La venta del Cabildo y la recuperación por el Estado en 1911
Bote de Zamora. Fotografía MAN. |
Introducción
El denominado "Bote de Zamora" es una pieza de arte califal elaborado en el año 353 de la Hégira/ 964
d. C., por el artesano Durri al-Salir. Fue mandado hacer por el califa
Al-Hakam II, con destino a su favorita Subh. Está fabricado en marfil y es de forma cilíndrica, siguiendo la forma del colmillo del elefante. Bote de marfil, que aprovecha la forma cilíndrica del colmillo. La tapa tiene forma de cúpula, que se cierra con bisagra y broche de
plata nielada. Por la base de la tapa corre una inscripción de caracteres cúficos, que aporta la información sobre su autor y la fecha de su elaboración.
La talla, muy delicada, trata de recrear el ambiente de un jardín, con motivos de "ataurique de hojas y
palmetas, pavones, gacelas y otras aves".
Tras la conquista de Córdoba por Fernando III (1230), la pieza debió formar parte del botín de guerra y entregada a la catedral de Zamora, donde sirvió como relicario. Alli estuvo hasta su venta a un anticuario en 1911.
La venta de antigüedades
La venta de bienes muebles e inmuebles del patrimonio histórico español desde mediados del siglo XIX y buena parte del siglo XX fue una constante. Casos significativos lo constituyen los monasterios de Santa María de Sacramenia (Segovia) y el alcarreño de Santa María de Ovila, así como el patio mallorquín del palacio de los Fuster de Sestorel, varias columnas de la Alambra, los marfiles del arca de San Millán de la Cogollla, diversos artesonados hispano-mudéjares, la reja de la catedral de Valladolid, algunas de las vidrieras de la catedral de Pamplona y el vestíbulo y bóvedas del castillo de Benavente, entre otras muchas piezas, todas ellas adquiridas por el magnate norteamericano W. Randolph Hearst[1]. Otros tesoros artísticos extrañados fueron el retablo de Fernando Gallego de la catedral de Ciudad Rodrigo, vendido en 1877[2]...
La venta de bienes muebles e inmuebles del patrimonio histórico español desde mediados del siglo XIX y buena parte del siglo XX fue una constante. Casos significativos lo constituyen los monasterios de Santa María de Sacramenia (Segovia) y el alcarreño de Santa María de Ovila, así como el patio mallorquín del palacio de los Fuster de Sestorel, varias columnas de la Alambra, los marfiles del arca de San Millán de la Cogollla, diversos artesonados hispano-mudéjares, la reja de la catedral de Valladolid, algunas de las vidrieras de la catedral de Pamplona y el vestíbulo y bóvedas del castillo de Benavente, entre otras muchas piezas, todas ellas adquiridas por el magnate norteamericano W. Randolph Hearst[1]. Otros tesoros artísticos extrañados fueron el retablo de Fernando Gallego de la catedral de Ciudad Rodrigo, vendido en 1877[2]...
La venta de piezas de arte: el caso zamorano
La enajenación de buena parte del patrimonio histórico y
artístico de la Iglesia recorría toda la geografía eclesiástica, desde las
cabeceras de los obispados hasta el rincón más pequeño de las diócesis. En
ocasiones, las menos, la venta generó protestas por parte de los feligreses. En
la provincia de Zamora, el mismo año que se vendieron las arquetas
hispano-musulmanas (1911), tuvo lugar en Villafáfila, a la sazón diócesis de Astorga,
una manifestación de protesta en la plaza mayor, protagonizada en su mayoría
por mujeres y niños y en la que tuvo que intervenir la Guardia Civil, por las
sospechas de que el cura había vendido a un anticuario una efigie de Jesús
Nazareno[3].
Procedentes de Zamora, al igual que de otras provincias de
León y de Castilla, circularon en el mercado de antigüedades muchas piezas de arte sacro,
que fueron después reunidas en el Museo que Federico Marés Deulovol fundó y
donó a la ciudad de Barcelona en 1946. De entre ellas, destacamos varios
Cristos procedentes de Zamora, Toro y provincia, el titular epónimo de San
Cristóbal de Entreviñas y una talla de San Pedro en la cátedra[4].
Pero el caso más llamativo fue el del Bote de la Catedral
de Zamora, una pieza califal del 964 d. C, que en 1911 el Cabildo zamorano
vendió, junto con dos cajitas de marfil, al anticuario y vecino de Madrid, Juan
Lafora y Calatayud. Cuando se desveló la venta, se desató una gran polémica,
pues el asunto llegó hasta el Congreso de los Diputados.
Gómez Moreno y las arquetas de la catedral de Zamora
Cuando Manuel Gómez Moreno llegó a principios del siglo XX
a Zamora, para hacer su catálogo monumental, localizó hasta un total de siete
cajas[5]. De
entre ellas destacaban, sobre todo, dos: una de marfil, conocida como “Bote de
Zamora” y otra de madera de alerce, recubierta con chapas ebúrneas.
Manuel Gómez Moreno. |
La venta por el cabildo
La venta de objetos antiguos de
la catedral de Zamora fue utilizada por el Cabildo como medio para ingresar
recursos económicos. La más sonada, sin duda, fue la de las arquetas árabes en
febrero de 1911. Pero esa decisión contaba con otros precedentes. Parece que,
de pronto, los miembros del Cabildo se dieron cuenta de lo que suponía enajenar
ciertos objetos, aparentemente “muy deteriorados y que no prestaban servicio
alguno en la Catedral[6]”;
sobre todo, cuando se sucedían las pujas de los anticuarios. Ante estas
ofertas, y sólo con la oposición del capitular Tascón, el Cabildo decidió la
enajenación de varios objetos. Sin embargo, la puja
continuó: se recibieron nuevas ofertas, una de 4.250 ptas y otra de 6.000 ptas,
por lo que, ante este incremento, el Cabildo “acordó esperar hasta ver lo
que mas conviene”[7]. La
espera duró hasta marzo de 1907, cuando los anticuarios volvieron a insistir.
El deán llevó personalmente las negociaciones y, “después de regatear cuanto
le había sido posible”, convino la venta con los anticuarios en 8.250 ptas,
lo que el Cabildo “aprobó gustosísimo”[8].
Catedral de Zamora. |
Al año
siguiente el Cabildo volvió a acordar la venta de “algunas prendas y trapos
desechados por inservibles”, tasados por un perito anticuario en 9.000
ptas. Con ello pensaban los capitulares poder “atender á remediar algunas
necesidades en el caso de que dichos objetos se vendieran”[9].
Con estos precedentes, se
entiende la disposición de los canónigos zamoranos para enajenar bienes de la
catedral, lo que se consumó con la venta de las dos arquetas árabes que se
guardaban en el Relicario desde la Edad Media y que había descubierto Gómez
Moreno.
En la reunión del Cabildo de 23
de febrero de 1910, informaba el deán que
“por algunos anticuarios se le venían haciendo proposiciones para
adquirir objetos de esta Santa Iglesia, unos deteriorados y sin uso, y otros
fácilmente sustituibles por nuevos y menos valiosos, á saber: algunas albas
viejas, las cajas que se llevaron recientemente á la Exposición Regional
Gallega, y telas y doseles que se colocan en los altares del Claustro para
la procesión de la Octava de Corpus Christi”. Tras el informe del deán, el
Cabildo, “con el voto en contra y la protesta del sr. Arcipreste, acordó
vender dichos objetos antiguos, si realmente se ofrecía por ellos precio digno
de ser aceptado, ya que la fábrica de la Iglesia se halla bien necesitada de
recursos”. Seguidamente, los capitulares acordaron guardar absoluta reserva
de este asunto[10].
En marzo de 1910 ya se había
solicitado y obtenido del Nuncio Apostólico la autorización para la venta de
dichos objetos, permiso éste que centrará buena parte de la polémica en las
Cortes cuando un año después se debata la venta de las arquetas. En la reunión
de 17 de marzo el deán informó al Cabildo de la nueva emisión de obligaciones
que la sociedad “El Porvenir de Zamora” había anunciado, al tiempo que proponía
“emplear en esos valores las existencias en metálico que posée la fábrica de
esta Santa Iglesia, y el importe de lar opas y objetos antiguos para cuya
enajenación se ha impetrado y obtenido del Revmo. Sr. Nuncio Apostólico la
autorización competente”. Todos los capitulares estuvieron de acuerdo en
invertir el dinero en “valores de algún modo productivos, mientras no haya
de hacerse del mismo el uso que exijan las necesidades de la fábrica”. Sin
embargo, donde no hubo acuerdo fue en el destino de la inversión, pues la mitad
del Cabildo era partidaria de adquirir acciones de la citada empresa, mientras
que la otra mitad prefería comprar títulos de la Deuda Pública[11].
La venta del Bote y otras
arquetas se consumó en la segunda quincena de febrero de 1911 por 52.500 ptas. Tras
la venta, el Cabildo compró títulos de la Deuda Pública por el mismo valor en
que había vendido las piezas[12].
El asunto llega a las Cortes. La intervención del
Estado
Enterado Manuel Gómez Moreno de
la venta de estas piezas, comunicó por telegrama al diputado conservador
Guillermo Joaquín de Osma y Scull[13], con
lo que la polémica llegó a las Cortes. El hecho fue denunciado por el diputado
Osma en la sesión de 10 de marzo. Comunicó a la Cámara que los canónigos de
Zamora acababan de vender una caja de marfil del año 955, “la última que
quedaba en España, de las cuatro análogas que hasta nuestro tiempo habían
llegado”, pues las otras tres habían ido a parar a museos extranjeros.
Guillermo de Osma. |
El Presidente del Consejo de
Ministros, José Canalejas reconoció que no conocía los detalles del
procedimiento seguido por el Cabildo de Zamora, pero que había que evitar
repetición de casos semejantes. Canalejas fue tajante y rotundo: el
ofrecimiento del ejercicio del derecho de tanto al Estado no podía consumar la
venta: “no puedo admitir que la mera tenencia, la mera posesión por parte
del Cabildo, por parte de cualquier institución religiosa, de una joya
semejante, le autorice á venderla libremente; si es cosa sagrada, está fuera
del comercio de los hombres; si es patrimonio nacional, debe ser garantizado
por la eficacia del ejercicio de la intervención del Poder público... no puede
ejercitarse ni por los Cabildos ni por nadie (y ahora hablamos de los Cabildos)
ese jus abutendi”.
En defensa de la actuación del
Cabildo zamorano, el diputado Senante recordó que los capitulares lo habían puesto
en conocimiento del Estado y que este “dió la callada por respuesta”.
Para el diputado estaba justificadísima la conducta del Cabildo de enajenar la
pieza, argumentado que en la diócesis de Zamora había habido “necesidad de
reparar en poco tiempo más de 200 iglesias que estaban enteramente ruinosas, y
para esas reparaciones sólo ha habido subvención del Estado para siete ú
ocho... á pesar de ser el Estado quien tiene la obligación, desatendida casi
siempre, de atender á la reparación de los templos”- Concluyó diciendo que
“la Iglesia tiene derecho perfectísimo por mucho que queráis ponerlo en tela
de juicio, á disponer de lo suyo para atender á sus necesidades”[14].
Tras una breve intervención de
nuevo del Sr. Osma, la opinión del diputado Senante fue replicada por
Canalejas; sin querer entrar directamente en materia, advirtió que sobre “la
necesidad de la venta para conservar los templos habría mucho que hablar”,
pues “el bien comunal eclesiástico no es sólo de los Prelados ó de los
Cabildos ó de los sacerdotes, sino del común de los fieles...”[15]
José Canalejas, presidente del Gobierno en 1911. |
Estaban pues muy claras las
posturas de sus señorías: unas claramente a favor de la conducta seguida por el
Cabildo de Zamora y, por tanto, defensora del derecho de la Iglesia a disponer
de su patrimonio y otra, la del gobierno de Canalejas, expuesta por el propio
presidente, que defendía la intervención del poder público en la defensa de las
riquezas artísticas de la Nación.
El asunto se siguió tratando en
la cámara los días 11 y 13 de marzo y 8 de mayo. El ministro Castrillo anunció
la apertura de la investigación policial y confirmó que “la venta se ha
verificado” según le había comunicado el gobernador civil de Zamora. Se temía
que el Bote pudiera salir fuera de España. El día 13 el presidente Canalejas
confirmó que “la caja en cuestión y otra de menos importancia que pertenecía
tambien al tesoro artístico de la misma catedral se encuentran en Madrid” y
que ambas cajas quedarían depositadas en poder del Estado al día siguiente. En
efecto, tal como informaba la prensa provincial, el día 14 de marzo las cajas
habían sido trasladadas al Museo Arqueológico Nacional, comprándoselas al
anticuario Lafora por la misma cantidad en que éste las había adquirido[16].
El 8 de mayo de ese año ya
estaba el expediente en el Congreso, pues en el Diario de Sesiones se
recoge que “quedaron sobre la Mesa, á disposición de los señores
Diputados... el expediente sobre adquisición propuesta al Estado por el
Cabildo-catedral de Zamora, de dos cajitas antiguas de carácter mudéjar,
enviado por el Sr. Ministro de Instrucción pública, á petición de los Sres.
Burell y Osma”[17].
La compra por el Estado.
Bote de Zamora. MAN (Madrid). |
Adquiridas las piezas por el Ministerio de Instrucción
Pública por 52.000 ptas el Bote de Zamora fue depositado en el Museo Arqueológico
Nacional[18], donde ingresó con el
número de expediente 1912/78. De ello se hizo eco también el propio Gómez
Moreno cuando publicó su Catálogo; en nota pie escribe el granadino: “Las
dos primeras cajas arriba catalogadas, después de vicisitudes lamentables,
entraron en nuestro Museo Arqueológico Nacional, en 1911. Las tres siguientes,
por lo menos, han ido ahora (1926) a un coleccionista madrileño, sin
formalidades legales: huelgan comentarios”[19].
Para saber más:
J. I. MARTÍN BENITO y F. REGUERAS GRANDE:
"El Bote de Zamora: historia y patrimonio". Puedes descargarte el artículo en PDF en
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1104978
[1] J,
MERINO DE CÁCERES, “Algunos datos sobre el traslado a los Estados Unidos de
determinadas piezas arquitectónicas del castillo de Benavente”. Brigecio, revista
de estudios de Benavente y sus tierras, nº 3, Salamanca 1993, pp. 211-225.
[2] J. A.
GAYA NUÑO, Fernando Gallego. Madrid, 1958, pp. 22-38. El
retablo fue retirado en el siglo XVIII para colocar el retablo de plata y
vendido en 1877 durante el pontificado del administrador salmanticense Martínez
Izquierdo por 30.000 reales y con aprobación del Cabildo. Sobre el “calvario”
del retablo de Gallego véase: M. HERNÁNDEZ VEGAS, La Catedral y la Ciudad.
Vol. I, pp. 247-252. De
España fueron las tablas a la colección de Sir Herbert Cook en Richmond
(Inglaterra); sacadas a finales de la década de los cincuenta al mercado
internacional de arte, fueron adquiridas por la fundación Samuel H. Kress, la
cual las donó a la Universidad de Arizona, en donde fueron exhibidas por
primera vez en 1960. Hoy están expuestas en el Tucson Museum of Art (Arizona,
USA).
[3] El Heraldo de Zamora y
El Correo de Zamora, 15 de mayo de 1911.
[4] Catálogo del Museo
Marés, Barcelona, 1979, núms..715-716, 723, 1071, 1261, 1279, 1940 y 1945,
[5] M. GÓMEZ MORENO, Catálogo
Monumental de España. Provincia de Zamora, Madrid 1927, Vol. I, pp. 76-81 y
Vol. II. Lám. 26-37.
[6] Archivo catedralicio de
Zamora. Actas capitulares. Lib. 156. Palabra de 18 de abril de 1906.
[7] Archivo catedralicio de
Zamora. Actas capitulares. Lib. 156. Palabra del 3 de abril de 1906.
[8] Archivo catedralicio de
Zamora. Actas capitulares. Lib. 156. Palabra del 9 de marzo de 1907,
fol. 99.
[9] Archivo catedralicio de
Zamora. Actas capitulares. Lib. 156. Palabra del 9 de febrero de 1908,
fol. 126.
[10] Archivo catedralicio de
Zamora. Actas capitulares. Lib. 156. Cabildo ordinario de 23 de febrero
de 1910, fols. 185 v y 186 r.
[11] Archivo catedralicio de
Zamora. Actas capitulares. Lib. 156. Cabildo de 17 de marzo de 1910,
fol. 188.
[12] Archivo catedralicio de
Zamora. Libro de Contaduría de Hacienda de 1911-13,1921, 1923, 1925,
1926, pág. 8.
[13]
Guillermo Joaquín de Osma y Scull (1853-1922), era diputado por el distrito de
Monforte de Lemos desde 1891. Fue ministro de Hacienda en los gabinetes
presididos por Antonio Maura en 1903-04 y 1907-08. Desempeño la carrera
diplomática entre 1877 y 1891. Especialista en historia del arte, arqueología
y, sobre todo, azulejería y cerámica, fue miembro de la Real Academia de
Ciencias Morales y Políticas, dela de Bellas Artes d San Fernando y de la de
Buenas Letras de Barcelona. En 1916 fundó en la madrileña calle de Fortuny el
Instituto Valencia de Don Juan, con colecciones de documentos inéditos y de
objetos de artes industriales españoles que heredara de su esposa, la XIII
condesa de Valencia de Don Juan. Enciclopedia Universal Ilustrada
europeo-americana. Tomo XL. Barcelona, p. 873. (Falta año)
[14] Diario de Sesiones del
Congreso, 10 de marzo de 1911, número 5, p. 61.
[15] Diario de Sesiones del
Congreso, 10 de marzo de 1911, número 5, p. 62.
[16] El Correo de Zamora,
14 de marzo de 1911.
[17] Diario de Sesiones del
Congreso, sesión de 8 de mayo de 1911, pág. 692.
[18] El Heraldo de Zamora, 26
de junio de 1911.
1 comentario:
"Procedentes de Zamora, al igual que de otras provincias de Castilla,"
Extraño lapsus viniendo de quien viene... Por todo lo demás interesante publicación
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