José I. Martín Benito
Fernando II de León. Tumbo A de la catedral de Santiago de Compostela. |
Benavente y Ciudad Rodrigo son algo así como ciudades hermanas. Las dos deben su repoblación a Fernando II de León. La segunda recibió el auxilio del monarca desde Benavente.
La repoblación de Ciudad Rodrigo por Fernando II de León en la segunda mitad del siglo XII fue una ardua empresa que tuvo que hacer frente a su situación fronteriza, principalmente contra portugueses y almohades. En este contexto se sitúa la defensa que tuvo hacer el propio monarca en 1174, como narra el cronista Lucas de Tuy. El rey estaba comiendo en Benavente cuando recibió la visita de un canónigo de San Isidoro de León, quien le comunicó que un ejército moro atacaba Ciudad Rodrigo. El canónigo había recibido en sueños el aviso del mismo San Isidoro; el santo le había ordenado que fuera en busca del rey, al que encontraría en Benavente. Recibido el aviso, el monarca corrió presto a la defensa de Ciudad Rodrigo.
La repoblación de Ciudad Rodrigo por Fernando II de León en la segunda mitad del siglo XII fue una ardua empresa que tuvo que hacer frente a su situación fronteriza, principalmente contra portugueses y almohades. En este contexto se sitúa la defensa que tuvo hacer el propio monarca en 1174, como narra el cronista Lucas de Tuy. El rey estaba comiendo en Benavente cuando recibió la visita de un canónigo de San Isidoro de León, quien le comunicó que un ejército moro atacaba Ciudad Rodrigo. El canónigo había recibido en sueños el aviso del mismo San Isidoro; el santo le había ordenado que fuera en busca del rey, al que encontraría en Benavente. Recibido el aviso, el monarca corrió presto a la defensa de Ciudad Rodrigo.
La ayuda celeste y el sueño como preludio de la victoria
Comunes son en la historia el recurso a la intervención de los cielos y de la
providencia auxiliando a unos y a otros. Basta leer la Iliada de Homero
para ver como el Olimpo de los dioses se dividía amparando a aqueos o a
troyanos. La ayuda celeste se manifestó a través del sueño como una visión o manifestación de los poderes supraterrenales. Es este un recurso que se mantuvo desde la Antigüedad. Constantino enarboló el estandarte cristiano después de un
sueño y, gracias a la celeste ayuda, venció a su rival Majencio en la batalla del puente Milvio (312),
Las “intervenciones” isidorianas animan y justifican la expansión del Reino de León, seguro de contar con la protección celestial. Lucas de Tuy, que escribió en la tercera década del siglo XIII –durante el reinado de Alfonso IX de León- recurre varias veces a la ayuda que San Isidoro presta a los monarcas leoneses en las empresas militares. Así, en sus Milagros de San Isidoro, escrita en 1223, el obispo tudense y cronista real, describe diversas apariciones del santo hispalense anunciando los triunfos militares por venir en la lucha de las tropas leonesas contra los moros. El formato de la aparición isidoriana suele ser el mismo: el santo se aparece en sueños, bien al rey, a miembros de su familia, o a terceras personas para que estos lleven la nueva al monarca o la difundan. Así, en la víspera de la toma de Baeza (1147) por Alfonso VII, Isidoro se aparece al Emperador mientras este dormía y anuncia el triunfo. |
Antonio Sánchez Cabañas, autor de la Historia
civitatense, que data del siglo XVII, al referirse en uno de sus
manuscritos al ataque almohade de 1174 contra Ciudad Rodrigo, al mando
de Fernando Rodríguez el Castellano,
relata que, en la defensa que de la ciudad hicieron las tropas comandadas por
el rey Fernando II de León, en un momento de la batalla se vio descender del
cielo una paloma blanca que se posó en el yelmo del monarca, donde permaneció
durante el tiempo que duró la lucha[1].
Diversos autores posteriores han narrado también
este episodio, entre ellos -ya en el siglo XX- Jesús Sánchez Terán en sus Fichas
mirobrigenses y Mateo Hernández Vegas en su Ciudad Rodrigo. La catedral
y la ciudad. Pero, ¿cuáles son las fuentes de esta leyenda?
Ciudad Rodrigo: el origen de la leyenda de la
paloma.
Batalla entre cristianos y musulmanes. Miniatura medieval. |
En esta batalla, el Tudense hace
intervenir a la providencia. San Isidoro se habría aparecido al canónigo de su
Colegiata de León y presbítero don Martino, mientras este oraba en su iglesia,
para anunciarle que avisara pronto al rey –a la sazón en Benavente, para que
fuera pronto a socorrer Ciudad Rodrigo, pues “viene gran multitud de moros a
tomar aquella ciudad”; el propio Isidoro compromete su ayuda: “yo seré
con él, y el bienaventurado apóstol Santiago, y los moros serán quebrantados y
desbaratados y huirán del rey. Yo soy Isidro, patrono tuyo, y no tardes en ir,
porque el rey hará luego con voluntad agradable lo que de mi parte le dirás”
(Milagros de San Isidoro, León 1992, p. 83-84).
En la Colegiata de San Isidoro de León hay un manuscrito con el texto original en latín del Liber de Miraculis S. Isidori, con la signatura LXI, así como un manuscrito con la transcripción en romance, del siglo XVI (signatura LXII). Esta versión al romance del Bachiller Juan de Robles se imprimió en Salamanca el año 1525, con el título: Libro de los miraglos de Sant Isidro arzobispo de Seuillia / Primado et doctor excellentissimo de las Españas succesor del / apóstol Santiago en ellas con la hystoria de su vida et fin, et de su / traslacion, et del glorioso doctor sancto Martino su caninogo et compañero. En que se contiene muchas cossas deuotas et provechosas / para la conciencia; et para saber las antiguedades de España.
Los canónigos de San
Isidoro publicaron una nueva edición en 1732, con el título "Vida y
portentosos milagros del glorioso San Isidro, arzobispo de Sevilla",
que transcribió la versión castellana de Robles de 1525. En 1947 el abad Julio
Pérez Llamazares publicó otra edición. En 1992, con prólogo del abad Antonio
Viñayo se publicó otra, bajo el título "Milagros de San Isidoro".
Así pues, la leyenda
procede de Lucas de Tuy, concretamente del Libro de Los Milagros de San Isidoro.
El Tudense escribió esta obra en 1223, un año después de entrar como abad en la
colegiata isidoriana Don Martino, que le mandó escribir este libro. Entonces
Lucas era canónigo, antes de ser promovido a la sede tudense.
En la Colegiata de San Isidoro de León hay un manuscrito con el texto original en latín del Liber de Miraculis S. Isidori, con la signatura LXI, así como un manuscrito con la transcripción en romance, del siglo XVI (signatura LXII). Esta versión al romance del Bachiller Juan de Robles se imprimió en Salamanca el año 1525, con el título: Libro de los miraglos de Sant Isidro arzobispo de Seuillia / Primado et doctor excellentissimo de las Españas succesor del / apóstol Santiago en ellas con la hystoria de su vida et fin, et de su / traslacion, et del glorioso doctor sancto Martino su caninogo et compañero. En que se contiene muchas cossas deuotas et provechosas / para la conciencia; et para saber las antiguedades de España.
Pendón de Baeza. |
La referencia a Ciudad
Rodrigo está en el capítulo XLIV: "Cómo San Isidro envió una embajada
al rey Don Fernando, que fuese a socorrer a Ciudad Rodrigo, porque los moros
venían sobre ella, y del milagro que sobre esto acaeció".
No transcribo todo el
capítulo, mucho más extenso que la versión del Chronicom Mundi; sólo
adjunto unas líneas:
.. Y como los de la
ciudad vieron así a los moros ir huyendo, esforzáronse tanto que hasta las
mujeres salieron tras de ellos, y con palos y mazos los herían y despedazaban
así como a animales, y lo que más esfuerzo puso a los cristianos y grande temor
a los moros fué, que vieron todos bajar del cielo una cosa como paloma muy
blanca, la cual se asentó y estuvo puesta sobre el capacete del rey Don
Fernando mientras peleaba.
Así que, ya sabemos de
dónde tomó Sánchez Cabañas la leyenda de la paloma, de la edición impresa por
Robles en 1525 de Los milagros de San Isidoro, de Lucas de Tuy, como,
por otra parte, él mismo reconoce.
En el Chronicon
Mundi no se explaya tanto como en Los Milagros, pero alude al
socorro del rey auxiliado por el apóstol Santiago y San Isidoro:
"Per iden fere tempus era cum sarracenis vir nobilis et potentissimus
nomine Fernandus Rodericie Castellanus. Hunc sarraceni miserunt ad evertendam
populationem novam, scilicet civitatem Roderici. Rex autem Fernandus eo
tempore erat Benaventi. Beatus autem Isidorus apparuit cuidam canonico et
thesaurario monasterii sui nomine Isidoro, et mittens cum ad regem Fernandum,
significavit ei adventum sarracenorum, dicens, quod cito rex Fernandus
obviaret, et sanctus Iacobus Apostolus in certamine illo forent cum eo. Quo audito velociter perrexit
rex Fernandus cum paucis christianorum, et inito certamine cum sarracenis
statim vicit eos; et tantam ex illis prostravit multitudinem, quod prae
numerositate indicibili non poterar numerari".
La paloma blanca y el mensaje de los cielos
El recurso a animales que dan consejo o son
señales de la protección celeste cuenta con una honda tradición. Basta recordar
la burra de Balam (Núm. 22, 28-30) o la cierva que hablaba al oído al general
romano Sertorio, en las campañas ibéricas. También en la batalla de
Legnano (1176), cerca de Milán, entre las tropas del emperador Federico
Barbarroja contra las de la Liga Lombarda, dos palomas blancas se posaron sobre
las insignias de Lombardía. La batalla se saldó con la victoria de las tropas
lombardas.
A la batalla de las Navas de Tolosa (1212) está
ligada la leyenda de la Virgen de Cuadros de Bedmar (Jaén). La antigua imagen
habría sido traída por soldados de la villa de Cuadros (León) que participarían
en la batalla como vasallos del rey de Castilla. El icono mariano fue ocultado
y mucho tiempo después (1431) su lugar fue revelado por una paloma a un pastor
de Jódar[2]
También, cuando en 1475 se asentaban las vistas
entre Eduardo IV de Inglaterra y Luis XI de Francia para establecer las treguas, una
paloma blanca se posó en la tienda del monarca inglés, lo cual fue interpretado
por los presentes como que el Espíritu Santo había hecho las paces[3].
Recuérdese que fue una paloma la que indicó a Noé
que el Diluvio había terminado. "Desde que Noé despacho sus mensajeros de la arca, por exploradores de la tierra, fue la paloma nuncio de salud y de paz y el cuervo de muerte y guerra" [3]. La paloma está ligada asimismo a las leyendas
del ciclo artúrico; en la fiesta que dio el rey Pelles para celebrar la
liberación de su hija cautiva por el dragón, se apareció una paloma que llevaba
en el pico un incensario que impregnó la estancia de un olor maravilloso, como
preludio a la aparición de una doncella que llevaba en la mano un copa (el
Santo Grial)[4].
Téngase también en cuenta que en la tradición
cristiana la forma de representar al Espíritu Santo es, precisamente, bajo la
de una paloma blanca. De algún modo, cabría interpretarse, pues, que la
presencia de la paloma trata de justificar el mensaje o la ayuda de los cielos.
Y así, en el caso de la leyenda de Ciudad Rodrigo, el rey Fernando II de León
habría abortado el ataque almohade gracias al Espíritu Santo y a la intercesión
y aviso de San Isidoro; un santo fue venerado en las ciudades del Reino, con
iglesias en León, Zamora y Ciudad Rodrigo, entre otras[5].
El monumento a Fernando II en Ciudad Rodrigo
Monumento a Fernando II. Ciudad Rodrigo. |
Este monumento, levantado en 1961 al cumplirse el
VIII Centenario de la institución de la Diócesis civitatense, es obra del
escultor zamorano José Luis Núñez Solé. Está fabricado en relieve sobre piedra
arenisca y representa al rey Fernando II de León, en posición jerárquica sobre
representantes de los tres estamentos: nobleza, clero y campesinado.
El escultor, conocedor de la leyenda transmitida por la historiografía
mirobrigense, situó una paloma a la altura de la cabeza del rey. Sobre este
monumento véase
http://rodericense.blogspot.com.es/2014/11/el-monumento-fernando-ii-de-leon.html
[1]
Historia de Ciudad Rodrigo. Originalmente
escrita por don Antonio Sánchez Cabañas (siglo XVII). Comentarios
actualizados de José Benito Polo.
Salamanca 1967, pp. 41-42.
[2]
Leyendas similares se encuentran por otras
partes de la geografía española, como la referente la ermita de la Trinidad en
Iturgoyen (Navarra): P. ARGANDOÑA: “Leyendas y cuentos de Lezaun (Navarra)”. Cuadernos de
Sección. Antropología-Etnografía 11. (1994) p. 71-118. http://www.euskomedia.org/PDFAnlt/zainak/11/11071118.pdf
[3]
Las Memorias de Felipe de Comines, señor
de Argenton de los hechos y empresas de Luis undecimo y Carlos octavo, Reyes de
Francia traducidas de frances con escolios propios por don Ivan Vitrian, prior
y provisor de Calatayud, asesor del Sancto Officio y capellan del Rey Nuestro
señor, dirigidas a su sobrino el señor don Ivan Vitrian presidente de La
Española, cavallero de la Orden de Calatrava. Amberes, 1643, pág. 330.
[5] La
diócesis de Ciudad Rodrigo tiene como patrón a San Isidoro; el santo, contó con
una iglesia dedicada en la ciudad; desaparecida esta, la advocación isidoriana
pasó a la iglesia de San Pedro. En la diócesis, San Isidoro tiene otra iglesia
bajo su advocación en Paradinas. En la diócesis de Zamora, además del templo de
la ciudad, al santo se le dedica la parroquia de Casaseca de Campeán. En la de
Astorga, en las parroquias de Castro de Sanabria (Zamora) y Posada y Torre de
la Valduerna (León).
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