viernes, 28 de septiembre de 2018

Oro y plata en Zamora (2)

BUSCADORES DE MINAS EN EL SIGLO XVI

José Ignacio Martín Benito


"La fiebre del oro"

Lubián (Zamora).
En un post anterior informábamos del descubrimiento en 1556 de una mina de oro y plata en la Sierra de Sospacio, de Lubián. El hallazgo había tenido lugar tras la fiebre del oro que se desató en España tras el descubrimiento de las minas de plata de Guadalcanal en Sierra Morena en 1555. Fue entonces cuando la gente se echó literalmente al monte, con la esperanza de encontrar alguna mina.


Buscadores de minas 


Entre los buscadores estaba Juan de Bustamante, que descubrió en 1556 la mina de Lubián. Este era vecino de Alcañices y debía dedicarse a este oficio de buscador, pues en la documentación se le denomina: “maestro y descubridor de minas”. 
Otro de los reputados buscadores de minas del Reino, que debió operar en tierras del obispado de Astorga, fue Antonio de Soto, al que la Corona dio permiso en 1558. Descocemos el ámbito de sus pesquisas, la licencia obtenida se hacía extensiva a los términos de dicho obispado, junto a los de Lugo y Oviedo, y se le daba “por la experiencia que tenéis de conocer minas de oro, plata y plomo y otros metales” [1].
Trabajos de minería. Georgius Agrícola, De re metallica (1556).

También los clérigos sacaban tiempo de sus labores pastorales para dedicarse a explorar el terreno en busca de minerales. Fue el caso de Juan Mateo, cura y vecino de Verdenosa (lugar cercano a Benavente), que, en compañía de Macías Cornejo, vecino de Sampil, exploró la Sierra de la Culebra en busca de metales. Sus pesquisas se vieron recompensadas y en 1556 registró dos minas de oro, plata y estaño en el término de La Puebla de Sanabria, una en Calabor y otra en Ungilde [2]. En el hallazgo había participado también Macías Cornejo, vecino de Sampil [3]. Tres años más tarde, tal vez el mismo Juan Mateo, esta vez clérigo de Villaferrueña, llevo sus pesquisas hasta el Bierzo, localizando una mina de oro y otra de azogue en Lago de Carucedo [4], en el entorno de Las Médulas, antigua explotación aurífera de época romana.

Las Médulas (El Bierzo). CC0 Creative Commons.

Próxima entrada: Los hallazgos en la Sierra de la Culebra: Calabor y Ungilde

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- Una mina de oro en Lubián (Zamora)
El oro del Águeda (1)
El oro del Águeda (2)


[1] ROJO VEGA, Anastasio: (2012): “Noticias sobre minas y tesoros en los Archivos españoles del siglo XVI”. Estudios del Patrimonio cultural, pág. 23.
[2] AHN, Osuna. Caja 489. Año 1556.
[3] ROJO VEGA, Anastasio: Op. cit. pág. 22.
[4] ROJO VEGA, Anastasio: Op. cit. pág. 23, citando un documento del AHPV, protocolos, leg. 141, fol. 105.


domingo, 23 de septiembre de 2018

El comercio del lino en el norte de Zamora

MERCADOS DE BENAVENTE, LA BAÑEZA Y LA PUEBLA DE SANABRIA

José I. Martín Benito

Espadando, cardando e hilando en Camargo (1906). Fotografía de Julio García de la Puente (1868-1957.

Producción y comercio

La producción no sólo se dedicaba al consumo familiar, sino también se dirigía a la venta, ya fuera lino en rama, en hilo o en lienzos. En Brime de Urz, el lino y otros artículos sobrantes se exportaban. El comercio de Ayóo de Vidriales se reducía a la venta del lino en el mercado de La Bañeza. En San Pedro de Ceque el lino se llevaba a los mercados de Mombuey y la Bañeza, donde se adquirían granos y otros artículos para el consumo. El lino, tanto en rama como en manufactura -hilado y lienzos- del partido de La Puebla de Sanabria, se vendía también en las ferias de Otero, Rionegro del Puente y Donadillo, así como en el propio mercado de la capital del partido en donde se vendía “algo de centeno, poco trigo, mucho lino, lienzo ordinario del país, y poco ganado mular”[1]. En la feria de La Puebla, que se celebraba todos los sábados de cada mes, se vendía toda gran cantidad de lienzos, que salían para Castilla, Andalucía y Extremadura[2].
Mercado de Benavente, 1928.

El mercado de Benavente 

Otro de los mercados de referencia fue el de Benavente, adonde acudían los comarcanos con sus lienzos, como lo hacían los vecinos del valle de Valverde, entre ellos los de Bercianos y Burganes. En Bercianos los hombres hilaban con huso de hierro de tres palmos y rueca muy grande, y tejían lienzos bastos que vendían en Benavente “a 2 ½ reales vara y cuando mas a 30 cuartos”[3]. También los lugareños del valle del Tera sembraban lino, hilaban y tejían lienzos ordinarios, que los llevaban a vender a la capital del partido; lo hacían, entre otros, los habitantes de Calzada de Tera, en donde “hombres y mujeres hilan en invierno, tegiendo los primeros lienzos muy ordinarios para su uso, y vender en los mercados de Benavente de donde retornan granos”; circunstancia esta que se advierte también en Calzadilla de Tera, donde “todos los hombres hilan y tejen lienzos ordinarios que venden en Benavente retornando granos; las mujeres se dedican durante el día en la labores del campo y por la noche en hilar”.

La producción de lino y el derivado de aceite de linaza de Abraveses de Tera, se llevaba a los mercados de Mombuey, Benavente y La Bañeza. En Camarzana había telares de lienzos y caseros y se vendía el lino, lo mismo que en Carracedo, en el valle de Vidriales, en donde “los hombres hilan á rueca, y tejen lienzo vasto para su consumo”. Pero no solo eran los mercados cercanos los que facilitaban el comercio del lino; este se exportaba también a puntos más lejanos, caso de Toledo. También en Cerezal de Sanabria, en Dornillas y en Faramontanos de la Sierra se exportaba lienzo para la tierra toledana[4]. El lino zamorano también se exportaba a Portugal[5].

Carballeda y Sanabria 

La Puebla de Sanabria.
En Carballeda y Sanabria la producción del lino sustentaba una industria textil, generalmente doméstica; en Cernadilla, donde varios vecinos eran arrieros y comerciaban con Galicia, se exportaba el lino hilado y tejido. A mediados del siglo XVIII casi todos los habitantes de Dornillas se dedicaban a tejer lienzos. De 26 vecinos, 20 eran tejedores[6]: Un siglo más tarde, aunque la población había disminuido y quedaban 14 vecinos y 54 almas, repartidos en 24 casas, se mantenía la actividad, pues había “20 telares de lienzos del país que llevan a Toledo y otros puntos”; esto es, prácticamente todos los habitantes de Dornillas seguían dedicándose al trabajo del lino[7].

La actividad de hilar y tejer lienzos debía suponer una fuente adicional de ingresos a los campesinos de los partidos de Sanabria y Benavente, al tiempo que abastecía a la población[8]. Poblaciones pequeñas contaban con un número considerable de telares. A mediados del siglo XIX Lanseros tenía 40 telares donde se hacían lienzos del país “y alguno de holanda”. La tradición textil le venía de la centuria anterior, cuando en tiempos de Ensenada 29 de los 56 vecinos del lugar eran tejedores[9]. En Cervantes, a mediados del siglo XVIII, de 49 vecinos 11 eran tejedores[10]; un siglo más tarde, aunque la población había disminuido a 22 vecinos, había 10 telares de lienzos ordinarios[11]. En Donadillo, parece que fue al contrario, pues en 1752 contaba con 55 vecinos, de los que 6 eran tejedores[12], mientras que en tiempos de Madoz había 20 vecinos y 20 telares de lienzos ordinarios; la producción se vendían en el mercado de Mombuey y en la feria de La Puebla de Sanabria. En Doney de la Requejada, que contaba con 16 vecinos, había 8 telares de lienzo ordinario a mediados del XIX[13].

La producción textil debió ser importante en determinados lugares, como fue el caso de Espadañedo, donde a mediados del siglo XVIII casi la mitad de los habitantes eran tejedores (35 de 74 vecinos)[14]; un siglo después, el lugar se había reducido a 36 vecinos, pero disponía de 30 telares, de ellos 6 de hilaza de holanda y los demás de lienzo ordinario.

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 Extraído de mi trabajo:

(2015). “En torno al filandón. Hilaturas, telares y veladas en el norte de Zamora (siglos XVIII-XX)”. Brigecio. Revista de Estudios de Benavente y sus Tierras, 24-25 [2014-2015]. 254 páginas. ISSN: 1697-5804, pp. 43-72.
 
 
[1] P. MADOZ: Op. cit., Tomo XVI, 1850, pág. 462.
[2] F. FULGOSIO: Crónica de la provincia de Zamora. Madrid 1869, pág. 12.
[3] P. MADOZ, Op. cit., pág. 54.
[4] P. MADOZ, Op. cit., pp. 71, 78 y 84.
[5] Entre 1907 y 1911 salieron por la frontera de Alcañices 53.120 kgs de lino en rama y rastrillado y 6.200 por la de Calabor. I. CALVO MADROÑO: Descripción geográfica, histórica y estadística de la provincia de Zamora. Madrid 1914, pág. 90.
[6] AGS. Respuestas Generales al Catastro de Ensenada. Dornillas, Leg. 655.
[7] P. MADOZ, Op. cit., pág. 78.
[8] J. A. ÁLVAREZ VÁZQUEZ: “Notas sobre comercio y precios de paños y lienzos en Zamora desde el siglo XVII al siglo XX”, Studia Historica. Historia Moderna III, 1990 pp. 39-60.
[9] AGS. Respuestas Generales al Catastro de Ensenada. Lanseros, Leg. 655.
[10] AGS. Respuestas Generales al Catastro de Ensenada. Cervantes, Leg. 655.
[11] P. MADOZ, Op. cit., pág. 71.
[12] AGS. Respuestas Generales al Catastro de Ensenada. Donadillo, Leg. 654.
[13] P. MADOZ, Op. cit., pág. 78.
[14] AGS. Respuestas Generales al Catastro de Ensenada. Espadañedo, Leg. 655. El grupo de tejedores era el mayoritario, seguido de los que se dedicaban a la arriería (27); había también tres sastres, un carpintero y un botero. Sin duda varios de ellos compatibilizaban el oficio con la labor del campo: “A los labradores que trabajan en su propia hacienda les consideran de utilidad dos reales y medio diarios”.

martes, 18 de septiembre de 2018

La industria del lino en Zamora

EL LINO EN BENAVENTE Y SANABRIA

José Ignacio Martín Benito


Manufacturas del lino en el norte de Zamora
La hilandera, fotografía de W. Eugene Smith, 1950

Junto con los cereales, la vid y la fruta, el del lino fue una de las producciones del Reino de León en el siglo XVIII. Su cultivo venía desde la antigüedad. De entre las variedades de Hispania, Plinio cita el lino zoélico, que se llevaba a Italia y era muy empleado en la confección de redes de caza[1].

El lino fue, junto con el centeno, uno de los principales cultivos en las tierras del oeste zamorano, particularmente en Sanabria y Carballeda. A mediados del siglo XVIII, las Respuestas Generales de Porto señalan que “las especies de frutos que se cogen en esta dicha villa y su término son zenteno, lino, hortaliza y la yerba de los prados de guadaña”[2]; esto se repite también en otros términos, como en Lubián, Cernadilla, Dornillas, Rosinos y Santiago de la Requejada, Mombuey, Espadañedo, Rionegro…. En la década de 1770, se producían en el territorio unos “linos admirables”. La producción linera se centraba sobre todo hacia el oeste del territorio zamorano. Así, mientras Benavente producía “algo de lino”, en tanto que Mombuey y Villardeciervos tenía “mucho lino” que, en el caso de esta última se señalaba como “de buena calidad” [3]. En el valle del Éria se sacaba agua del río para regar los linos de cada lugar; desde Morales a San Esteban de Nogales, la producción del lino recolectado debía alcanzar los 500.000 reales[4]

Partidos de Benavente y La Puebla de Sanabria 

A finales del siglo XVIII la manufactura del lino en el norte de Zamora se centraba principalmente en los partidos de Benavente y de La Puebla de Sanabria. La venta del lino se hacía tanto en hilo como en lienzo. Al menos en el partido de Sanabria todos los lienzos que se hacían eran caseros, pues no había fábrica. Tomás Corrales García, abad de la vicaría de la Orden de Santiago de Porto, informaba en 1798 a Tomás López que en de Porto, Barjacoba y Pías cogían lino “de que hace algún comercio en la extracción, después de beneficiado y texido en telas, de que podrán utilizarse los quatro pueblos cada un año, incluso su trabajo, dos y quinientos reales de vellón”[5].
Recolección de lino. Grabado de 1882.

Los naturales del país, los mismos que cultivaban e hilaban el lino, poseían telares domésticos, vendiendo los lienzos “a los que entretienen esta industria”[6]. En el partido benaventano se registraban 86 telares, que rendían 20.972 varas de lienzos y 12.100 de cintas, mientras que en Sanabria se contabilizaban 197 telares que tejían 9.000 varas. Conjuntamente suponían 283 telares, con una producción de lienzos de 99.902 varas. Entonces tanto Benavente como Sanabria se incluían en la provincia de Valladolid que, en su conjunto, tenía contabilizados 550 telares, que tejían 202.964 varas de lienzos. Ello significaba que casi la mitad de la producción de lienzos de lino de la provincia de Valladolid se concentraba entre los partidos de Benavente y Sanabria, sin duda la zona también con mayor producción de linos[7]. No obstante, a pesar de la fertilidad de las vegas benaventanas para el cultivo del lino, se clamaba porque faltaba “a sus naturales el auxilio necesario” y, a pesar de la existencia de algunos telares de lienzos y estameñas, se pedía que el conde contribuyera con sus rentas al “bien de sus infelices vasallos”, impulsando las manufacturas de lana, lino y curtidos[8].

El estímulo a la producción de lino 

La Sociedad Económica de Amigos del País de Benavente, fundada en 1786, entre los objetivos intentó estimular la producción de lienzos. Así en la Junta de apertura, se señalaron varios premios, uno de ellos 400 reales al tejedor que demostrara haber tejido en su telar el mayor número de varas de lienzo”. En la segunda Junta Pública, celebrada el 4 de noviembre, el corregidor prometió 150 reales “para el fabricante de esta villa que presente una tabla de manteles alemaniscos, de tres varas de largo y vara y media de ancho, texida en esta villa, de buena calidad y que mas imiten a los de la antigua fábrica de León”[9]. La producción de paños y lienzos era estimulada también desde la Corona, que encomendaba a corregidores y alcaldes mayores que fomentaran las fábricas de paño, lienzo y establecimiento de telares[10]

Labores domésticas del lino.
A mediados del siglo XIX, junto con el trigo y el centeno, el lino era uno de los principales cultivos del norte de la provincia zamorana. Se hilaba lana, sí, pero sobre todo lino. Madoz refiere que esta planta se criaba en el partido de Benavente, concretamente en los valles del Tera, Vidriales, Valverde y Eria, “sin que desmerezcan los de Sanabria y Sayago[11]. Así pues, la principal producción estaba en el norte y oeste de la provincia. Hacia 1844, en La Puebla de Sanabria se producción 300 arrobas; Almeida 1.600; Arrabalde 200; Porto 200; Alcañices 200 y Tábara 200[12]. El Diccionario de Madoz, publicado a mediados del siglo XIX en una fuente de información para hacernos una general idea de la importancia de la producción linera entre Benavente y las tierras occidentales de la provincia. Pueblos como Bretocino y Brime de Sog sembraban “mucho lino”.

Extraído de mi trabajo:

(2015). “En torno al filandón. Hilaturas, telares y veladas en el norte de Zamora (siglos XVIII-XX)”. Brigecio. Revista de Estudios de Benavente y sus Tierras, 24-25 [2014-2015]. 254 páginas. ISSN: 1697-5804, pp. 43-72.



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[1] Plinio, Historia Natural, VIII, 164. El territorio de los zoelas se extendía por la región de Tras-os-Montes y el oeste de Zamora, hasta el Duero, por lo que comprendía todo el oeste zamorano (Sanabria, Carballeda, Aliste…).

[2] AGS. Catastro de Ensenada. Respuestas generales de la villa de Porto. Leg. 655. En Barjacoba: “zenteno, lino, hortalizas, nabos y la yerba de los prados de guadaña”. AGS. Catastro de Ensenada. Respuestas generales de Barjacoba. Leg. 655.

[3] N. DE LA CROIX: Geografía Moderna, con una geografía nueva de España. Tomo III. Madrid 1779, pp. 123 y 134-135.

[4] “…el diezmo del lino que se coje asciende a cinquenta mil reales”, Diccionario Histórico-Geográfico de la provincia de Zamora según las informaciones obtenidas por el geógrafo real Tomás López (1765-1798). Ed. de Josemi Lorenzo Arribas. Zamora, pág. 142.

[5] Se incluía aquí también San Agustín de Viana, que junto con Porto, Barjacoba y Pías formaba la vicaría eclesiástica santiaguista. Ver Diccionario Histórico-Geográfico de la provincia de Zamora según las informaciones obtenidas por el geógrafo real Tomás López (1765-1798). Ed. de Josemi Lorenzo Arribas. Zamora, pp. 145-146.

[6] E. LARRUGA. Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y minas de España. Tomo XXVI, Madrid 1793, pág. 52.

[7] E. LARRUGA. Op. cit., pp. 51-53.

[8] N. DE LA CROIX: Geografía Moderna, con una geografía nueva de España. Tomo III. Madrid 1779, pp. 123-124.

[9] I. CADIÑANOS BARDECI: “La Sociedad Económica de Amigos del País de Benavente”. Studia Zamorensia 2002, pág. 154. Similar labor hizo también la Sociedad Económica de Amigos del País de León, que envió a Bélgica a uno de sus socios para que estudiara el cultivo del lino, fomentó la hilatura y la preparación y blanqueado de los linos y lanas, concedió varios premios a las mujeres que mejor hilasen y tejiesen. J. MOURILLE LÓPEZ: La provincia de León. Guía General. Toledo 1928, pp. 94-95

[10] Real Cédula de S.M. y Señores del Consejo (de 15 de mayo de 1788) en que se aprueba la Instrucción inserta de lo que deberán observar los Corregidores, y Alcaldes Mayores del Reyno, pág. 28.

[11] P. MADOZ: Op. cit., Tomo XVI, 1850, pág. 462.

[12] P MELLADO: España geográfica, histórica, estadística y pintoresca. Madrid 1845, pp. 885-896.



jueves, 13 de septiembre de 2018

Industrias en el Antiguo Régimen

LINO Y LANA EN ZAMORA 

José Ignacio Martín Benito
Mujer hilando lana, mediados del siglo XX. Colección de Vicente González. La Cepeda en Blanco y Negro, exposición fotográfica en Villamejil, agosto de 2014.

En el Antiguo Régimen, e incluso hasta el siglo XX, se desarrolló en la provincia de Zamora una industria textil doméstica en torno al hilado y tejido del lino y de la lana. Buena parte de esta producción estaba destinada al autoconsumo, pero también el excedente -en hilo, lienzos o paños- se destinaba al comercio; se vendía por lo general en los mercados próximos, pero también en otros más alejados. La Corona y las Sociedades de Amigos del País intentaron a finales del siglo XVIII estimular la instalación de fábricas, pero las labores y la producción continuaron siendo manuales, por lo general. Los campesinos, además, confeccionaban sus propias prendas de vestir e, incluso, hacían también otras para la venta.
La actividad textil constituía así una fuente adicional de ingresos para las familias que tenían en la agricultura y la ganadería su principal ocupación. Los trabajos de hilado y tejido tenían lugar, principalmente, en los meses de invierno, después de finalizar las tareas del año agrícola y antes de que comenzaran las siguientes. Se hilaba prácticamente a todas horas, en casa o apacentando el ganado, de día y de noche, tanto de manera individual como en grupo.

El Filandón, de Luis Álvarez Catalá (detalle).
En este contexto se desarrollaban reuniones o veladas nocturnas, en las que participaban varios vecinos –hombres, mujeres y niños-, en la que, al tiempo que se hilaba, se contaban cuentos, historias, adivinanzas, se cantaba y bailaba[1]. El encuentro servía como entretenimiento, al tiempo que fomentaba las relaciones sociales y familiares. La tradición de este encuentro se registra en las tierras del cuadrante noroccidental hispánico, en territorios de Galicia, Asturias, León, Zamora y Salamanca, con diversos nombres: Filandón, Fiadeiro, fiada, filangueiro o serano[2].

Hilaturas de lino y lana en Zamora

Lo que se hilaba en el norte y oeste de Zamora era lino y también lana. El lino es una planta herbácea de la familia de las lináceas, que se sembraba en tierras bajas y húmedas (linares). La siembra tenía lugar en abril o mayo y se recogía en agosto. Después de recogerlo y de un laborioso proceso de separar la grana de la paja (ripado), los haces se dejaban dos y hasta tres semanas bajo el agua, tras lo que se dejaban secar al sol. El siguiente paso era el majado o mayado, consistente en machacar la planta encima de una piedra, para separar la fibra de la paja; después se espadaba, esto es, se le daba golpes encima de una tabla clavada verticalmente en un madero (fitera) y se le daba con la espadilla o espadadera, una especie de cuchillo de madera, ancho y corto. De este modo se separaba el tallo (tasco) de la fibra o hebra, la cual se pasaba por el rastrillo o rastra, un peine con púas de hierro para conseguir la fibra más fina. Las fibras se juntaban en cerros y se ponían en la rueca para ser hiladas con el huso. Cuando se trabajaba de forma más continuada para lograr una mayor producción, se utilizaba el torno de hilar. Para preparar las madejas de hilo o lana, se utilizó el aspa, el madejador o el argadillo. Se hilaba tanto las partes finas como la estopa, esto es, lo que quedaba en el rastrillo[3]. Las madejas de lino requerían ser blanqueadas, para lo cual se embadurnaban con ceniza y se hervían; después se lavaban en una corriente de agua, se dejaban orear y ya estaban dispuestas para ir al telar. De lino se hacían las camisas, las sábanas, los manteles, medias, paños de adorno, alforjas, cuerdas[4].

Cardador de lino. Museo do tecido de Allariz (Orense).
Fotografía de
Bob Fisher.
La lana que se hilaba procedía de las ovejas. El proceso hasta el hilado era más sencillo que el del lino. En el esquileo, que tenía lugar a finales de la primavera, se recogían los vellones, que se lavaban en el río o arroyo. La lana limpia se vareaba, para después peinarla y cardarla, labores preliminares al hilado. Los copos de lana se disponían enrollados sobre la piña de la rueca y, con cuidado, se tiraba de la hebra para sacar el cabo de hilo que acabaría formando las madejas y el ovillo. El paño casero, por su textura rala y poco firme, precisaba pasar por el batán, donde era golpeado en húmedo para amalgamar las fibras y conseguir una calidad más compacta. De lana se hacían mantas, colchas, capas, mantones, mantillas, polainas, camisas, etc…

Texto extraído de mi trabajo:

(2015). “En torno al filandón. Hilaturas, telares y veladas en el norte de Zamora (siglos XVIII-XX)”. Brigecio. Revista de Estudios de Benavente y sus Tierras, 24-25 [2014-2015]. 254 páginas. ISSN: 1697-5804, pp. 43-72.

VIDEO: El proceso del lino en Pobladura de Aliste.



También te puede interesar:

. La industria del lino en Zamora: Benavente y Sanabria 
. El comercio del lino: mercados del lino: Benavente, La Bañeza y La Puebla de Sanabria
El filandón y las prohibiciones de la Iglesia 


Mujeres hilando (Paisaje y alma de Aliste, de Gregorio Rodríguez Fernández, 1991).

(Continuará: La industria del lino en Zamora)


[1] N. BARTOLOMÉ PÉREZ: Filandón: Literatura popular Llionesa. Luna (Zaragoza, 2007).

[2] Como una de las costumbres de los naturales del antiguo Reino de León, se hacía eco de ello J. D. de la RADA y DELGADO: Viaje de SS. MM: y AA. Por Castilla, León, Asturias y Galicia, verificado en el verano de 1858. Madrid 1860, pp. 233-235. Entre las descripciones de esta tradición, véase la que hace C. Morán del lugar de Rosales, en la comarca leonesa de Omaña: “En las noches largas de invierno, la gente labradora apenas puede hacer nada en el campo, ni cabe en su genio permanecer catorce horas en la cama. Emplea la velada en hilar, que es oficio de mujeres. El hilandero son las Cortes del lugar. El Parlamento, el Casino, el punto en que se reúne la juventud, vigilada y presidida por las canas de la vejez. En la cocina de una casa solariega se juntan las dueñas con sus hijas casaderas y más jóvenes, todas armadas de ruecas, huso y una canastilla con tarea laborable. Muchas veces acuden también los sesudos padres, acaso por cumplir un deber, acaso por conveniencia propia. Más tarde llegan los mozos entonando canciones, y entran respetuosos por atención a los amos y a las personas de edad. Se van sentando en los escaños patriarcales a medida que se les ordena, apretándose a los demás para dejar hueco. Las mujeres hilan de pie. Allí se habla de la paz y de la guerra, y de otros negocios más menudos; se cuentan cuentos llenos de filosofía; se proponen acertijos, restos del antiguo saber; se discurren y componen villancicos para la Misa de Gallo; se ensayan comedias y se conciertan matrimonios, sin que por eso dejen de hilar las mujeres. Callan los jóvenes; hablan sentenciosos los ancianos llenos de sabia experiencia. Un carro de leña seca, ardiendo en media del llar, chisporrotea alegremente y esparce su benéfico influjo sobre la multitud de alrededor se apiña”. C. MORÁN BARDÓN: Obra etnográfica y otros escritos. II. Zamora. León. Reino de León. Salamanca 1990, pág. 84. Por Tierras de León. Salamanca 1925. Ver también referencia en J. MOURILLE LÓPEZ: La provincia de León. Guía General. Toledo 1928, pág. 517, donde informa de las distintas denominaciones: filandero, en el partido de Valencia; filandón en Laciana; fiandón en El Bierzo e hilorio en Mansilla. El término filandón o filangueiro y sus variantes deriva de filar (hilar).
 

[3] Sobre el proceso del lino véase la descripción que hizo F. KRÜGER a principio de la década de 1920, en su obra La cultura tradicional en Sanabria. Zamora 1991, pp. 216 y ss; J. M. FRAILE GIL: “El cultivo del lino en Lanseros (Zamora). Un pequeño corpus romancístico”. Revista de Folklore, 1996, núm. 182, pp. 39-50; Mª P. TIMÓN TIEMBLO: “Estudio etnográfico de los telares de la comarca de Sayago”. Estudios de artes y costumbres populares, nº 20, 1980, pp. 18-22 y C. PIÑEL: La Zamora que se va, 1993, pp. 160-173..

[4] “La camisa se hace del lino que cogen en sus fincas y que tejen en sus telares, después de hilado por las mujeres del pueblo. Los vestidos de éstas, llamados sayas ó manteos, son también de paño fabricado igualmente por ellas mismas, como asimismo sus pañuelos o dengues, que adornan extraordinariamente”, S. MÉNDEZ PLAZA: Costumbres comunales de Aliste. Madrid 1900, pp. 35-36.

sábado, 8 de septiembre de 2018

Zamora: Gentes y casas hace 200 años


LA PROVINCIA A COMIENZOS DEL SIGLO XIX

José Ignacio Martín Benito


Serano en Sejas de Aliste.
En varios post anteriores nos hemos ocupado de echar la vista hacia atrás, de cómo eran nuestros pueblos, villas y ciudades hace dos siglos. Para ello resultan muy elocuentes las descripciones de los cronistas y viajeros y, a partir del siglo XIX, los grandes Diccionarios descriptivos, como los de Sebastián Miñano y Pascual Madoz. Ambos aportan un ingente caudal de información de todo tipo.

Las gentes

Téngase en cuenta que estas monumentales obras contaron con muchos colaboradores, los cuales, además de informar, en ocasiones vertían su propio punto de visto. Lo vemos, sobre todo, cuando se trata de describir a los naturales del país. Así, por ejemplo, para uno de los corresponsales que tuvo Sebastián Miñano, los habitantes de Zamora eran pacíficos, sobrios y aplicados al trabajo.

Sobre los habitantes de Sayago dice que son labradores y pastores. Dice que comen parcamente y que su normal alimento era un mendrugo de pan de centeno, a pesar de lo cual se mantenían robustos y sanos “sin que les falte agilidad”. No obstante, considera que tienen una “estúpida y descuidada educación que los hace tímidos”. Por ello, en los pueblos apenas había quien supiera leer y escribir, “ni aún los mismos alcaldes”, señala. 

Casa de adobe en Villaseco del Pan.
 Las casas

De las casas se dice que son de tierra, mal distribuidas y no muy sanas. Seguramente se refiere a construcciones mayoritariamente de tapial y adobe.


Diccionario de Miñano 

Los hab. son naturalmente pacíficos, de razon despejada, sobrios, y bastante aplicados al trabajo. Se ven allí muy pocos holgazanes y menos mendigos. Las gentes acomodadas viven en una honesta mediania, y aprecian muchísimo la propiedad, como lo han hecho ver sosteniendo sus derechos contra las injustas y exhorbitantes pretensiones de la ganadería trashumante, y también de la estante, con cuyos dueños han seguido a veces pleitos dispendiosos, lo mismo que con algunas de las mas ricas corporaciones de la provincia".

"Las casas son por lo comun de tierra, bajas, mal distribuidas y no muy sanas, tanto por esta razon, como por la falta absoluta de policía urbana, que se nota aun en aquellas poblaciones en que ya se van apreciando, porque se conocen, las comodidades de la vida, como en el partido del Vino, en muchos pueblos del de Toro, en alguno que otro del de Sayago (de cuyos hab. se habló tambien en la referida descripcion de la frontera de la prov. de Leon), y en los principales solamente de los otros partidos situados a la orilla derecha del Duero, como Carbajales, Alcañizas, San Cebrian de Castro, Távara, Villalpando etc.”
(Sebastián Miñano, Diccionario, Tomo X, Madrid 1828, pág. 69).

[Sayago] “Los habitantes de estos pueblos labradores y pastores, a pesar de lo árido y escabroso del terreno, sacan sin embargo de él con su incesante trabajo, no solo lo preciso para su frugal subsistencia y vestido, sino tambien para llevar á vender á las ferias y mercados de Salamanca, Bitigudino, Zamora, Toro y otras, ganado,alguna lana hilada, fruta, pollos, huevos, etc., con lo cual compran los útiles necesarios para su casa y las labores de su campo, y conservan, hasta el mas infeliz, algun dinero para precaverse de la miseria, á que sin este auxilio se verían reducidos en los años de ninguna ó escasa cosecha de centeno que no dejan de ser frecuentes. Sin embargo de lo parco de su alimento ordinario, que consiste en un poco de tocino y un mendrugo de pan de centeno, se mantienen robustos y sanos, sin que les falte agilidad, notándose en ellos compresion bastante despejada, á pesar de su estúpida y descuidada educacion que los hace tímidos, encontrándose apenas en los pueblos quien sepa leer, ni aun los mismos alcaldes” (Sebastián Miñano, Diccionario, Tomo X, Madrid 1826, pág. 198).

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