José I. Martín Benito
La Vía de la Plata fue una de las rutas más transitadas entre el norte y el sur peninsular. Las opiniones de los viajeros
sobre las posadas y mesones que encuentran en el camino hacia Benavente son
variadas, pero suelen coincidir en su escaso confort. Estas, por lo general,
son frías y mal acondicionadas.
Posada, en el siglo XVIII. |
Bartolomé Villalba y Estaña que viajó por la
Vía de la Plata en 1577 en su camino a Santiago, y que escribió un libro titulado "El pelegrino curioso", se queja del albergue de Bretó: “Lo cual visto y
notado con gran contento llegó á Breton, Bribon dixeran mejor, según es infame
casa para los caminantes, que es, cierto, cosa de espanto, siendo del Conde,
¿cómo se provee de remedio más acomodado en un vil albergue?”[1]. En
otros lugares, simplemente no había posada, teniendo los viajeros que
arreglárselas como pudieran. Al Pelegrino Curioso no le fue mejor en
Villabrázaro que en Bretó: “... llegó aquella noche á Villabrasa, por cierto
brasa e caminantes porque el Pelegrino durmió en un carro, perdió no se qué
cosillas, quedó sin cena, sintió buen frio”[2].
R. Ford, en una acuarela de J.F. Lewis. |
Sólo en las villas de cierta
entidad parecen encontrar los viajeros un lugar cómodo para descansar y reponer
fuerzas para el día siguiente. En el viaje que hizo en 1612 a Santiago,
Bernardo de Aldrete encuentra en Valer “mala posada i peor abrigo i ningunas
camas”, compensada por la estancia en El Pereiro, ya en Galicia, donde
“hallamos buena posada en un quarto... y el huésped nos regaló i dio todo un
buen servicio con limpieza”. A su regreso de Compostela, Aldrete encontró a
Benavente con “mui buenas posadas, en particular la del conde, que es la
mejor donde posamos”. También Richard Ford, viajero por la España romántica
del siglo XIX, pondera la estancia en Benavente, aunque la villa le pareció
aburrida y pobre: “hay una Posada decente en las
afueras de la ciudad en el camino de Astorga; la ciudad es aburrida y
empobrecida”.
Pero las posadas medianamente
confortables debían ser excepciones. William Dalrymple, que caminó por la vía
de la Plata en 1774 para ir a Ferrol, cuando llega a Riego del Camino, señala
que es “aldea pobre, con una más pobre cabaña a manera de posada. No se
encuentra en ella más sillas que el suelo: nos ha costado mucho trabajo
hacernos dar un puchero de barro para cocer las provisiones que, por fortuna,
habíamos traído; porque no hay allí más que un vino agrio y pan muy malo”.
El militar británico señala que en verano, cuando no hay rocío, más valía “dormir
al aire libre que estar encerrado en un cuarto que se parece a un gallinero”,
como lo hacían muchos gallegos que viajaban a segar a Castilla: “Duermen
todos en los cementerios, al aire libre, lo que es una costumbre bastante
corriente en el pueblo de estos países cálidos... A menudo he visto a los mozos
de ranchos en Andalucía y la Mancha pasar la noche en el patio de la posada
mejor que en las habitaciones”.
Posada. Escenas matritenses, de Mesonero Romanos. |
Jovellanos, por Goya. |
Junto a las posadas estaban
también las ventas, al lado del camino y alejadas de la población. En el camino
entre la Puebla de Sanabria y Tábara destacaban hacia 1812 la venta de
Cernadilla y la venta de Litos, si bien la primera estaba arruinada. Por su
parte, la de Litos era el único foco poblado del camino entre este lugar y
Tábara:
“ ... desde el frente de
Litos á Tabara es el camino llano, no se halla poblacion sino la Venta de
Litos, el terreno es monte poblado de maleza...”[3]
Otra de las ventas en el camino entre La Puebla de Sanabria y Benavente (hoy N-525) fue la venta Cabijas, cerca de Colinas de Transporte.
Otra de las ventas en el camino entre La Puebla de Sanabria y Benavente (hoy N-525) fue la venta Cabijas, cerca de Colinas de Transporte.
Venta Cabija, en el camino de Benavente a La Puebla de Sanabria |
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[1] B. VILLALBA Y ESTAÑA, El
Pelegrino Curioso y otras Grandezas de España. Op. cit., pág.
[2] En venganza de la mala
noche que había pasado en Villabrázaro, al día siguiente el Pelegrino
tomó un yeso y dejó escritos unos encendidos versos en la puerta de la iglesia.
Ibidem, pág.367-368.
[3] Circunstancias
del camino de la Puebla á Carbajales. Instituto de Historia y Cultura
Militar. Sección A, grupo XV, subgrupo II. 4069. Sig. 3-2-3-14- Rollo 23.
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