viernes, 7 de abril de 2017

Barcas del Porma (2)

La barca de San Cipriano del Condado para San Vicente

Barca de San Cipriano (1948), cedida por J. C. Ferreras.
José I. Martín Benito

En San Cipriano hubo puente de madera que era necesario recomponer anualmente, porque el que se hacía era arrastrado por las crecidas del río. Otra alternativa de paso era la barca. No obstante, los vecinos buscaron el establecimiento de un paso fijo y estable. En 1947 los presidentes de las Juntas Vecinales de San Cipriano y San Vicente solicitaron al ayuntamiento de Vegas del Condado una subvención para la construcción de un puente sobre el río Porma, con la garantía de que los vecinos de ambos pueblos contribuirían con 125.000 pesetas. La Corporación solicitó a su vez el puente a la Diputación provincial, ofreciendo los terrenos en el Soto de San Cipriano, así como la garantía de 125.000 pesetas en metálico aportadas por los vecinos. El puente se construyó entre 1949-1950. En esta fecha, los vecinos de San Cipriano, ante la sequía reinante, hicieron una rogativa a la Virgen de las Mercedes para pedir la lluvia; como la imagen mariana estaba en la ermita, al otro lado del río, tuvieron que subirla a la barca para cruzar el Porma.

El barquero, Francisco, un viajero y Próspero. Década 1940.
La embarcación, que estuvo activa en la primera mitad del siglo XX, era de cable, más pequeña que la de Vegas, y desapareció cuando se hizo el puente. Los vecinos estaban avenidos con el barquero, al que pagaban en especie, por lo general, heminas de trigo, o en metálico. De la parte de San Cipriano el embarcadero estaba en el pago “La Huerta del Río”, donde el barquero, tenía un chozo para refugiarse[1]. De la parte de San Vicente, el puerto estaba en el denominado “Plantío de Balbino”. Según nos informó Francisco Llamazares Alonso (n. 1931), la barca era del pueblo de San Vicente y salía en arriendo anualmente en septiembre. Junto a sus hermanos varones, ayudaba a su padre, Francisco Llamazares Serrano, a pasar la barca, en la que transportaba ganado para el mercado de León, vacas y caballerías, principalmente; pero lo que más pasaban eran personas, que pagaban 20 cts de pta. Otros pasajeros estaban avenidos con el barquero por media hemina de trigo. “La barca la hacía un señor que entendía: un hijo del tío Catalán, el de San Cipriano, que se llamaba Isidoro”; estaba fabricada con madera de álamo, salvo “los cuatro postes de negrillo” (mástiles). El cable, de alambres finos, se sujetaba a dos postes de roble fijados en cada orilla. La barca, que tenía cadena y candado, fue arrastrada en ocasiones por el río; sacada del agua, la arrastraban con una pareja de vacas sobre una estructura de madera: “encima de un palo con tres picos, como un tenedor".

Romería de Las Mercedes, 1950.
El refugio del barquero era un chozo construido con palos, sobre los que ponían tapín y cubrían de tierra, como aislante del frío y del agua. Llamazares Alonso recuerda “el frío que pasamos” y asegura que la barca por sí sola no daba para vivir, pues la familia tenía que completar con “poca labor y 2 vaquinas”[2].

Entrada anterior: La barca de Vegas del Condado.









[1] Información facilitada por Ángel González García.

[2] Francisco Llamazares Alonso vive en San Vicente del Condado; es ebanista jubilado. Agradezco la información que me facilitó en la larga conversación telefónica que mantuve con él la tarde del 21 de julio de 2014. Me puso en contacto con él, Eugenio González.


Para saber más:
http://ledodelpozo.blogspot.com.es/2015/08/jose-ignacio-martin-benito-barcas-de.html

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