jueves, 9 de agosto de 2018

Un asturiano por los Valles de Benavente

EL VIAJE DE JOVELLANOS EN 1791

Jovellanos, por Goya.
José Ignacio Martín Benito

El asturiano Gaspar Melchor de Jovellanos (Gijón 1744, Vega 1811) fue una de las figuras de la Ilustración española. Literato, político, economista, ocupó altos cargos en la administración del país. Fue alcalde del crimen (1767), oidor de la Audiencia de Sevilla en 1774 y alcalde de corte en Madrid en 1778. Miembro de las Reales Academias de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando, dejó escritos varios tratados e informes sobre agricultura, enseñanza... Ocupó también la cartera de Gracia y Justicia con Godoy en 1797. Entre su vasta obra está su Diario, donde deja constancia de sus viajes por el país. 

En 1791 Jovellanos viajó en coche por la vía de la Plata, desde Salamanca a Zamora, Benavente y Asturias[1]. Entre Cubillos y Piedrahita de Castro observa mucha tierra sin poblar y sin cultivar. Se queja de la hospitalidad que le dieron en Moreruela, un frío recibimiento, sin que pudiera ver la iglesia ni el archivo. El Esla lo cruzó en barca, posiblemente en Barcial para dejar Benavente a la izquierda y dirigirse hacia San Cristóbal de Entreviñas y, desde aquí, a Villaquejida, donde hubo de albergarse en un “trístísmo mesón”. Jovellanos se queja igualmente de la posada de Villamañán, que encontró “sucia, fría e incómoda”, añadiendo “Dios nos saque en paz de ella”.

Posada en el siglo XVIII.
Diario 

“Día 16 [noviembre]. Tierna despedida de los amigos de Salamanca; mañana fría, sin ser mala; a Cubillas [Cubillos] una legua; de aquí a Piedrafita dos, y mucha tierra despoblada y sin cultivo; a Priego [Riego del Camino] otras dos; a Moreruela una. Aquí tuvimos un recibo tan frío como el tiempo; andaban los frailes a magostar en las recreaciones de anteadviento; malo el abad Fr. N. Canaval. Comimos, y sin ver la iglesia ni el archivo, partimos con tarde mala y lluviosa a dormir a Santovenia, donde estamos en casa del párroco D. Diego Aparicio, hombre fino, joven y al parecer instruído, primo de los Altamiranos, de quien traje carta.

Día 17. Noche cruelísima; salimos con una mañana igual; a Villaveza una legua, y otra a la barca; todo el camino lleno de charcos e inundado; pasé la barca en coche bien y luego, y dejando Benavente sobre la izquierda, seguimos por la orilla del río hasta San Cristóbal, dos leguas y media; de allí a Villaquejida, una y media: dicen que ésta es la patria de Santo Toribio Alonso Mogrovejo, que aunque de padres avencidados en Mayorga, nació aquí de paso. Tristísima patria escogió el santo bendito, y tristísimo mesón nos albergó a nosotros, careciendo de todo, hasta de asistencia y abrigo. Salimos a las tres hasta Toral de la Vega, legua y media; este camino y todo el de la mañana inundado desde la barca acá; cerca de Toral muchos barros; dejamos a Toral cerca de noche creyendo hallar a Villamañán en una legua de distancia, y está a dos; pasamos por San Millán ya de noche; a una legua sobre la derecha queda Valencia de don Juan donde hay otra barca sobre el Ezla. En Toral hay un palaciote con sus torreones que es del señor, y está mal conservado. Llegamos a Villamañán a las siete de la noche, habiendo andado hora y media en tinieblas, y más por agua que por tierra. Aún peor que esto es la posada, sucia, fría e incómoda. Dios nos saque en paz de ella; dicen que la noche está serena y acaso va a cambiar el tiempo con el menguante de la luna de mañana. Quiéralo Dios, y a toser y a dormir.” 

Monasterio de Moreruela.
 Luego sigue el trayecto de León a Gijón.

Día 26. Salida a León a las ocho y media de la mañana en el coche de San Marcos... 

[1] Obras de Gaspar Melchor de Jovellanos, Biblioteca de Autores Españoles, Tomo III, nº 85. Diarios. Diario Segundo, 1791. Madrid, 1956.

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