El Tera, a su paso por Mózar. |
En unas comarcas tan bien
regadas por los ríos que bajan de las montañas de León y de la cordillera
cantábrica, como son las del norte de la actual provincia de Zamora, uno de los productos más admirados por los viajeros es la pesca de
barbos y truchas. Las referencias a éstas especies se prodigan en viajeros como
Jeronimus Münzer, Andrés Muñoz, Ambrosio de Morales, Flórez, Vázquez del Viso y Richard
Ford. El alemán, en el viaje que hizo en la Navidad de 1494, ensalza las truchas
de Benavente:
“La ciudad de Benavente... hállase en una fértil planicie, regada por
el Aquefontis (sic), que cría exquisitas truchas, y el cual,
como otros varios riachuelos, junta sus aguas con las del Duero, río que
desemboca en las costas de Portugal”.
También lo hace Andrés Muñoz, en el Viaje de Felipe II
a Inglaterra en 1554. El cronista, cuando está describiendo los corredores
de la fortaleza-palacio de los condes de Benavente, añade:
“De las cuales se ven y señorean muy gran pedazo de tierra, grandes
montes, huertas, arboledas, rios y sus vertientes, y otros pasos muy
deleitosos, en especial estos rios que cuasi junto á la fortaleza pasan, donde
se cree que mueren las más hermosas truchas del mundo, según pareció los dias
que allí estuvieron Sus Altezas”.
No sólo las aguas de Benavente
crían truchas, sino también toda la ribera del Órbigo. Vázquez del Viso, autor
del Viage a Galicia desde Benavente en 1798, dice que dicha ribera “abunda
de caza y de buenas truchas”. Igualmente alaba las pesquerías del Tera: “abunda
de mucha caza y el río de delicadas truchas y anguilas”.
Río Tera, en Mózar de Valverde. |
Pero es Ambrosio de Morales, en
1572, quien más resalta la abundancia de la pesca, sobre todo del Lago y otras
lagunas de Sanabria:
“Agora es el lago del Monesterio, y tiene truchas y barbos en grande
abundancia, y muy sanos... Tiene tambien el Monesterio en otra sierra dos lagos
estantios, sin que corran á ninguna parte, y en ambos es el agua muy delicada,
y las truchas y peces muchas y muy buenos”, recoge en su Viage a los reinos de Galicia, León y Asturias. Y en su
Descripción de España, insiste: “El abundancia de grandes truchas y barbos que tiene este lago es
cosa que pone admiracion. La voluntad sola pone número y tamaño á la pesca, y
diciendo vamos á sacar cien truchas y barbos de tantas libras, estan seguros
que no faltará la tasa en todo. Este lago es del Monesterio de San Martín de
Castañeda, de la Orden del Cister, que está allí cerca, y tiene tambien el
Monesterio otras dos lagunas notables en grandeza, hondura y pesquería”.
Lago de Sanabria. |
Por su parte, al ocuparse del
lago sanabrés, alude a: “la mucha pesca
que en él se cría”[1].
También el padre Flórez alude a las truchas del lago, cuando describe el curso alto del Tera: “El rio, como que no quisiera apartarse de alli, corre lentamente y pacifico por el medio, ministrando por su parte muchas y delicadas truchas”[2].
También el padre Flórez alude a las truchas del lago, cuando describe el curso alto del Tera: “El rio, como que no quisiera apartarse de alli, corre lentamente y pacifico por el medio, ministrando por su parte muchas y delicadas truchas”[2].
A la
riqueza de las pesquerías del lago también alude el francés Alexandre Laborde
en su Itinerario descriptivo de España. Al referirse a Astorga, escribe:
“en sus inmediaciones está el lago de Sanabria, que abraza una legua de
extensión, y cruzando por el río Tuerto[3], agita
sus aguas que forman furiosas olas. En medio de este lago se eleva un peñasco
sobre el cual hay un castillo hermoso que pertenece a los condes de Benavente,
y el lago al convento de Santa María de Castañera: abunda mucho de peces y
truchas”.
Las abundantes truchas del Lago
de Sanabria, comparándolas con las del País de Gales, llamaron también la
atención del británico Richard Ford, que recorrió el territorio hacia 1835:
“Los monjes ciertamente, se han ido, cogidos de un solo golpe por el
esparavel de Mendizábal, pero las truchas, lo que hace el caso, desafían tanto
a reformadores como a pescadores furtivos; son de buen tamaño, inagotables en
número, y, cuando llega la estación, sonrosadas como su congéneres del País de
Gales”. Para el viajero inglés: “los mejores arroyos trucheros son el Tera,
Eria, Tuerto y Orbigo, que van a desaguar al Esla, y el Cabrera, Burbia y Cua,
que son tributarios del Sil, verdadero príncipe de ríos”.
En Benavente, continua Ford: “un bonito paseo, El Caracol,
lleva a la sombra de los árboles por un arroyo truchero”[4]
Para saber más:
[1] A.
YEPES, Crónica General de la Orden de San Benito. Tomo II. Madrid, 1960.
Biblioteca de Autores Españoles, pág. 332. Ed. Atlas.
[2] E. FLÓREZ, España
Sagrada. Tomo XVI. De la Santa Iglesia de Astorga. Madrid 1762, pp. 45-46.
[3] Claramente confunde este
río con el Tera.
[4]
También J. LEDO DEL POZO pondera las pesquerías de Benavente: “... y su pesca
sobre manera rica, grande y esquisita, la hace no solo apreciable por los
muchos y sazonados barbos, y otras varias especies, sino tambien por las
grandes truchas, tencas, y excelentes anguilas”. Historia de la nobilísima
villa de Benavente con la antigüedad de su ducado, principio de su condado,
sucesión y hazañas heroicas de sus condes, Lib. I, cap. VII, pág. 58. Zamora 1853. Reed.
Centro de estudios Benaventanos “Ledo del Pozo”, Benavente, 2000.
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