martes, 9 de agosto de 2016

La visión de los viajeros. El Rebollar en el siglo XVIII (y 3)

El viaje de Gálvez de 1757 (Los carruchinos, la Iglesia y el paso del río Águeda)

José I. Martín Benito

2.7. El comercio: Los “carruchinos”

Carretero.
Si en la labranza de los campos intervenían las mujeres, tal vez fuera porque, algunas temporadas, los hombres se dedicaban al comercio, pues bajaban con sus carretas hasta Andalucía. El Libro del Bastón de Ciudad Rodrigo recoge que los vecinos de Robleda “traxinan con carretas”, circunstancia que no pasó desapercibida a Gálvez:

“La posada es la peor casa de todo el pueblo, por lo que el alcalde nos alojó en la casa de una honesta labradora, cuyo marido con otros del pueblo había bajado a Sevilla con carretillas a cargar de sal para el consumo del reino de León”.

La sal era cargada en Alcalá del Río, era uno de los muchos productos con los que comerciaban los robledanos. La información más detallada sobre el comercio en Robleda la proporciona una fuente contemporánea a Gálvez: el Catastro de Ensenada (1751). Prácticamente todos los vecinos varones de Robleda se dedicaban al comercio:

“… en los yntermedios en que no labran ni aran y aun la mayor parte del año y especialmente en la primavera, verano y otoño se emplean sus ganados y carros que para ello tienen, viven y se ejercitan en el trafico de la carretería y conducen (…) a Castilla y otras partes carbón y maderas y vuelven cargados de trigo, que venden en Sierra de Gata y otras partes, y otras veces conduzen a parte para las cocheras reales maderas de fresno para coches, sal de Alcalá del Río para los aljolíes de Extremadura y lana y lo demás que les ocurre”.

2.8. La concepción de la riqueza

El presbítero sevillano se quedó extrañado del comportamiento de la dueña de la casa donde se alojó:

“No puedo omitir lo que nos sucedió con la rica que nos tuvo alojados. Esta tal pasó a Ciudad Rodrigo a una feria o mercado que celebraron mientras estuvimos en dicha ciudad. Casualmente nos encontró y nos pidió para comprar alguna cosa de la feria, con tales modos y expresiones como las usaría un verdadero pobre en Sevilla. Nos admiró que una mujer que se reputaba por de más caudal en Villa Robleda cometiese tal bajeza. Al fin le dieron unos cuartos y se fue contentísima”.

2.8. Observaciones sobre la vida religiosa. La iglesia

Llamó la atención del sevillano las proporciones de la iglesia de Robleda y la costumbre nocturna del rezo del Rosario, así como la “colgadura” con la que los fieles habían adornado el templo para la fiesta del Sacramento.

“Finalmente, Villa Robleda tiene una parroquia del obispado de Ciudad Rodrigo; es muy grande, sin embargo de no estar concluida. Todas las noches a las oraciones van las mujeres a rezar el Rosario y cada una lleva vela o candelilla, según su posibilidad, y las colocan sobre las sepulturas de sus difuntos. El domingo infraoctavo de la Ascensión habían tenido fiesta del Ssmo. Sacramento para la que habían adornado la iglesia con una colgadura, la más rara y especial que pienso ver en mi vida”.

Ésta se componía de sábanas, camisas, mantillas, pañuelos, ligas, medias, dechados, dijes, toallas, lazos de varios colores, etc. Esta variedad de piezas, tamaños y colores, y la cenefa de cuadros de pintura, la tenían tan bien colocada y con tal simetría que confieso me maravilló al ver tan bella disposición y de tanto gusto con piezas tan desiguales y diversas. No se puede ponderar el golpe que nos dio esta nunca tejida colgadura.

Al mismo tiempo, los retablos, altares e imágenes tenían tanto lazo y cintas encarnadas que a una Sª Bárbara no la pude conocer hasta después de mucho rato, sin embargo de una insignia tan visible y conocida como la torre”.

2.9. El paso del río Águeda

Iglesia de El Bodón.
El viajero salió para Ciudad Rodrigo el día 13 de mayo. Vadeó el río Águeda, aunque anotó que en época de aguas este se cruzaba en barca. El camino a Ciudad Rodrigo no le resultó malo.

"Salimos este día 13 para Ciudad Rodrigo que dista 4 leguas. A una legua de Villa Robleda se pasa el río Águeda, badeándolo en tiempo de aguas tiene barca un poco más arriba. Se deja a un lado el Bodón, pueblo corto. Estas cuatro leguas no son de lo peor, aunque hasta pasado el río Agueda hay alguna piedra”.

Gálvez y sus acompañantes descansaron esa noche en la ciudad y al día siguiente tomaron el camino de Salamanca.

1 comentario:

Ángel dijo...
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