Ciudad Rodrigo. |
José I. Martín Benito
Tras la muerte de Alfonso VII, el Emperador, los reinos de León y Castilla volverían a separarse. A Fernando le tocó León, mientras que a Castilla fue a parar a las sienes de Sancho y, tras la temprana muerte de este, a su hijo Alfonso.
Tras la muerte de Alfonso VII, el Emperador, los reinos de León y Castilla volverían a separarse. A Fernando le tocó León, mientras que a Castilla fue a parar a las sienes de Sancho y, tras la temprana muerte de este, a su hijo Alfonso.
Hacia el sur, el reino leonés se
veía comprimido entre los castellanos al este y los portugueses al oeste. La
calzada de la Guinea había quedado cortada para las penetraciones salmantinas
hacia el valle del Tajo, en tanto que Portugal no escondía sus intereses de
expansión en la Transierra y en el entorno de Badajoz, como se comprobaría más
tarde. Por otro lado, el fortalecimiento de la España musulmana, tras el
desembarco almohade de 1146, constituía una amenaza sobre la frontera del Tajo.
Para León era preciso afirmar las fronteras occidentales con Portugal y, al mismo
tiempo, contar con un núcleo fuerte en la retaguardia de Coria. Por otro lado,
no debe olvidarse tampoco que por estas fechas, Fernando II está llevando a
cabo la organización de determinadas pueblas y otorgando fueros a poblaciones
del interior del reino, caso de Benavente en 1164 y 1167. La población de
Benavente es probable que responda al deseo del monarca de fortalecer la otra
frontera, la castellana, dada su proximidad a la misma. En este sentido, el
propósito del rey, al reorganizar algunas de estas pueblas, debía pasar también
-en opinión de R. González Rodríguez- por crear una infraestructura militar con
base en concejos fuertes que controlaran el territorio[1].
Ledesma. |
Este
es el contexto en el que tiene lugar la repoblación de Ciudad Rodrigo (1161) por
Fernando II, cuatro años después de acceder al trono de León. El mismo año que el monarca instituyó la Diócesis de Ciudad Rodrigo, concedió términos a Ledesma, aldea situada hasta
entonces en el alfoz salmantino[2].
Parece que uno de los objetivos del monarca era el control de las vías de
comunicación occidentales, esto es, la Colimbriana y la Dalmacia (cortada como
estaba por Castilla la calzada de la Guinea), para, desde aquí, vertebrar unos
ejes de colonización de los espacios rurales[3]. La
repoblación de ambos territorios fue un hecho destacado, hasta el punto que sus
contemporáneos lo recogieron en la data de algunos documentos: “anno quo
populata est Ledesma et Civitas Rodrigo”[4].
Pronto debió comenzar a organizarse la vida del nuevo concejo. En 1165 tenemos
las primeras noticias documentadas de alcaldes en Ciudad Rodrigo[5]. Por
su parte, el rey procedió al reparto de tierras entre algunos notables y
procuró el establecimiento de órdenes religiosas. Así, en 1169 donó a Humberto,
camerarius Hispaniae de los cluniacenses, la iglesia de Santa Águeda, en
Ciudad Rodrigo, junto con la aldea de sancti Felicis (Sahelices el
Chico)[6]. Poco
tiempo después se establecieron los premonstratenses y a partir de 1180 los
agustinos de la Santa Cruz, en el valle de Corte de Ángeles[7].
También las órdenes militares comenzaron a participar en la explotación del
territorio. Su presencia, en un primer momento, se debe a donaciones de
particulares. En 1165 Gonzalo Alvazil dio a la orden de San Juan una heredad en
Ciudad Rodrigo[8].
Catedral de Ciudad Rodrigo. |
Unos años
después, en 1174, los hospitalarios recibieron de Fernando Rodríguez y de su
hijo Pedro Fernández cuantas heredades tenían en Ciudad Rodrigo y en
Valdespino; en la carta de donación, el prior del Hospital Pedro de las Heras,
se comprometía a repartir el trabajo y el fruto a partes iguales. La
explotación económica de dichas heredades tenía claramente una vocación
pecuaria, pues el prior declaraba: “et metimos per medio inter nos et vos
per popular istas hereditates enna cabaña de Civitate quingentas ovelas”[9]. Por
su parte, la orden de Santiago, poseía la mitad de los votos de Santiago desde
1171, junto con las heredades que en 1187 el comendador Juan Pérez compró a
Fernando y Elvira Fernández, hijos de Fernando Rodríguez de Benavente, y las
que Pedro Captivo dio a los santiaguistas en 1188[10].
La
puebla de la ciudad se agrupaba en torno a las parroquias, que Sánchez Cabañas
cifra en treinta[11]. Documentalmente tenemos
noticia de la de Santa Águeda[12], San
Pedro, Santiago, San Juan, San Vicente, San Benito[13] y
San Miguel[14].
(Continuará)
[1] R.
GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, “Orígenes y formación de una villa de Repoblación.
Benavente durante los reinos de Fernando II y Alfonso IX”. Studia Historica,
Historia medieval, 15, 1997, pp. 105-138. Sobre la concesión del fuero y la
organización de la puebla de estas villas del interior del reino puede verse P.
MARTÍNEZ SOPENA, La Tierra de Campos occidental. Poblamiento, poder y
comunidad del siglo X al XIII, Valladolid 1985, pp. 142-147.
En la
repoblación de Benavente debe tenerse también en cuenta la cercanía de
Portugal. No debe olvidarse que Afonso Henriques ejercía el dominio en buena
parte de la comarca de Aliste. Precisamente esta puede ser una de las razones
por las que en 1181 Fernando II amplió el alfoz de Benavente hacia el oeste,
dándole la jurisdicción de Vidriales, Tera y Carballeda y el castillo de Mira
(situado éste probablemente en Peña Mira, en al Sierra de la Culebra, dominando
la Tiera de Aliste y las cercanas tierras transmontanas). P. MARTÍNEZ.SOPENA,
V. AGUADO SEISDEDOS y R. GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, Privilegios reales de la villa
de Benavente (siglos XII-XIV). Salamanca 1996, pp. 20-23. El dominio de
Afonso Henriques sobre la Tierra de Aliste se constata en varias donaciones
regias. Así, antes de 1135 el monarca portugués había entregado la villa de Mayde
al monasterio de San Martín de Castañeda. M. FERNÁNDEZ DE PRADA, El Real
monasterio de San Martín de Castañeda, Madrid 1998, pp. 165-167. Sin
embargo, ya en 1167 Mahíde era leonesa, pues Fernando II la dio a la abadía
reconociendo la donación portuguesa “dederat vobis dominus A. rex
Portugallensis”. J. GONZÁLEZ, Regesta..., pág. 393, citando a HERCULANO,
Historia de Portugal, I, pág. 533; El monarca portugués habría
renunciado a Aliste después de la conferencia de Celanova de 1160, HERCULANO,
pp. 680-681, lo que explicaría que Fernando II dispusiera de Mahíde. En 1135,
Afonso Henriques dona las Figueruelas “in terra de Alisti, territorio
Bracarense” a Rodrigo Menéndez I. ALFONSO ANTÓN, La colonización
cisterciense en la meseta del Duero. El dominio de Moreruela (siglos XII-XIV).
Salamanca 1986, Apéndice documental, doc. 3; en 1169 el monarca portugués daba
a la iglesia de San Salvador de Zamora y a su obispo Esteban una heredad en
Manzanal, junto al Esla. J. C. de LERA MAÍLLO, Catálogo de los documentos
medievales de la catedral de Zamora, Zamora 1199, doc. 86. No parece, sin
embargo, que tras Celanova hubiera una retirada portuguesa de Aliste. El
control de la comarca alistana enfrentó en varios conflictos a leoneses y
portugueses, que terminaron con el dominio leonés hacia finales del siglo XII.
A finales de este siglo o principios del XIII, don Nuño de Zamora repuebla la
villa, hasta entonces portuguesa, de Castro de Alcañices (Castro de Latronis).
I. MARTÍN VISO, “Asentamientos templarios en una frontera periférica. Aliste y
Tras-os-Montes oriental (siglos XII-XIII)”. El Tratado de Alcañices.
Ponencias y comunicaciones de las Jornadas conmemorativas del VII Centenario
del Tratado de Alcañices (1297-1997). Zamora 1999, pág. 185 y nota 1.
[2] “Populavit
siquidem in Extrematura Civitatem Rodericie, et Letesmam”. LUCAS DE TUY, “Chronicon Mundi”, en Crónica de España. Ed. de J. Puyol,
Madrid, 1926, pág. 403. Sobre la organización de los concejos de repoblación
vide J. Mª MONSALVO ANTÓN, “La organización concejil en Salamanca, ledesma y
Alba de Tormes (siglo XII-mediados del siglo XIII)”. Actas I Congreso Historia
de Salamanca. Tomo I. Salamanca 1992, pp. 365-395.
[3] L. M.
VILLAR GARCÍA, La Extremadura castellano-leonesa. Guerreros, clérigos y
campesinos (711-1252). Valladolid, 1986, pág. 263.
[4]
Archivo Catedral de Zamora. Tumbo Negro, fol. 7 r-v. Ver Carta de población
que el obispo Esteban de Zamora dio a los pobladores de Moraleja de Sayago,
en J. RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ, Los fueros locales de la provincia de Zamora,
Salamanca 1990, pág. 287.
[5] Eran seis alcaldes y doce
jurados puestos por Fernando II, J. GONZÁLEZ “Repoblación de la Extremadura
leonesa”, Hispania XI, Madrid 1943, pág. 227. Posteriormente, se llegó a
un acuerdo por el que se estableció que fueran seis alcaldes laicos y otros
seis alcaldes clérigos los que, conjuntamente, gobernaran la ciudad. A. SÁNCHEZ
CABAÑAS, Historia de la muy noble y muy leal ciudad de Ciudad Rodrigo.
Ed. Verdi. Ciudad Rodrigo 1861, pp. 50-55; el mismo S. CABAÑAS hace referencia
en su Historia civitatense, pp. 184-185, aunque yerra a asignar el
documento hacia 1190, en el supuesto episcopado de un Leonardo I sucesor de
Pedro da Ponte, obispo inexistente, pues, en verdad, debía tratarse de una
copia hecha entre 1252-1259 durante el pontificado de Leonardo. El documento
del llamado “fuero de los clérigos” debe fecharse en el reinado de Fernando II,
en un momento posterior al fuero de Ciudad Rodrigo, al que en alguna ocasión
hace referencia, pero que no se ha conservado. Sobre este véanse las pp.
100-103 del trabajo de J. L. MARTÍN, “Los fueros: normas de convivencia y
trabajo. Historia de Salamanca, II. Edad Media. Salamanca, 1997.
Respecto a los alcaldes que
se citan hacia 1165 estos eran: “ Michael Petri; Pasqual Dominico;
Vincentius Petri; don Gil Gonçalvo Descobia; Dominico Sanctio Cabeçudo; Petro
Gonçalez de Peita Solis; et omnis isti erant alcaldes tunc in Civitate”.
Todos ellos aparecen en el documento por el que Gonzalo Alvazil dona a la orden
de San Juan la heredad que había recibido de Fernando II en Ciudad Rodrigo. C.
AYALA MARTÍNEZ, Libro de privilegios de la Orden de San Juan de Jerusalén en
Castilla y León (siglos XII al XV), doc. 94. Gonzalo Alvazil, caballero
de Coria, había servido a Alfonso VIII en sus campañas militares “tam in
terra christianorum quam in terra maurorum”, por lo que el emperador le
concedió en 1155 Villafandin, entre Medina y Villamanrique, en el valle
del Tajo, véase J. L. MARTÍN, Orígenes de la orden militar de Santiago...,
doc. 27. Su viuda Orabuena mantuvo divergencias con los santiaguistas por la
proximidad de esta aldea con el lugar de “Cova”, que cesaron con la concordia
firmada en 1185, Op. cit., pp. 108-109). En los primeros
años del reinado de Fernando II, Gonzalo Alvazil participó en los repartos de
tierra en el entorno de Ciudad Rodrigo, pues recibió por presura la heredad que
donaba en 1165 a los hospitalarios. Por entonces debió recibir también la del Prado
de la Torre, entre el río Cortes y el Caldelas, que, junto a su
mujer Orabona, dió desde Coria a los premonstratenses el 21 de abril de 1171,
F. FITA, “Los premonstratenses en Ciudad Rodrigo. Datos inéditos”, BRAH
LXII, 1913, pp. 472-473, citando el libro Becerro de la Caridad del
Archivo Diocesano de Ciudad Rodrigo.
[6]La donación, el 28 de marzo
en Lugo, la recoge A. SÁNCHEZ CABAÑAS, Historia civitatense, edición de
Á. Barrios García e I. Martín Viso, Salamanca 2001, pág. 168-169 y de uno de los
manuscritos de aquel lo toma F. FITA, “Los cluniacenses en Ciudad Rodrigo”,
1913, B.A.R.H, LXII , pp. 355-357. En 1185 Fernando II, con su hijo
Alfonso y el concejo de Ciudad Rodrigo, daban un nuevo privilegio al monasterio
de San Felices, por el cual los vasallos del monasterio quedaban libres de “pecto,
petito, fossato, fossataria, de fisco regio, de onmi foro et faciendaria”.
J. GONZÁLEZ, Op. cit, doc. 54.
[7] Los
premonstratenses se establecieron primeramente en Las Canteras, donde
permanecieron hasta 1171, fecha en la que Gonzalo Alvazil les dio la heredad
del Prado de la Torre, como se ha citado en nota anterior. Véase también A.
SÁNCHEZ CABAÑAS, Historia civitatense, pp. 172-173. Se ocupa también, y
exhaustivamente de todo ello, J. J. SÁNCHEZ-ORO ROSA, Orígenes
de la Iglesia en la diócesis de Ciudad Rodrigo. Episcopado, monasterios y
órdenes militares (1161-1264), Salamanca 1997, pp. 158 a 181.
El topónimo Ágata, tanto en la iglesia, como en el
río, así como en la Sierra donde éste nace, sugiere que Ciudad Rodrigo fuera,
tal vez, la ciudad de Ágata, citada en la crónica de Alfonso III: Alfonso I “cum
fratre Froilani multa adversus sarracenos prelia gessit atque plurimas
civitates ab eis olim opresas cepit, id est,Lucum, Tudem, Portucalem, Bracaram
metropolitanam, Viseo, Favias, Agata, Letesma, Salamantica, Zamora...”.
Crónicas asturianas, edición de J. Gil Fernández, et alii, Oviedo 1985,
p. 133. Véase, a este respecto, Á. BARRIOS GARCÍA, “Los orígenes de la diócesis
de Ciudad Rodrigo”. Actas del
Congreso de la Historia de la Iglesia de Ciudad Rodrigo (16-19 de nvoiembre de
2000). Zamora, 2002.
[8] C. AYALA MARTÍNEZ, Op.
cit. doc. 94.
[9] C.
AYALA MARTÍNEZ, Op. cit. doc. 117.
[10]J. L. MARTÍN, Orígenes de la
orden militar de Santiago, docs. 42, 230 y 249. Se trata, probablemente, de
Fernando Rodríguez de Castro, el Castellano, y su hijo Pedro Fernández,
que tuvieron altos cargos en la corte leonesa, entre ellos varias tenencias. M.
TORRES SEVILLA, Linajes nobiliarios de León y Castilla. (siglos IX-XIII).
Salamanca 1999, pp. 90-93. Así lo cree J. J. SÁNCHEZ-ORO ROSA, Los orígenes
de la iglesia en la diócesis de Ciudad Rodrigo. Episcopado, monasterios y
órdenes militares (1161-1264). Salamanca, pp. 130-131. Sorprende, sin
embargo, que la donación lleve fecha de 1174, el mismo año que el Castellano
combatía contra León y se presentaba ante los muros de Ciudad Rodrigo
acompañando a un ejército almohade. Fernando Rodríguez de Benavente o de
Malgrat, fue otro destacado noble del reino, desempeñando entre otros oficios,
el de tenente de Benavente (1163), Grajal (1178-1180) y León (1177). J.
GONZÁLEZ, Regesta de Fernando II, pp. 187-190. Pedro Captivo era
mandante en Tiedra en 1175- 1176 y en 1184 tenía la tenencia de la mitad de
Toro. C. AYALA, Libro de privilegios de la orden de San Juan..., docs.
122-125, 133 y 147. En 1181, 1186 y 1187 lo vemos formando parte de la curia
regia. J. L. MARTÍN, Orígenes de la orden militar de Santiago..., docs.
122, 132, 198, 202, 230.
[11] A. SÁNCHEZ CABAÑAS, Historia
civitatense, pág. 157.
[12] J. GONZÁLEZ, Op. cit,
doc. 54
[13] Sus
titulares aparecen confirmando el fuero establecido entre el concejo y el
cabildo de clérigos de Ciudad Rodrigo. A. SÁNCHEZ CABAÑAS, Historia de la
muy noble y muy leal ciudad de Ciudad Rodrigo. Ed. Verdi. Ciudad Rodrigo
1861, pág. 53.
[14] J. J. SÁNCHEZ-ORO ROSA, Op.
cit., pp. 77-78, si bien esta última, situada a las afueras de la ciudad,
en un principio, allá por 1182, carece de parroquianos.
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