San Julián, el Hospitalario. |
José I. Martín Benito
En el Reino de León varias son las leyendas que hacen referencia a la intervención divina y a la ayuda celestial en el cruce de los ríos: desde vírgenes protectoras, santos barqueros o frailes que andan sobre las aguas.
Quizás
una de las leyendas más conocidas sea la de los santos barqueros de San Pedro
de la Nave (Zamora),
Julián y Adela (o Basilisa), que ayudaban a los peregrinos a cruzar el río
Esla. La pareja habría llegado a este lugar tras la penitencia impuesta por el
Papa para que Julián expiara su pecado de parricidio, de modo que, junto a su
compañera, construyó una barca y una hospedería para el auxilio y socorro de
los peregrinos[1]. El
lugar de embarque era conocido como “embarcadero de Santa Basilisa”, el manto
de la santa servía de lancha para pasar piedra destinada a la construcción del
templo[2].
La
advocación a San Julián, patrono de los barqueros y de los pescadores, se
atestigua también en poblaciones que tuvieron pasos de barca. Además de San
Pedro de la Nave,
su culto se documenta en Alija de la
Ribera (Bernesga)[3],
en Castrillo de Porma, en Mózar y Villanázar (Tera)[4]. También en Salamanca, el santo tiene una iglesia bajo su advocación.
Barca sobre el Esla (Aldea del Puente). Década de 1930. |
Una
leyenda similar es la de San Boal, vinculada en este caso a Manzanal del Barco,
otro santo arrepentido de su pasada vida que decidió retirarse a las riberas
del Esla, construir una barca, dar albergue y alimento a los viajeros y pasarlos
al otro del río. En la base de ambas leyendas, tanto de la de San Pedro de la Nave como de la de San Boal
está la de San Julián el Hospitalario[5].
La
leyenda de San Boal está también ligada a la ciudad de Zamora. Fernández Duro
se hace eco de una historiografía local que ve en el santo un jefe de
bandoleros hasta el momento de su conversión y que con los bienes mal
adquiridos fundó un hospital y una barca para ayudar a pasar el Duero, al
tiempo que fabricaba y vendía vasijas de barro, con cuyos beneficios sustentaba
sus obras hospitalarias. Tras padecer martirio junto a su hermana Justa y otros
compañeros, sus reliquias se conservarían en la iglesia de San Torcuato[6].
[1]
La leyenda de San Julián el Hospitalario fue recogida por Luis Cortés en San
Pedro de la Nave,
donde señala que los barqueros eran Julián y Adela. Advierte el autor que en el
siglo XIX, tras los estudios de Garnacho y Fernández Duro, la leyenda popular
se mezcló o se confundió con la de los santos Julián y Basilisa. L. CORTÉS
VÁZQUEZ: “La leyenda de San Julián el Hospitalario y los caminos de la
peregrinación jacobea del occidente de España”. Revista de Dialectología y tradiciones populares. Tomo VII, Madrid
1951. Cuaderno 1, pp. 56-83. Esta leyenda está muy difundida en Europa y ligada
a los caminos de peregrinación. Véase también S. de la VORAGINE: “La leyenda dorada. Tomo I. Madrid 1992,
pp. 141-146. La versión erudita de la de San Pedro de la Nave en: C FERNÁNDEZ DURO: Memorias históricas de la ciudad de Zamora,
su provincia y obispado. Tomo I. Madrid 1882, pp. 185-188. También en U.
ÁLVAREZ MARTÍNEZ: “Nuestro grabado”. Zamora
Ilustrada, 29 de junio de 1881. No obstante, la presencia de los santos
Julián y Basilisa en la leyenda es anterior al siglo XIX, como suponía L.
Cortés. Una visión actualizada es la de J. LORENZO ARRIBAS: “Tradición oral,
unos santos barqueros y algunos datos documentales dispersos sobre la Nave”, en L. CABALLERO ZOREDA
(coord.): La iglesia de San Pedro de la Nave. Zamora. Zamora 2004,
pp. 19-37.
[2]
A. CUADRADO: “Un gran joya artística: La iglesia de San Pedro de la Nave (diócesis y provincia de
Zamora)”. Heraldo de Zamora, 13 de
agosto de 1930, pp. 3 y 4.
[3] N. BARTOLOMÉ PÉREZ: “El folklore relacionado con la basílica paleocristiana de Marialba de la Ribera (León)”. Revista de Folklore, nº 319. Año 2006, pp. 119-125.
[4]
J. I. MARTÍN BENITO: “En la merindad de Valverde. Villanázar: notas para su
historia”. Brigecio, 21-22. Benavente
2012, pp. 167-168.
[5]
L. CORTÉS VÁZQUEZ: Op. cit. y
“Caminos de peregrinación occidentales” en L. HUIDOBRO Y SERNA: Las peregrinaciones jacobeas, Tomo III,
Madrid 1951, pp. 490-491.
[6]
C. FERNÁNDEZ-DURO: Memorias históricas de
la ciudad de Zamora, su provincia y obispado. Madrid 1882. Tomo I, pp.
142-143.
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