lunes, 26 de febrero de 2018

El paso del río Tera en La Puebla de Sanabria

PUENTE Y BARCA DE SAN FRANCISCO

José Ignacio Martín Benito

Castillo y puente (La Puebla de Sanabria).
En varios post anteriores hemos ido informando del uso de las barcas de paso, como medio de transporte para cruzar los ríos en ausencia de puentes. El norte de la provincia de Zamora fue un espacio donde las embarcaciones eran muy comunes. Prácticamente a lo largo del río Tera se sucedían estos pasos flotantes. Varios de estos pasos estuvieron vigentes hasta mediados del siglo XX.

El paso del Tera en La Puebla de Sanabria tenía lugar por el puente de San Francisco, una construcción de cantería que unía la margen izquierda, donde se encontraba el cenobio franciscano, con la amurallada villa. El castillo vigiló siempre el paso del río. El señorío de esta villa durante el Antiguo Régimen correspondió al conde de Benavente, que cobraba el derecho de portazgo[1].

El temporal de 1909 y la destrucción del puente de San Francisco

El fuerte temporal de finales de 1909 produjo el desbordamiento del río Tera, y el arrastre del puente de San Francisco, situado en la carretera de Villacastín a Vigo- De este modo quedó cortada la comunicación con Galicia[2]. El corresponsal del Heraldo de Zamora dejó testimonio de ello: “[El día 22] sobre las ocho y media de la mañana el peligro del puente de San Francisco, situado sobre la carretera de Villacastín á Vigo, era inminente; y a los pocos momentos se derrumbaba precipitándose entre las aguas que levantaban olas enormes[3].


La construcción de la barca

Barca, río Órbigo.
El día 28 el Gobernador civil de Zamora ordenó al personal de Obras Públicas que saliera para Sanabria con el fin de restablecer las comunicaciones “y adoptar las medidas necesarias para que no se interrumpa el tráfico comercial[4]. Este fue el motivo por el que la sección de Obras públicas de la provincia dispuso echar una barca al Tera para garantizar el paso de las personas. La barca debió ser como las que navegaban el Tera y el Órbigo, esto es, de forma rectangular, sujeta a un clave (en la foto, embarcación de Navianos de la Vega).

El servicio de la barca de La Puebla de Sanabria se daba entre las seis de la mañana y las seis de la tarde. No obstante, la barca resultaba insuficiente, sobre todo porque limitaba bastante que los vecinos pudieran pasar el río a trabajar sus fincas particulares. Por eso, estos tomaron la decisión de construir un puente provisional de madera. El Gobernador civil con fecha 5 de marzo de 2010 ordenó la paralización de las obras que, previamente, había autorizado el ayuntamiento[5]. En la fotografía que adjuntamos abajo, puede verse el puente de madera y a la derecha los pilones del desaparcido puente de piedra de San Francisco, que acabó haciéndose de nuevo.

Puente provisional de madera, 1910. La Puebla de Sanabria.

[1] AGS. Catastro de Ensenada. Respuestas Generales de la villa de La Puebla de Sanabria, 9 de enero de 1751. Leg. 655.

[2] ABC, 24 de diciembre de 1909, pág. 8.

[3] Heraldo de Zamora, 27 de diciembre de 1909, pág. 1

[4] Heraldo de Zamora, 28 de diciembre de 1909, pág. 1.

[5] Boletín Oficial de la provincia de Zamora, 16 de septiembre de 1910, pág. 4.


Para saber más:
http://historiadesdebenavente.blogspot.com.es/2016/05/barcas-de-benavente.html
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miércoles, 21 de febrero de 2018

Lo sacro y lo profano en el siglo XVI (2)

AUTOS, REPRESENTACIONES Y OBISPILLOS EN LA DIÓCESIS DE CIUDAD RODRIGO

José Ignacio Martín Benito

Los obispillos

Obispillo de Montserrat.
Otra de las costumbres era hacer representaciones en el interior de los templos, con ocasión de fiestas solemnes, acompañadas de danzas y bailes. Parece que también se utilizaban las iglesias para hacer ensayos de los autos que se representaban. Contra ello reaccionó el sínodo de Salvatierra de 1592, por entender que perturbaba los oficios divinos. Entre estos autos o representaciones estaba la de los obispillos. En la catedral el día de Nª Srª de la O se nombraba de entre los niños de coro o acólitos un obispillo que hasta el día de los Santos Inocentes, asistía a coro, ganaba las distribuciones de canónigo, daba convites, etc.... El encargado de nombrarlo era el Cabildo[1]. También en Bermellar se hacía otro obispillo. Salvatierra nos deja constancia en su visita pastoral de 1594: "somos informados y avemos averiguado que el día de Sant Estevan se hace cierto obispillo como llaman el qual con mucho strepito y ruido de gente entra en la iglesia parrochial quando se celebran los offiçios divinos causando perturbaçion e impidiendo con su poco respeto e irreverencia la devocion de los fieles...". El obispillo de Bermellar tenía como misión recoger la limosna para hacer la cera y cirios de la iglesia. El prelado Salvatierra prohibió que se siguiera haciendo esta representación[2].

El Corpus
Procesión del Corpus. Madrid 1623.

Fiesta solemne era el Corpus. En el interior de la catedral tenían lugar danzas y autos religiosos, lo que era promovido por el cabildo. Se celebraban también autos, representaciones y chanzonetas la noche de Navidad. Desde Trento, el obispo Ponce de León trató de limitar "las representaçiones y remembranças que se hazen en las yglesias, por que se suelen seguir muchos desordenes e inconvenientes". No obstante ello no afectaba al Corpus: "pero esto no se entienda en la fiesta de Corpus Xpi[3].

Desde luego, el Cabildo debía ser generoso con la fiesta, según se desprende de las actas capitulares y de la relatio de la visita ad limina de 1595: "Y ansi mesmo cada año gastan gran cantidad de dinero de la dicha fabrica en hacer representaçiones y fiestas el dia de Corpus Christi per bibito canonicorum[4]. En Ciudad Rodrigo también se hacían representaciones el día de Nuestra Señora de marrzo.

Procesiones y rogativas

Estatua de Martín de Salvatierra.
Dentro del ceremonial festivo destacaban también las procesiones. En el obispado civitatense se tenía por costumbre los domingos después de vísperas realizar una procesión portando la cruz alrededor del exterior de la iglesia, al tiempo que se rezaban algunos responsos, con gran participación del pueblo. Parece que en algunos lugares la práctica fue decayendo y limitándose a la procesión por el interior del templo. Para mantener esta tradición, en su visita a Fuenteguinaldo, el obispo Martín de Salvatierra alabó la antigua costumbre y exhortó al beneficiado a restablecerla. 

En las procesiones se congregaba el pueblo y participaban los concejos. Se iba a la ermita del santo o de la Virgen el día de su fiesta y allí se comía, invitando, en ocasiones, el concejo a los eclesiásticos, como se hacía en Nuestra Señora de agosto en la ermita de Nª Srª de Herguijuela, en Fuenteguinaldo[5]. Las procesiones a las ermitas se hacían también en tiempo de escasez, como rogativas para pedir el agua. Cuenta Sánchez Cabañas que en 1595 el Ayuntamiento la hizo traer a la catedral la imagen de Nuestra Señora que se guardaba en el convento de Santo Domingo y hacerla un novenario para impetrar la lluvia[6].

Rogativa ad petendam pluviam.


[1] Se documenta durante el primer tercio del siglo XVI. M. Hernández Vegas (1935): Ciudad Rodrigo: la catedral y la ciudad. Tomo I. Salamanca, pp. 295‑96.

[2] A.D.C.R. Lib. 444. Bermellar. Visita pastoral de Martín de Salvatierra, junio de 1594.

[3] J. Mª Fernández Catón, Mandamientos..., 112. Sobre ello mismo volvió en los mandamientos que dio en 1554: "mandamos a todos los clerigos e religiosas personas que no hagan ni den lugar que en las dichas iglesias se hagan las dichas representaçiones sin nuestra speçial liçençia y mandado, o de nuestro provisor...". J. Mª Fernández Catón: "Don Pedro Ponce de León"... Op. cit., pp. 43-44.

[4]J. I. Tellechea Idígoras (1996): La Diócesis de Ciudad Rodrigo. Las Relationes de Visitas ad Limina (1594-1952). Roma, pág. 86.

[5]A.D.C.R. Lib. 1224. Fuenteguinaldo. Visita de Martín de Salvatierra, 6 de septiembre de 1594.

[6] A. Sánchez Cabañas (1861): Historia de la muy noble y muy leal Ciudad de Ciudad Rodrigo. Ciudad Rodrigo, pág. 100. Más noticias sobre rogativas: "... y el uno destos testigos saçerdotes dizo que aviendo venido de una aldea cerca de Çiudad Rodrigo en procession a una hermita a pedir agua, dixo el dicho Juan de Salazar [benefiçiado en la iglesia parrochial de Sant Cristoval de Çiudad Rodrigo y natural de alli], no es menester pedir a Dios agua ni otra cosa alguna, porque Dios sabe nuestra neçesidad, de lo qual rescibieron escandalo los oyentes".

viernes, 16 de febrero de 2018

Lo sacro y lo profano en el siglo XVI (1)

FIESTAS Y DANZAS EN CIUDAD RODRIGO

José Ignacio Martín Benito
El baile. Museo del Prado.

Lo sagrado: santificar las fiestas

El calendario litúrgico chocaba en ocasiones con el agrícola. Por eso, los trabajos del campo impedían muchas veces ir a misa y guardar las fiestas. Ello era patente en época de vendimia y en la recogida del lino. Consciente de la necesidad de atender a estas tareas, la iglesia de Ciudad Rodrigo daba licencia para hacer los trabajos, con la contribución de alguna limosna para la lumbre de la iglesia[1]. Los días festivos y el descanso dominical existía la costumbre de abrir las tiendas y las tabernas. Contra ello los obispos dictaron constituciones, al tiempo que se encargaba a los curas llevaran un control de los parroquianos que cumplían con el precepto de oir misa. Para dar mayor solemnidad a la misa mayor se prohibía hacer "solenidad de exequias ni novenarios ni aniversarios".

Se procuraba asimismo que la misa se celebrara en los templos y no en casas particulares[2]. También la Inquisición se ocupó de ello. En la visita del licenciado Olmedilla, "Francisco Martín, labrador, vecino de Ciudad Rodrigo y cabrero, fue testificado por un testigo varón de aviéndole dicho el que testifica que oiese las fiestas missa, el oió que respondió que harta missa oía él que guardaba su ganado y haçienda..."[3]. Se dejaba en manos de los sacerdotes el castigo de los que quebrantaran el tercero de los mandamientos, mediante penas pecuniarias y corporales, pero no siempre se llevaba a cabo. Así lo vió Martín de Salvatierra en su visita a Fuenteguinaldo en 1594. El poco compromiso del beneficiado había hecho que se relajara la práctica de guardar las fiestas: "an tomado nuevas personas atrevimiento y ocasion de las quebrantar y ocuparse en travajos corporales y obras serviles dexando de oir misa"[4].
Iglesia de Fuenteguinaldo.

En el sínodo de 1592 se daba una relación de las fiestas que había que guardar en el obispado de Ciudad Rodrigo, un total de 32 festividades a las que había que sumar las cuatro temporas del año, esto es, miércoles, viernes y sábado después de la tercera dominica de Adviendo; miércoles, viernes y sábado después del primer domingo de Cuaresma; los mismos dias después de Pascua de Espiritu Santo y los mismos días después de la Exaltación de la Cruz, en septiembre[5].

Lo profano

En las festividades, el componente lúdico se manifestaba en bailes, danzas y representaciones. El espíritu reformador intentó también corregir algunos aspectos relacionados con las fiestas. Las vigilias nocturnas de los santos en las iglesias o ermitas estaban llenas de aspectos profanos; los parroquianos lo celebraban con cantares, danzas y bailes, junto a una buena pitanza. Por ello, en 1552 el obispo civitatense Ponce de León, desde Trento, donde participaba en el Concilio, prohibió las velas nocturnas en las iglesias y ermitas del obispado.

Danza y pitanza. Pieter Brueghel el Viejo.

18. "Por quando somos informados que en las vigilias de los sanctos, muchos, asi varones como mugeres, vienen a velar en las iglesias de noche e so titulo de devoçion se cometen muchas ofensas de Dios e beven y comen superfluamente e se dizen muchos cantares profanos e hazen danças e otras cosas inhonestas lo qual pertenesce a nos proveer por ende mandamos que de aqui adelante en las vigilias de nuestra señora ni en qualquier otra fiesta que sea no se hagan tales velas o vigilias en las dichas yglesias o ermitas sino que los clerigos de las yglesias donde se acostumbran hazer, o las personas que tienen cargo de las ermitas çierren las puertas dellas y de las yglesias en anocheçiendo de manera que las dichas vigilias o velas no se hagan dentro dellas aunque digan que so color de romerias y devoçiones quien hazer las dichas velas pues las puedan hazer de dia..."

El mismo mandamiento lo dio en enero de 1554, a su regreso de Trento y después de haber realizado la visita pastoral a las iglesias del obispado de Ciudad Rodrigo. No debió cumplirse el mandato del obispo, pues el sínodo de 1592 dispuso que:

Baile en las Eras del Puente (Ciudad Rodrigo). Foto Pazos.
"Por quanto por experiencias se ha visto, que las velas que fueron instituydas, vigilias de noche en las Iglesias, para veneracion de los sanctos, y devocion de los fieles, por el abuso de ellas en algunas partes, se han convertido en actos profanos, y bayles, y cantares: mandamos que de aquí adelante no se hagan, so pena de tres ducados applicados para la fabrica de la dicha Iglesia, juez y denunciador".

Los fieles no parece que hicieran mucho caso a las disposiciones episcopales. Cuando en 1594, el obispo Martín de Salvatierra visitó la parroquia de Fuenteguinaldo dejó mandado que "de aquí adelante no se hagan ningunas novenas ni veladas en ninguna iglesias ni hermitas desta villa ni de su comarca" por hacerse "cosas muy profanas en grande ofensa de Dios"

Los atrios de las iglesias y ermitas, así como los cementerios, eran lugares propios para el encuentro, para el juego y para la música profana. El obispo Pedro Ponce trató corregir esta costumbre. Desde Trento disponía:

"... que las personas que se acogen a las yglesias o ermitas en ellas onesta y recogidamente e no jueguen juego alguno ni tengan comunicaçion con mugeres ni se pongan a las puertas de las dichas yglesias ni en los çementerios a burlar ni tañer biguelas ni usar de otras conversaçiones profanas y desonestas...."
Ermita. Fuenteguinaldo.

[1] Constituciones synodales del obispado de Ciudad Rodrigo con algunos decretos del sannto Concilio de Trento y motus propios de los summos pontifices, hechas y ordenadas por don Martin de Salvatierra, obispo del dicho obispado, del Consejo Real del Rey nuestro señor, en 19 de abril de 1592 (Lib. II, IX,). Salamanca 1595, Pedro de Adurça, impresor.

[2] J. Mª Fernández Cató, (1978): "Mandamientos" para la diócesis de Ciudad Rodrigo, dados desde Trento por su obispo don Pedro Ponce de León (1552)". Hispania Sacra, Vol. 32, núms. 65-66, pág. 114.

[3] F. Sierro (1990): Judíos, moriscos e Inquisición en Ciudad Rodrigo. Salamanca, pág. 103.

[4] Archivo Diocesano de Ciudad Rodrigo (A.D.C.R.) Lib. 1224. Fuenteguinaldo. Sobre el episcopado de este prelado véase nuestro trabajo (1999): "Episcopologio civitatense. D. Martín de Salvatierra (1591-1604)". Ciudad Rodrigo. Carnaval 99. Salamanca, pp. 183-190.

[5] Constituciones synodales del obispado de Ciudad Rodrigo...

domingo, 11 de febrero de 2018

Barcas de paso en España (1)

EL RÍO TERA

José Ignacio Martín Benito

Barca de Pumarejo de Tera.
El de barquero fue un oficio que se fue apagando a mediados del siglo XX, pero que en algunos casos llegó hasta finales de la centuria.

En ausencia de puentes, los ríos de la cuenca del Duero, como la de otros ríos españoles, fueron cruzados por embarcaciones que transportaban viajeros, ganados y mercancías. En anteriores posts nos hemos ocupado de las barcas de paso de los Valles de Benavente, del Duero o del Porma. Hoy nos centraremos en uno de los afluentes del Esla, el río Tera. Este, que nace en los Montes de León, concretamente en Peña Trevinca, se precipita hacia la penillanura zamorana, atravesando Sanabria y Carballeda, para encajarse en los terrenos terciarios y cuaternarios de los Valles de Benavente, antes de llevar su caudal al Esla, a la altura de Milles de la Polvorosa.
Barcas del río Tera.
A lo largo de su recorrido el Tera fue surcado por varias barcas de paso, entre ellas las de 1. La Puebla de Sanabria. 2. Sandín. 3. Manzanal de Arriba. 4-5. Anta de Tera y Codesal. 6. Valparaíso y Manzanal de Abajo. 7. Val de Santa María para Rionegro del Puente. 8. Villar de Farfón. 9. Vega de Tera. 10. Calzadilla. 11. Pumarejo. 12. El Chote. 13. Santa Marta. 14. Santibáñez. 15. Abraveses. 16. Aguilar. 17. Villanázar. 18. Mózar. 19. Milles.

Los diversos Diccionarios del siglo XIX, entre los que sobresalen los conocidos de Sebastián Miñano (1229) y Pascual Madoz (1845-1850), hacen referencia a barcas en el río Tera. Concretamente el de Miñano recoge:

“En la estensión de las 17 leguas y por ambos lados, hay un crecido número de arroyos y torrentes, que aumentan sus aguas, particularmente en tiempo de invierno; por cuyo motivo, hay para su paso barcas enfrente de los pueblos de Zendin [Sendín], Gonal, Manzanal de Abajo y Rionegro; pero en tiempo de verano, el río es vadeable por estos y otros parages. Desde la espresada unión, continúa el rio con el nombre de Tera, rodeando en territorio quebrado y lleno de peñas, otra legua y media, hasta que sale á la vega de Tera, que divide por medio, serpenteando por ella constantemente con dirección á levante, y muy poco desnivel por espacio de 4 leguas, en cuya distancia se agregan de las sierras algunos pequeños arroyos y torrentes, que vienen aun de la sierra Culebra y Monte Carbajoso. Para la comunicación de los habitantes de los muchos pueblos que se hallan en esta vega, de uno y otro lado del río, hay enfrente de cada uno una pequeña barca de que hacen uso en tiempo de invierno; pero en verano el rio es vadeable por casi todas partes. Al cabo de este espacio de 4 leguas, en una llanura, y enfrente del pueblo de Colinas, distante como ½ legua, gira el rio al Sur formando casi un ángulo recto, y después de 1 ½ leguas siguiendo su curso en un lecho arenisco, se une al rio Esla, y pierde su nombre. En todo el curso de las citadas 17 leguas, hay un crecido número de aceñas, que pertenecen a los particulares de los inmediatos pueblos”[1].

Por su parte, al ocuparse de este río, Madoz se limita a incluir que “además de los puentes enunciados, tiene otros varios de madera la mayor parte, con algunas barcas de paso”. Después, en las respectivas voces, cita las barcas de Anta de Tera, Val de Santa María y Manzanal de Abajo.

Barca de Calzada de Tera.
[1] S. MIÑANO: Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal. Tomo III. Madrid 1827, pp. 415-416. Las citadas poblaciones de Zendin y Gonal, son Sandín y Cional.

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martes, 6 de febrero de 2018

Cartografía militar de la frontera (y 4)

JUAN MARTÍN ZERMEÑO (1700-1773)

Proyectos para La Puebla de Sanabria, Zamora y Ciudad Rodrigo

José Ignacio Martín Benito


Castillo de San Ferrán (Figueras). Martín Zermeño.
Otro de los ingenieros militares que estuvo trabajando en la llamada en el siglo XVIII la Frontera de Castilla, fue Juan Martín Zermeño (1700-1773), natural de Ciudad Rodrigo


Sin duda fue Zermeño uno de los grandes ingenieros militares de la España del siglo XVIII. A él se deben obras muy conocidas, como el fuerte de San Fernando en Figueras, el diseño del barrio de la Barceloneta, la rehabilitación del castillo de Montjuic, el proyecto para las fortificaciones de Pamplona y otras muchas más.

Alcanzó el grado de teniente general y director del Real Cuerpo de Ingenieros. Hizo diversos trabajos en Melilla, Alhucemas, Cádiz, Ceuta, Granada, Málaga, Marbella, Vélez de la Gomera, Pamplona, Barcelona, Lérida, Reus, Rosas, Figueras, Villafranca del Penedés, San Sebastián, Alicante, Ciudad Rodrigo, Manila (Filipinas) y Orán (Argelia). En 1751 diseñó también diversa indumentaria para el cuerpo de ingenieros, en concreto el uniforme del cuerpo, la casaca, bolso y manga del mismo. Fue padre del también ingeniero militar Pedro Martín Zermeño (1722-1790).


Fortificación de Ciudad Rodrigo (Martín Zermeño).
En la Frontera de Castilla

Juan Martín Zermeño, siendo teniente general de los Reales ejércitos del cuerpo de Ingenieros, llegó a Ciudad Rodrigo en la primavera de 1766, para hacerse cargo del reconocimiento de las fortificaciones de la plaza. En Ciudad Rodrigo permaneció cuatro meses. Noticias sobre el anuncio de su llegada y su estancia hay en los libros de acuerdo del consistorio entre 29 de enero y el 3 de septiembre de 1766. Para la defensa de esta ciudad llegó a realizar al menos dos propuestas en torno a 1766. Propuso construir un foso y un camino cubierto desde la Puerta de la Colada hasta la de Santiago y un fuerte en el Teso del Calvario. Su propuesta incluía eliminar los padrastros de las Tenerías, el convento de la Trinidad y las cercas de las huertas de los conventos de San Francisco, Santo Domingo y Santa Cruz. De esta fecha es también una relación de la plaza de Zamora, su situación, circunstancias y proyectos de defensa; un proyecto de fortificaciones estables para dicha plaza y un proyecto para la defensa de la plaza de La Puebla de Sanabria (SGE, Cartoteca histórica, pág. 24).

Plano de La Puebla de Sanabria, 1766 (Martín Zermeño).

Diseño de uniforme para cuerpo de ingenieros, por J. Martín Zermeño.
Retrato de Juan Martín Zermeño.



jueves, 1 de febrero de 2018

Astures contra Roma

LA TRAICIÓN DE BRIGECIO

José Ignacio Martín Benito
Ataque a una ciudad. Columna trajana.

"Roma no paga a traidores"; es lo que respondió el general romano Escipción a los que asesinaron al caudillo lusitano Viriato en el 139 a. C.  Roma no pagó a traidores, pero se valió de ellos para lograr sus objetivos: la conquista de Hispania. También en las tierras de lo que hoy son los Valles de Benavente.

Brigecio fue el nombre de un poblado de origen astur, que fue romanizado. Como emplazamiento se ha señalado la Dehesa de Morales, en Fuentes de Ropel, aunque otros autores se han decantado por Villabrázaro. Con el tiempo, Brigecio se convirtió en una mansio romana en el camino de Mérida a Astorga, o Vía de la Plata. Actualmente da nombre a la revista de estudios del CEB "Ledo del Pozo" y a un restaurante sito en Morales de Rey.

Brigecio jugó un papel destacado en el contexto de las guerras de Roma contra los astures. Los romanos, comandados por Carisio, legado de Augusto, combatían contra los nativos de las tierras situadas al oeste del río Esla, cuyo territorio se extendía hasta el mar Cantábrico. De hecho el hidrónimo Esla deriva de Estula y este de Astura (el río que daba nombre al pueblo de los astures). Una de las ciudades astures fue Asturica (Astorga).

Castro astur de Arrabalde. Murallas.
De los brigecinos sabemos gracias a varios historiadores romanos, concretamente a L. Anneo Floro (217-238 d. C.) y de Paulo Orosio (390-418 d. C.), que siguen la obra del historia de Tito Livio (59 a. C. 17 d.C), “Ad urbe Condita libri”. Fue pues Livio un historiador contemporáneo a las Guerras astures y al episodio que vamos a recordar en este post.

La traición de los brigecinos

En un momento de la guerra contra Roma (siglo I a. C.), los astures decidieron pasar a la ofensiva y sorprender a los romanos. Tres columnas de guerreros astures bajaron de las montañas al llano dispuestos a atacar las legiones y los campamentos de estos. Pero enterados los de Brigecio y, tal vez, queriendo llevarse bien con los romanos, avisaron a Carisio, el cual abortó los planes astures. Los soldados de Carisio cayeron sobre las confiados columnas hispanas, que no sabían nada de la traición de los brigecinos. En la batalla vencieron los romanos y el maltrecho ejército astur se dio a la fuga, refugiándose en la ciudad de Lancia. Carisio tomó la ciudad, pero contra la costumbre, no la quemó. Transcurría el año 25 a. C.
As romano de la fundación de Mérida.

Poco después, Augusto entregó a los veteranos de las guerras astures y galaicas unas tierras a orillas del Guadiana. Allí, Carisio fundó la ciudad para los veterenos (emeriti) de las guerras del norte (cántabras y astures). Esa ciudad fue Emerita Augusta (Mérida).


Brigecio en las fuentes clásicas

"Los Astures por aquel tiempo habían descendido con un gran ejército de las nevadas montañas. Y no parecía temerario a los bárbaros este ímpetu, sino que, colocado el campamento junto al río Astura y dividido el ejército en tres cuerpos, preparan un ataque simultáneo a los tres campamentos romanos. Se había dado una lucha incierta, cruenta y quizá con muchas muertes en ambos bandos viniendo con tantas fuerzas, tan repentinamente y con un plan previsto, si los Brigecinos no los hubiesen traicionado avisando previamente a Carisio, quien vino con su ejército. Se consideró victorioso el echar por tierra los planes previstos, aunque de todas formas no fue una lucha totalmente incruenta. La muy poderosa ciudad de Lancia acogió lo que quedaba del ejército derrotado y en ella se luchó, por ese motivo, con una fuerza que, cuando pedían que se incendiara la ciudad una vez tomada, con dificultad el general consiguió que fuera perdonada, con el fin de que, permaneciendo sin ser destruida, fuese mejor monumento de la victoria romana que destruida por el fuego."


Floro, Epitome bellorum omnium annorum DCC, II, 33, 54-59.


Octavio Augusto.
"Los astures, puesto su campamento junto al río Ástura, hubieran derrotado a los romanos con grandes proyectos y fuerzas de no haber sido éstos prevenidos y puestos sobre aviso. Intentando destruir por sorpresa a los tres legados, con sus tres legiones y divididos en tres campamentos, con tres frentes de ejército, fueron descubiertos por una traición. Después, Carisio, atacándolos, los venció en una batalla, produciéndose bastantes muertes en el lado romano. Parte de ellos (los astures), escapándose en la lucha, se fueron a refugiar a Lancia y, como los soldados preparasen incendiar la ciudad ya cercada previamente, el general Carisio pidió a los suyos que desistiesen de incendiarla y exigió a los bárbaros una entrega voluntaria. Con gran interés intentaba dejar la ciudad íntegra e incólume como testigo de la victoria"

Orosio, Historia contra los paganos, VI, 21, 9-10

Territorio astur.