seis alcaldes clérigos los que, conjuntamente, gobernaran la ciudad. A. SÁNCHEZ CABAÑAS, Historia de la muy noble y muy leal ciudad de Ciudad Rodrigo. Ed. Verdi. Ciudad Rodrigo 1861, pp. 50-55; el mismo S. CABAÑAS hace referencia en su Historia civitatense, pp. 184-185, aunque yerra a asignar el documento hacia 1190, en el supuesto episcopado de un Leonardo I sucesor de Pedro da Ponte, obispo inexistente, pues, en verdad, debía tratarse de una copia hecha entre 1252-1259 durante el pontificado de Leonardo. El documento del llamado “fuero de los clérigos” debe fecharse en el reinado de Fernando II, en un momento posterior al fuero de Ciudad Rodrigo, al que en alguna ocasión hace referencia, pero que no se ha conservado. Sobre este véanse las pp. 100-103 del trabajo de J. L. MARTÍN, “Los fueros: normas de convivencia y trabajo. Historia de Salamanca, II. Edad Media. Salamanca, 1997.
Respecto a los alcaldes que se citan hacia 1165 estos eran: “ Michael Petri; Pasqual Dominico; Vincentius Petri; don Gil Gonçalvo Descobia; Dominico Sanctio Cabeçudo; Petro Gonçalez de Peita Solis; et omnis isti erant alcaldes tunc in Civitate”. Todos ellos aparecen en el documento por el que Gonzalo Alvazil dona a la orden de San Juan la heredad que había recibido de Fernando II en Ciudad Rodrigo. C. AYALA MARTÍNEZ, Libro de privilegios de la Orden de San Juan de Jerusalén en Castilla y León (siglos XII al XV), doc. 94. Gonzalo Alvazil, caballero de Coria, había servido a Alfonso VIII en sus campañas militares “tam in terra christianorum quam in terra maurorum”, por lo que el emperador le concedió en 1155 Villafandin, entre Medina y Villamanrique, en el valle del Tajo, véase J. L. MARTÍN, Orígenes de la orden militar de Santiago..., doc. 27. Su viuda Orabuena mantuvo divergencias con los santiaguistas por la proximidad de esta aldea con el lugar de “Cova”, que cesaron con la concordia firmada en 1185, Op. cit., pp. 108-109). En los primeros años del reinado de Fernando II, Gonzalo Alvazil participó en los repartos de tierra en el entorno de Ciudad Rodrigo, pues recibió por presura la heredad que donaba en 1165 a los hospitalarios. Por entonces debió recibir también la del Prado de la Torre, entre el río Cortes y el Caldelas, que, junto a su mujer Orabona, dió desde Coria a los premonstratenses el 21 de abril de 1171, F. FITA, “Los premonstratenses en Ciudad Rodrigo. Datos inéditos”, BRAH LXII, 1913, pp. 472-473, citando el libro Becerro de la Caridad del Archivo Diocesano de Ciudad Rodrigo.

[6]La donación, el 28 de marzo en Lugo, la recoge A. SÁNCHEZ CABAÑAS, Historia civitatense, edición de Á. Barrios García e I. Martín Viso, Salamanca 2001, pág. 168-169 y de uno de los manuscritos de aquel lo toma F. FITA, “Los cluniacenses en Ciudad Rodrigo”, 1913, B.A.R.H, LXII , pp. 355-357. En 1185 Fernando II, con su hijo Alfonso y el concejo de Ciudad Rodrigo, daban un nuevo privilegio al monasterio de San Felices, por el cual los vasallos del monasterio quedaban libres de “pecto, petito, fossato, fossataria, de fisco regio, de onmi foro et faciendaria”. J. GONZÁLEZ, Op. cit, doc. 54.

[7] Los premonstratenses se establecieron primeramente en Las Canteras, donde permanecieron hasta 1171, fecha en la que Gonzalo Alvazil les dio la heredad del Prado de la Torre, como se ha citado en nota anterior. Véase también A. SÁNCHEZ CABAÑAS, Historia civitatense, pp. 172-173. Se ocupa también, y exhaustivamente de todo ello, J. J. SÁNCHEZ-ORO ROSA, Orígenes de la Iglesia en la diócesis de Ciudad Rodrigo. Episcopado, monasterios y órdenes militares (1161-1264), Salamanca 1997, pp. 158 a 181.
                El topónimo Ágata, tanto en la iglesia, como en el río, así como en la Sierra donde éste nace, sugiere que Ciudad Rodrigo fuera, tal vez, la ciudad de Ágata, citada en la crónica de Alfonso III: Alfonso I “cum fratre Froilani multa adversus sarracenos prelia gessit atque plurimas civitates ab eis olim opresas cepit, id est,Lucum, Tudem, Portucalem, Bracaram metropolitanam, Viseo, Favias, Agata, Letesma, Salamantica, Zamora...”. Crónicas asturianas, edición de J. Gil Fernández, et alii, Oviedo 1985, p. 133. Véase, a este respecto, Á. BARRIOS GARCÍA, “Los orígenes de la diócesis de Ciudad Rodrigo”.  Actas del Congreso de la Historia de la Iglesia de Ciudad Rodrigo (16-19 de nvoiembre de 2000). Zamora, 2002.

[8] C. AYALA MARTÍNEZ, Op. cit. doc. 94.

[9] C. AYALA MARTÍNEZ, Op. cit. doc. 117.                                                            

[10]J. L. MARTÍN, Orígenes de la orden militar de Santiago, docs. 42, 230 y 249. Se trata, probablemente, de Fernando Rodríguez de Castro, el Castellano, y su hijo Pedro Fernández, que tuvieron altos cargos en la corte leonesa, entre ellos varias tenencias. M. TORRES SEVILLA, Linajes nobiliarios de León y Castilla. (siglos IX-XIII). Salamanca 1999, pp. 90-93. Así lo cree J. J. SÁNCHEZ-ORO ROSA, Los orígenes de la iglesia en la diócesis de Ciudad Rodrigo. Episcopado, monasterios y órdenes militares (1161-1264). Salamanca, pp. 130-131. Sorprende, sin embargo, que la donación lleve fecha de 1174, el mismo año que el Castellano combatía contra León y se presentaba ante los muros de Ciudad Rodrigo acompañando a un ejército almohade. Fernando Rodríguez de Benavente o de Malgrat, fue otro destacado noble del reino, desempeñando entre otros oficios, el de tenente de Benavente (1163), Grajal (1178-1180) y León (1177). J. GONZÁLEZ, Regesta de Fernando II, pp. 187-190. Pedro Captivo era mandante en Tiedra en 1175- 1176 y en 1184 tenía la tenencia de la mitad de Toro. C. AYALA, Libro de privilegios de la orden de San Juan..., docs. 122-125, 133 y 147. En 1181, 1186 y 1187 lo vemos formando parte de la curia regia. J. L. MARTÍN, Orígenes de la orden militar de Santiago..., docs. 122, 132, 198, 202, 230.

[11] A. SÁNCHEZ CABAÑAS, Historia civitatense, pág. 157.

[12] J. GONZÁLEZ, Op. cit, doc. 54

[13] Sus titulares aparecen confirmando el fuero establecido entre el concejo y el cabildo de clérigos de Ciudad Rodrigo. A. SÁNCHEZ CABAÑAS, Historia de la muy noble y muy leal ciudad de Ciudad Rodrigo. Ed. Verdi. Ciudad Rodrigo 1861, pág. 53.

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