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miércoles, 2 de marzo de 2016

Napoleón en España. Apuntes para una ruta (1)

En 2021 se conmemorarán 200 años de la muerte de Napoleón Bonaparte, una de las figuras más destacadas de la historia europea. Francia se prepara para ello, pero aquí también podríamos aprovechar la oportunidad que nos ofrece el tirón del personaje. ¿Cómo? Haciendo realidad una ruta, en la que podrían implicarse tres comunidades: País Vasco, Castilla y León y Madrid. De nosotros depende

La campaña de Napoleón en España. Itinerario

Las derrotas de las tropas francesas en las campañas iniciales del año 1808 en la península ibérica, en especial la rendición de Dupont en Bailén en el mes de julio, así como las dificultades con las que tropezó en Zaragoza, Valencia y Cataluña, obligó a Napoleón a preocuparse seriamente de los asuntos de la Península. 

(Dibujo de Rafael González Rodríguez)


El emperador decidió ocuparse personalmente de las operaciones, y concentró en España unos 300.000 soldados, muchos de ellos veteranos de las campañas en Europa, y los mejores mariscales del Imperio, Soult, Víctor, Ney, Morder y Lefèbvre. El 3 de noviembre se presentó en Bayona. Al día siguiente cruzó la frontera y llegó a Tolosa. Ese día ordenó a Bessières marchar sobre Burgos; a la defensa de la ciudad acudió el ejército de Extremadura, enviado por la Junta Central. Los españoles concentraron fuerzas en el bosque de Gamonal. La indecisión de Bessières llevó a Napoleón a dar órdenes a Soult de dirigirse a Briviesca, a donde el general llegó el 9 de noviembre. Bonaparte llegó a Vitoria en la noche del 5 al 6 de noviembre de 1808.
Tras la victoria de Lefebvre en Güemes, el 9 de noviembre el emperador ordenó a Soult la toma de Burgos. El Corso llegó a Armiñón el 10 de noviembre y al día siguiente trasladó su cuartel general a Cubo de Bureba, donde recibió las noticias de la toma de Burgos. Llegó a la ciudad castellana el 11 por la mañana. Durante esas jornadas se libró la batalla de Espinosa de los Monteros.
La marcha de Napoleón, de Meissonier

El día 14, Napoleón recibió la noticia de la victoria francesa sobre el ejército español al mando de Blake. El 16 de noviembre ordenó al mariscal Bessières que ocupase Aranda, enviando reconocimientos hacia Almazán y Somosierra y cuatro días era informado de que los españoles se batían en retirada sobre Somosierra. El 23 de noviembre Napoleón parte de Burgos y entra en Aranda la misma fecha. En este día tiene lugar la batalla de Tudela, pero el despliegue de vigilancia español entre Ney y Lannes imposibilita que la noticia de la victoria llegue al Emperador hasta tres días después. Es entonces, cuando decide marcha inmediatamente sobre Madrid, a la cabeza del primer Cuerpo de Ejército, de la Guardia Imperial y de la Reserva de Caballería. Ordenó al general Víctor dirigirse al puerto de Somosierra. Así, el 29 de noviembre, el Corso se trasladó de Aranda a Boceguillas, a donde llegó a mediodía y en donde estableció su cuartel general. Por la tarde realizó un reconocimiento detenido de las alturas de Somosierra y decidió su plan de ataque para el día siguiente.

(Continuará

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jueves, 4 de febrero de 2016

Eremitorios rupestres en Castilla y León (y 2)

EL CULTO BAJO LA ROCA
Muchas de estas iglesias, ermitas o eremitorios rupestres han llegado hasta nosotros y forman parte de un singular patrimonio cultural y monumental.

José I. Martín Benito

Eremitorio de Villacibio (Palencia).

De todos los conjuntos de ermitas rupestres destaca el templo de los Santos Justo y Pastor en Olleros de Pisuerga (Palencia), declarado BIC el 16 de junio de 2011 (BOCYL de 22 de junio). A este magnífico conjunto, hay que sumar también otras manifestaciones rupestres, como son la iglesia de San Pelayo (Villacibio), la de San Martín en Villarén de Valdivia o la de San Vicente en Cervera de Pisuerga, con necrópolis incluida, todas ellas en la provincia de Palencia.

La provincia de Burgos cuenta con importantes conjuntos de eremitorios rupestres. Sobresale la iglesia de San Miguel en Presillas de Bricia, un imponente núcleo eremítico excavado en un promontorio rocoso, con doble planta. Otros conjuntos son los de San Pedro de Argés, en el valle de Manzanedo; la ermita y necrópolis de Nuestra Señora del Pópulo (Herrán); la ermita rupestre de San Bernabé en Ojo Guareña; el eremitorio de San Pedro, en Tartales de Cilla, entre otros. Uno de los conjuntos eremíticos más significativos es de Laño, en el Condado de Treviño, que presenta dos grupos: el de Las Gobas y el de Santorcaria. Se trata de un gran número de cuevas con iglesias rupestres y celdas de habitación, algunas de ellas con hornacinas. Varias de ellas fueron utilizadas también como necrópolis.
Ermita de Cervera de Pisuerga (Palencia).

El fenómeno eremítico se extendió también por otras zonas de la actual comunidad de Castilla y León. Así, en la provincia de Segovia, está la cueva de los Siete Altares, que se localiza en las hoces del río Duratón (Sebúlcor), cerca de Sepúlveda. Se trata de un eremitorio fechado en el siglo VII. Constaba de una capilla pública exterior, semiexcavada, con un altar en forma de herradura. Entrando por un gran arco, actualmente en muy mal estado, existe otra zona, con tres altares excavados, también en forma de herradura, para uso de los monjes y más al fondo las celdas de los monjes.

También en la provincia de León está la ermita rupestre de Villademoros de las Regueras (Villaquilambre). En El Bierzo, en el valle del Silencio se localiza la denominada “cueva de San Genadio”, fechada entre los siglos VII al X. En Soria, cabe cita la ermita rupestre de San Blas, en Rabanera del Campo.
Cueva de San Genadio. Santiago de Peñalba (El Bierzo, León).



Al norte de la cordillera cantábrica, pero formando parte del mismo mundo cultural, están otras manifestaciones rupestres en el valle de Valderredible (Cantabria), formadas tanto por iglesias como por habitáculos rupestres.

San Bernabé (Ojo Guareña, Burgos).
En este “val de ripa Hibre” (valle del Ebro), se encuentran la iglesia rupestre de Santa María de Valverde, que junto a la de Olleros de Pisuerga, es uno de los ejemplares más representativos del fenómeno cultual rupestre de la península ibérica. A esta hay que añadir, la iglesia de Santa Eulalia de Campo de Ebro, la necrópolis de San Pantaleón, el templo rupestre de San Cipriano de Cadalso, el de San Acisclo y Santa Victoria de Arroyuelos, la iglesia de El Tobazo, en Villaescusa de Ebro. En la provincia de Álava se localizan, entre otros, el eremitorio de Santiago, en Pinedo; las ermitas rupestres de San Miguel y La Virgen de la Peña en Faido.

martes, 2 de febrero de 2016

Eremitorios rupestres en Castilla y León (1)

IGLESIAS Y ERMITAS EXCAVADAS EN LA ROCA

José I. Martín Benito

Ermita de los santos Justo y Pastor (Olleros de Pisuerga).
El fenómeno rupestre como lugar para servir de cobijo al ser humano fue una práctica habitual desde la prehistoria, bien como lugar de hábitat o como lugar de culto, o como ambas funciones a la vez. Uno de estos exponentes es el fenómeno eremítico, que en la Península Ibérica, al igual que ocurre en otras zonas del Mediterráneo, debió remontarse a los primeros tiempos del cristianismo.

Las cuevas fueron elegidas por eremitas o anacoretas como lugar para apartarse de la vida mundana y dedicarse en exclusiva a la oración, meditación o vida contemplativa en contacto con la naturaleza. Comenzó así a constituirse el primer germen del movimiento monástico que se desarrollaría ampliamente en los siglos altomedievales. En ocasiones, cuando las características físicas del terreno lo permitían, las construcciones rupestres fueron ampliadas y de simples y pequeños eremitorios de retiro espiritual, pasaron a constituir monasterios e iglesias parroquiales excavadas sobre la roca viva.
Interior de la ermita de Olleros de Pisuerga.
El eremitismo rupestre tiene unas características comunes en su método de construcción: con cavidades excavadas por el hombre en afloramientos principalmente de arenisca. Su ubicación responde a parajes y entornos naturales de gran calidad ecológica, localizándose en valles y faldas de montes apartados, junto a una corriente de agua. Todas las construcciones rupestres tienen adosadas o próximas a ellas una necrópolis de tumbas antropomorfas también excavadas en la roca. 

En la Península Ibérica, uno de los espacios más destacados con presencia de eremitorios e iglesias rupestres altomedievales es el que comprende los territorios más orientales de la Montaña Palentina, el Curso Alto del río Ebro a su paso por el valle cántabro de Valderredible, y el alfoz de Bricia, en la provincia de Burgos. Este tipo de construcciones tienen su origen y desarrollo en los siglos IX y X.

Pero también hubo ermitas rupestres en León, Soria, Segovia... En El Bierzo está la cueva de San Genadio, en Santiago de Peñalba, como se verá en el siguiente post.
Interior ermita de Olleros de Pisuerga.