jueves, 13 de septiembre de 2018

Industrias en el Antiguo Régimen

LINO Y LANA EN ZAMORA 

José Ignacio Martín Benito
Mujer hilando lana, mediados del siglo XX. Colección de Vicente González. La Cepeda en Blanco y Negro, exposición fotográfica en Villamejil, agosto de 2014.

En el Antiguo Régimen, e incluso hasta el siglo XX, se desarrolló en la provincia de Zamora una industria textil doméstica en torno al hilado y tejido del lino y de la lana. Buena parte de esta producción estaba destinada al autoconsumo, pero también el excedente -en hilo, lienzos o paños- se destinaba al comercio; se vendía por lo general en los mercados próximos, pero también en otros más alejados. La Corona y las Sociedades de Amigos del País intentaron a finales del siglo XVIII estimular la instalación de fábricas, pero las labores y la producción continuaron siendo manuales, por lo general. Los campesinos, además, confeccionaban sus propias prendas de vestir e, incluso, hacían también otras para la venta.
La actividad textil constituía así una fuente adicional de ingresos para las familias que tenían en la agricultura y la ganadería su principal ocupación. Los trabajos de hilado y tejido tenían lugar, principalmente, en los meses de invierno, después de finalizar las tareas del año agrícola y antes de que comenzaran las siguientes. Se hilaba prácticamente a todas horas, en casa o apacentando el ganado, de día y de noche, tanto de manera individual como en grupo.

El Filandón, de Luis Álvarez Catalá (detalle).
En este contexto se desarrollaban reuniones o veladas nocturnas, en las que participaban varios vecinos –hombres, mujeres y niños-, en la que, al tiempo que se hilaba, se contaban cuentos, historias, adivinanzas, se cantaba y bailaba[1]. El encuentro servía como entretenimiento, al tiempo que fomentaba las relaciones sociales y familiares. La tradición de este encuentro se registra en las tierras del cuadrante noroccidental hispánico, en territorios de Galicia, Asturias, León, Zamora y Salamanca, con diversos nombres: Filandón, Fiadeiro, fiada, filangueiro o serano[2].

Hilaturas de lino y lana en Zamora

Lo que se hilaba en el norte y oeste de Zamora era lino y también lana. El lino es una planta herbácea de la familia de las lináceas, que se sembraba en tierras bajas y húmedas (linares). La siembra tenía lugar en abril o mayo y se recogía en agosto. Después de recogerlo y de un laborioso proceso de separar la grana de la paja (ripado), los haces se dejaban dos y hasta tres semanas bajo el agua, tras lo que se dejaban secar al sol. El siguiente paso era el majado o mayado, consistente en machacar la planta encima de una piedra, para separar la fibra de la paja; después se espadaba, esto es, se le daba golpes encima de una tabla clavada verticalmente en un madero (fitera) y se le daba con la espadilla o espadadera, una especie de cuchillo de madera, ancho y corto. De este modo se separaba el tallo (tasco) de la fibra o hebra, la cual se pasaba por el rastrillo o rastra, un peine con púas de hierro para conseguir la fibra más fina. Las fibras se juntaban en cerros y se ponían en la rueca para ser hiladas con el huso. Cuando se trabajaba de forma más continuada para lograr una mayor producción, se utilizaba el torno de hilar. Para preparar las madejas de hilo o lana, se utilizó el aspa, el madejador o el argadillo. Se hilaba tanto las partes finas como la estopa, esto es, lo que quedaba en el rastrillo[3]. Las madejas de lino requerían ser blanqueadas, para lo cual se embadurnaban con ceniza y se hervían; después se lavaban en una corriente de agua, se dejaban orear y ya estaban dispuestas para ir al telar. De lino se hacían las camisas, las sábanas, los manteles, medias, paños de adorno, alforjas, cuerdas[4].

Cardador de lino. Museo do tecido de Allariz (Orense).
Fotografía de
Bob Fisher.
La lana que se hilaba procedía de las ovejas. El proceso hasta el hilado era más sencillo que el del lino. En el esquileo, que tenía lugar a finales de la primavera, se recogían los vellones, que se lavaban en el río o arroyo. La lana limpia se vareaba, para después peinarla y cardarla, labores preliminares al hilado. Los copos de lana se disponían enrollados sobre la piña de la rueca y, con cuidado, se tiraba de la hebra para sacar el cabo de hilo que acabaría formando las madejas y el ovillo. El paño casero, por su textura rala y poco firme, precisaba pasar por el batán, donde era golpeado en húmedo para amalgamar las fibras y conseguir una calidad más compacta. De lana se hacían mantas, colchas, capas, mantones, mantillas, polainas, camisas, etc…

Texto extraído de mi trabajo:

(2015). “En torno al filandón. Hilaturas, telares y veladas en el norte de Zamora (siglos XVIII-XX)”. Brigecio. Revista de Estudios de Benavente y sus Tierras, 24-25 [2014-2015]. 254 páginas. ISSN: 1697-5804, pp. 43-72.

VIDEO: El proceso del lino en Pobladura de Aliste.



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Mujeres hilando (Paisaje y alma de Aliste, de Gregorio Rodríguez Fernández, 1991).

(Continuará: La industria del lino en Zamora)


[1] N. BARTOLOMÉ PÉREZ: Filandón: Literatura popular Llionesa. Luna (Zaragoza, 2007).

[2] Como una de las costumbres de los naturales del antiguo Reino de León, se hacía eco de ello J. D. de la RADA y DELGADO: Viaje de SS. MM: y AA. Por Castilla, León, Asturias y Galicia, verificado en el verano de 1858. Madrid 1860, pp. 233-235. Entre las descripciones de esta tradición, véase la que hace C. Morán del lugar de Rosales, en la comarca leonesa de Omaña: “En las noches largas de invierno, la gente labradora apenas puede hacer nada en el campo, ni cabe en su genio permanecer catorce horas en la cama. Emplea la velada en hilar, que es oficio de mujeres. El hilandero son las Cortes del lugar. El Parlamento, el Casino, el punto en que se reúne la juventud, vigilada y presidida por las canas de la vejez. En la cocina de una casa solariega se juntan las dueñas con sus hijas casaderas y más jóvenes, todas armadas de ruecas, huso y una canastilla con tarea laborable. Muchas veces acuden también los sesudos padres, acaso por cumplir un deber, acaso por conveniencia propia. Más tarde llegan los mozos entonando canciones, y entran respetuosos por atención a los amos y a las personas de edad. Se van sentando en los escaños patriarcales a medida que se les ordena, apretándose a los demás para dejar hueco. Las mujeres hilan de pie. Allí se habla de la paz y de la guerra, y de otros negocios más menudos; se cuentan cuentos llenos de filosofía; se proponen acertijos, restos del antiguo saber; se discurren y componen villancicos para la Misa de Gallo; se ensayan comedias y se conciertan matrimonios, sin que por eso dejen de hilar las mujeres. Callan los jóvenes; hablan sentenciosos los ancianos llenos de sabia experiencia. Un carro de leña seca, ardiendo en media del llar, chisporrotea alegremente y esparce su benéfico influjo sobre la multitud de alrededor se apiña”. C. MORÁN BARDÓN: Obra etnográfica y otros escritos. II. Zamora. León. Reino de León. Salamanca 1990, pág. 84. Por Tierras de León. Salamanca 1925. Ver también referencia en J. MOURILLE LÓPEZ: La provincia de León. Guía General. Toledo 1928, pág. 517, donde informa de las distintas denominaciones: filandero, en el partido de Valencia; filandón en Laciana; fiandón en El Bierzo e hilorio en Mansilla. El término filandón o filangueiro y sus variantes deriva de filar (hilar).
 

[3] Sobre el proceso del lino véase la descripción que hizo F. KRÜGER a principio de la década de 1920, en su obra La cultura tradicional en Sanabria. Zamora 1991, pp. 216 y ss; J. M. FRAILE GIL: “El cultivo del lino en Lanseros (Zamora). Un pequeño corpus romancístico”. Revista de Folklore, 1996, núm. 182, pp. 39-50; Mª P. TIMÓN TIEMBLO: “Estudio etnográfico de los telares de la comarca de Sayago”. Estudios de artes y costumbres populares, nº 20, 1980, pp. 18-22 y C. PIÑEL: La Zamora que se va, 1993, pp. 160-173..

[4] “La camisa se hace del lino que cogen en sus fincas y que tejen en sus telares, después de hilado por las mujeres del pueblo. Los vestidos de éstas, llamados sayas ó manteos, son también de paño fabricado igualmente por ellas mismas, como asimismo sus pañuelos o dengues, que adornan extraordinariamente”, S. MÉNDEZ PLAZA: Costumbres comunales de Aliste. Madrid 1900, pp. 35-36.

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