jueves, 8 de noviembre de 2018

Un alto en el camino

"HISTORIA DESDE BENAVENTE" SE TOMA UN DESCANSO 

Este blog se toma un tiempo de descanso. Surgió con un objetivo divulgativo el 26 de enero de 2016 y durante ese tiempo (2 años y 9 meses) hemos publicado 245 entradas y han sido más de 1.256.000 las páginas vistas. Los meses de mayor número de visitas han sido: Enero de 2017 (61.322), Febrero de 2017 (57.201); Marzo de 2017 (58.456) y Septiembre de 2018 (54.149).

El intervalo de cada entrada publicada ha sido de cinco días. Esto nos obligaba a un gran esfuerzo y nos restaba tiempo a otras tareas. Tras reflexionar sobre la continuidad o no del blog, hemos decidido hacer una parada, sin menoscabo de que algún día podamos retomarlo. El blog "Historia desde Benavente" permanecerá activo como fuente de consulta, para los que quieran acercarse a él en busca de información. Gracias a todos los que de alguna u otra manera os habéis acercado a él. Ha sido un placer compartirlo con todos vosotros. Hasta siempre.


viernes, 2 de noviembre de 2018

Enfrentamientos por la tierra en Sanabria (Zamora)

CONFLICTOS ENTRE UNGILDE Y LA PUEBLA DE SANABRIA 

José I. Martín Benito

La Puebla de Sanabria desde el camino de Ungilde.
La Real Chancillería como tribunal de justicia de la corona castellana hunde sus raíces en la Baja Edad Media, si bien no es hasta el reinado de los Reyes Católicos cuando comienza su rodaje y desarrollo, sobre todo a partir de las Ordenanzas de la Audiencia y Chancillería de Valladolid en 1489. Este tribunal se mantuvo activo hasta 1834, fecha en la que se transformó en Audiencia Territorial. A lo largo pues de más de tres siglos se vieron en esta institución las causas civiles y criminales de la Corona de Castilla en el territorio situado al norte del Tajo. En la Sala de lo Civil se trataban los llamados “casos de Corte”, en donde se veían, entre otras, las demandas contra los concejos, justicias o regimientos, así como los casos llevados por vía de fuerza de las justicias eclesiásticas. 

Pleitos civiles de Sanabria

Referente al concejo de la Puebla de Sanabria, se custodian en el Archivo de la Real Chancillería cerca de cuarenta pleitos civiles, que van desde el siglo XVI hasta el XIX La jurisdicción del concejo de la Puebla de Sanabria se extendía a un amplio territorio situado en lo que hoy en día es el noroeste de la provincia de Zamora, de la que pasó a formar parte en 1822 y, definitivamente, en 1832. 

Intrusiones de terrenos entre Ungilde y La Puebla de Sanabria y vecinos apresados
El aprovechamiento de términos comunales enfrentó en el último cuarto del siglo XVI a los concejos de Ungilde y La Puebla de Sanabria. De estos litigios existe abundante documentación. Se trata, al menos en los documentos revisados, de dos pleitos y de los correspondientes autos y probanzas. De ellos se desprende que varios vecinos de U
ngilde
aprovechaban terrenos que el concejo de La Puebla consideraba como propios. Varios vecinos de aquel concejo fueron apresados por la justicia de La Puebla de Sanabria cuando coxian leña en los terminos de Mamoriales y el Navallo”. 

Real Chancillería de Valladolid. Foto wikipedia.

El concejo de Ungilde llevó el pleito a la Real Chancillería y obtuvo una provisión real el 24 de noviembre de 1584, para que las justicias de la Puebla soltaran a los vecinos que tuvieran presos. Las disputas continuaban dos años más tarde. Según parece, varios vecinos de la villa de Puebla de Sanabria habían hecho lo propio en los montes de Ungilde, arrancando y sacado de “quaxo las çepas”, por lo que los de este concejo les habían tomado algunas prendas. 

El 30 de mayo de 1586 se daba una provisión desde Valladolid para que las justicias de la dicha villa de Puebla de Sanabria soltaran a “qualesquier personas vecinos del dicho conçejo que tubiesen presos”. Dos meses más tarde, el 1 de agosto, se ordenaba que el concejo de la Puebla entregara al de Ungilde “las prendas muertas hasta en cantidad de çinquenta ducados”. 

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domingo, 28 de octubre de 2018

Ruinas conventuales

EL CONVENTO DE SAN ROMÁN DEL VALLE

José Ignacio Martín Benito

Las ruinas del convento franciscano de Nuestra Señora del Valle, sito en el término de San Román del Valle, municipio de Villabrázaro, tienen un expediente abierto de declaración de Bien de Interés Cultural desde 1983. 

Fue casa bajo el patrocinio de los condes de Benavente, cuyos primeros titulares se enterraron allí. De aquí proceden dos sepulcros en piedra del siglo XIV, que se guardan en el Museo de los Caminos de Astorga. 

El convento se ubica en el antiguo camino entre Benavente, San Román del Valle y Paladinos, citado ya por Hernando Colón en su Itinerari o Descripción y Cosmografía de España (1517-1523), tramo este del Camino de Santiago o Camino Real entre Benavente y Astorga, citado y recorrido por viajeros ilustres, como el Padre Martín Sarmiento en sus viajes a Galicia. Se conservan en pie los muros de la iglesia, de una nave, y de la capilla mayor, con el arranque de los arcos. Como señala Gómez Moreno “el edificio es gótico, del siglo XIV al XV... hecho todo de ladrillo y tapiería de tierra, formando una amplía nave” (Catálogo monumental de España. provincia de Zamora, 1927). La fachada y torre de la iglesia son de estilo barroco, del siglo XVIII. 


A comienzos de los años sesenta del siglo pasado fue desmontado el artesonado mudéjar de su capilla mayor y trasladado al Parador Fernando II de Benavente. El edificio se ha ido deteriorando con el transcurso del tiempo. Es en la actualidad destino de la romería de Nuestra Señora del Valle, venerada en toda la comarca, a donde acuden los pueblos con sus respectivos pendones.

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El texto procede del que elaboré para la presentación de la Proposición no de Ley en las Cortes de Castilla y León el 28 de noviembre de 2007.

martes, 23 de octubre de 2018

Puentes y barcas en el río Águeda (2)

POCOS PUENTES Y MAL CONSERVADOS

José Ignacio Martín Benito

Puente de Siega Verde, sobre el río Águeda.
De ahí que, ante la ausencia de puentes, las barcas fueron el principal medio de comunicación para cruzar la barrera natural que formaba el cauce fluvial del Águeda; este discurre, por lo general, muy encajado a lo largo de todo su trayecto en los materiales palezoicos, salvo cuando atraviesa los terrenos sedimentarios de la Fosa de Ciudad Rodrigo. El propio Miñano, al ocuparse de las comunicaciones y citar los tres puentes arriba señalados –no hace referencia a Vadocarros-, añade la barca de Mariblás, en La Fregeneda[1]. Pero si los pasos fijos eran pocos, el estado de conservación tampoco era el más adecuado, como refleja P. Madoz: 

Puente del Villar, Shin Chan.
En el verano se vadea fácilmente, pero en el invierno facilitan la comunicación 3 puentes de piedra: el primero situado en la dehesa del Villar, cuyo nombre lleva, tiene 1 solo arco de tosca construccion, y es tan antiguo que se cree del tiempo de los romanos; su estado actual es malísimo, a pesar de lo útil que es para la comunicación de toda esta parte de Castilla y La Vieja con Extremadura: el segundo está en Ciudad Rodrigo, y es todo de piedra labrada: su mitad se reedificó posteriormente, y aunque necesita algunos reparos en el zampeado, su estado es regular: el marques de Espeja cobra el portazgo, desde que se reparó á sus espensas y de algunos pueblos del país, los cuales se hallan exentos de dicho gravamen. El último puente, que parece del mismo tiempo que el antiguo castillo de San Felices de los Gallegos, se halla situado entre lugar y el de Barba de Puerco, y tiene 3 arcos, 2 pequeños y 1 de 93 pies de luz. Cortado en la guerra de la Independencia, fue habilitado con tablas, que hallándose últimamente muy deterioradas, los pasajeros se veían á cada momento espuestos a caer al agua; mas arrebatadas por una gran avenida, hace 3 años, e interceptada por tanto esta interesante comunicación, las autoridades accedieron á las vivas instancias de los pueblos, mandando reedificar con piedra la parte del puente destruida por los franceses, cuya obra concluida en el año pasado de 1844, tuvo de coste 32.000 reales que salieron de la contribución que paga la provincia para caminos[2]

Puente de los Franceses en San Felices de los Gallegos (Foto Pazos)


Ya entre finales del siglo XIX y comienzos del XX se fueron levantando otros puentes, caso del puente de Martiago o el de Siega Verde; el proyecto de este último se aprobó en 1898 y su inauguración tuvo lugar en 1909[3]

Río Águeda, puente y castillo en Ciudad Rodrigo.
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Los puentes de barcas en España (1)
Los puentes de barcas en España (y 2)

[1] S. MIÑANO: Diccionario.... Voz Águeda. Madrid 1826, tomo I, pág. 32.

[2] P. MADOZ: Diccionario geográfico-histórico y estádistico de España y sus posesiones de Ultramar (1845-1850)- Voz Águeda. Aunque se dice que el puente del Villar, sólo tiene un arco, en realidad son tres: uno central y otros dos laterales más pequeños. 

[3] El Clarín: semanario literario, noticiero y defensor de los intereses morales y materiales de esta ciudad y su partido. Año I. Número 22, Ciudad Rodrigo, 30 de enero de 1898, pág. 2 y La Iberia: semanario independiente. Año VII Número 345. Ciudad Rodrigo, 27 de noviembre de 1909. Al poco tiempo de su inauguración “fue barrido por las aguas”, tras las inundaciones de finales de ese año; véase “La catástrofe del Águeda”, en El Lábaro: diario independiente. Año XIII Número 3859, 27 de diciembre de 1909, pág. 2, por lo que fue preciso hacerlo de nuevo, El Adelanto: Diario político de Salamanca. Año XXXV Número 10691, 7 de abril de 1919.

jueves, 18 de octubre de 2018

Puentes y barcas en el río Águeda (1)

EL PONTÓN DEL SAHÚGO 

José Ignacio Martín Benito

La red fluvial de la comarca de Ciudad Rodrigo 

Restos del pontón del Sahúgo o de Posadillas.
La red fluvial de la Tierra de Ciudad Rodrigo está constituida por los ríos Águeda y Yeltes-Huebra, que vierten al Duero en la comarca del Abadengo. De estos, la del Águeda es la corriente principal del territorio. Desde su nacimiento en la sierra de Jálama a unos 1.000 m. de altitud va descendiendo, para encajarse en los materiales cámbricos desde Fuenteguinaldo hasta aguas abajo de los términos de Pastores y Zamarra, formando unos abarrancamientos que llegan a superar los 100 m. de profundidad: “los riscos”. Al contactar con los materiales terciarios, antes de llegar a Ciudad Rodrigo, el cauce se amplía formando una pequeña vega, para poco después volver a encajarse hasta su desembocadura en el Duero, en el término de La Fregeneda, frente a la localidad portuguesa de Barca de Alba. En el último tramo, desde el término de La Bouza hasta el de La Fregeneda, el Águeda marca la frontera con Portugal.

Un terreno escarpado

La escarpada geografía del territorio de la comarca de Ciudad Rodrigo ha dificultado las comunicaciones a lo largo del tiempo, pero no las anuló, pues sus naturales buscaron desde antiguo soluciones para cruzar ambos ríos y mantener así el contacto y los intercambios. Los pasos fijos (puentes) fueron escasos en la Tierra de Ciudad Rodrigo. Aunque el río era vadeable en verano, sin embargo resultaba complejo su paso en invierno. A mediados del siglo XVII sólo había cuatro puentes en todo su curso: el de Villar de Flores, el del Sahúgo, el de Ciudad Rodrigo y el de San Felices de los Gallegos. Dos de ellos, el del Villar y el del Sahúgo servían de comunicación con los caminos que se dirigían a la Sierra de Gata y Extremadura

Puentes y fortalezas en el río Águeda (siglos XVII). Archivo General de Simancas.

El pontón de Posadillas 

El Pontón de Posadillas o del Sahúgo, construido a finales del siglo XV y de un solo ojo entre esta localidad y El Bodón, se arruinó hacia 1680, por lo que para mantener abierta la ruta más directa desde la ciudad hacia la sierra de Gata, en este tramo del río tenía que navegar la barca. Esta situación se mantuvo en el tiempo, pese a los intentos de reconstruir el pontón. Valdíos resultaron los de 1690-1693. 

Alzado del pontón de Posadillas, 1488. Archivo Municipal de Ciudad Rodrigo.
A finales del XVIII los sexmeros de los campos de Argañán, Robledo y Agadones de la Tierra de Ciudad Rodrigo lo solicitaron de nuevo al Consejo de Castilla. Ello dio paso a un largo proceso, que culminó con el reconocimiento del terreno y de los pasos del Águeda por Juan de Sagarbinaga en 1789. Finalmente, descartada la reconstrucción del Pontón del Sahúgo, en 1791 se optó por levantar un puente en Vadocarros, diseñado por Sagarbinaga y aprobado por el Consejo en marzo de 1797[1]. Este tardó todavía en construirse; los diccionarios de Miñano y Madoz no hacen referencia a él.  

Texto extraído de nuestro trabajo: Barcas de paso en el Reino de León. Benavente 2015.

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[1] Sobre ello véase E. AZOFRA:"Puentes y caminos en la España de la Ilustración. De Castilla a Extremadura y Andalucía cruzando el río Águeda y los puertos de Jálama y de Perales, antes llamado Perosín". Puentes singulares de la provincia de Salamanca, II. Salamanca 2010, pp. 87-110.



sábado, 13 de octubre de 2018

Magia y superstición en la España del siglo XVI

HECHICEROS, ADIVINOS Y CONJUROS AMOROSOS EN CIUDAD RODRIGO

José Ignacio Martín Benito

Hechizo. Los trabajos de Persiles y Sigismunda (Madrid, 1781).
Introducción

En una sociedad fundamentalmente rural, como la del obispado de Ciudad Rodrigo, perduraban formas de primitiva religiosidad que intentaban ser corregidas o perseguidas por los prelados. Desde Trento, el obispo Ponce de León ordenaba a los clérigos con cura de almas que "con toda diligençia y cuidado tengan cargo de inquirir e saber en sus parrochias si ay algunos malos christianos que tengan algunas opiniones sospechosas a nuestra fe catholica, o a lo que tiene y guarda la sancta madre yglesia o algunos encantadores, agureros e hechizeros o que enxalmen con superstiçiones o palabras sospechosas". También el Sínodo de Martín de Salvatierra de 1592 advertía contra hechicerías, adivinos, conjuros y contra los que usan de ensalmos y supersticiones, prácticas que fueron perseguidas por los inquisidores de Llerena en sus visitas al obispado de Ciudad Rodrigo:

El adivino de cartas.  L. Vollmar (1890).
"Todos los hechizeros y hechizeras, agoreros y agoreras, sortilegos, adevinos, y los que van a ellos para que le manifiesten las cosas futuras, son ipso iure descomulgados, y mandamos, que do quiera que los curas lo supieren, luego nos lo manifiesten; y los eviten de las horas, y de esto le inquiera en la visita." (Lib. V, Tit. 8, cap. 1º).

Hechizos amorosos 

Algunos de estos hechizos, utilizando ungüentos, tenían como objetivo conseguir el amor de otra persona. Se recurría en ocasiones a objetos sagrados, como los óleos y la hostia. En la visita que la Inquisición hizo en 1584 a Ciudad Rodrigo "Elena López fue testificada por un sacristán... de que le pidió un poco de Olio Sancto para haçer unos hechiços para unos casados que andaban desabenidos...". 

Esta práctica debía ser frecuente, pues en la relación de Llerena se citan varios casos; parecido es de "La Lopez, texedora en Çibdad Rodrigo fue testificada por un testigo muger de averla oído deçir que si queria que un hombre la quisiese bien, que con un poco de hostia consagrada, y de Ara y Olio consagrada se haçia". Lo mismo hizo Petronila Manrique para atraerse a su marido, consiguió del cura una forma pequeña y un poco de olio santo y se lo dió envuelto en comida a su esposa. 

En los conjuros amorosos se hacían oraciones al sol y a la luna, según se desprende de la acusación ante la Inquisición de Mari Hernández en 1594. La adoración a los astros y estrellas, si no frecuente, no fue un caso aislado como lo manifiesta también la acusación contra una pobre serrana muy bieja, que "pidiendo por las calles de Çibdad Rodrigo fue testificada por un testigo muger, de averla oido deçir y aconsejar que para suçeder bien qualquier cosa que se pretendiere, se ha de reçar una oraçion a doçe estrellas, humillandose y adorando a cada una de por si".

Vuelo de brujos, por Goya.
Brujas y hechiceras

No faltaron los casos de hechicería. Constanza de Caraveo, mujer del pertiguero de la catedral, fue acusada de hechicera y de tratar con el demonio, así como de hacer ciertos conjuros sobre papeles. Fray Antonio Nieto, del monasterio de la Caridad, fue acusado por una mujer de haberle oído jactarse de invocar al demonio y que éste le decía quienes eran brujas y hechiceras.

Misas a San Amador 

Como superstición eran vistas las misas que se decían a San Amador, pues estaban rodeadas de ciertas ceremonias, como que debían comenzar y acabar en días señalados y estar acompañadas de un determinado número de velas que iban disminuyendo a medida que se decían las misas. Algunos sínodos como los de Astorga y Oviedo de 1553 mandaban a los sacerdotes que prescindieran de estas ceremonia. También en Ciudad Rodrigos el obispo Martín de Salvatierra se ocupó de ello, mandando prohibir que se dijeran misas a San Amador, como ocurrió en 1592 en la visita pastoral a la Fuente de San Esteban y a Santa Olalla.

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Texto extraído de nuestro trabajo: “La Iglesia de Ciudad Rodrigo”. En Historia de las diócesis españolas. Ávila, Salamanca y Ciudad Rodrigo. Madrid 2015, Biblioteca de Autores cristianos (BAC), pp. 458-459.

Lectura recomendada: SIERRO, Feliciano: Judíos, moriscos e Inquisición en Ciudad Rodrigo. Salamanca 1990.


 F. Sierro ,



lunes, 8 de octubre de 2018

La cría de caballos en la España del sigo XVI

LA EXPORTACIÓN DE CABALLOS Y LAS NECESIDADES PARA LA GUERRA 

José Ignacio Martin Benito

La exportación de caballos

Carlos I en Mülberg, por Tiziano.
A pesar de los mandatos reales, la exportación de caballos fuera del reino debió ser práctica habitual. En las Cortes de Valladolid de 1523 los procuradores pidieron a la Corona que, para que no se sacaran caballos, se ejecutara lo dispuesto en las leyes y pragmáticas, lo que era una prueba evidente de que dichas disposiciones no se cumplían[1]

En las de Toledo de 1525 los procuradores pidieron al rey que se pusiera mucho recaudo en la salida de caballos hacia Francia, ya que había allí tantos caballos españoles como en Castilla, al tiempo que no pusiera dificultad en la extracción de mulas y jacas, «pues no son bestias de que ay falta»[2]. No obstante, la exportación de caballos continuó, por lo que parece que tanto las peticiones como las disposiciones no tuvieron éxito. Unos años más tarde, el 9 de marzo de 1534, Carlos I promulgó en Toledo una nueva pragmática sobre la cría caballar y mular, insistiendo en la prohibición de la saca de caballos. En ella el Emperador se hacía eco de la gran cantidad de estos animales que salieron de España para la campaña de Hungría contra el Turco en 1532[3]. En las Cortes de Valladolid de 1537, los procuradores solicitaron la revocación de dicha pragmática, pues los mejores caballos eran comprados por letrados, médicos, mercaderes y hombres viejos y ricos, de modo que el precio era tan alto que los caballeros y gente militar no hallaban caballos para la guerra; se calculaba que en el reino había más de 10.000 caballos ocupados en “personas ynutiles para la guerra”. El rey se comprometió a ocuparse del asunto y proveer lo más conveniente [4].

La cría de caballos en tiempos de Felipe II 

Felipe II a caballo, por Rubens.
La necesidad de disponer de caballos para las expediciones militares en el exterior llevó también a la Monarquía de Felipe II a la promulgación de pragmáticas y cédulas reales destinadas a promover su cría (lám. 1). Andalucía era la tierra donde mejor se criaban los caballos y era práctica habitual la compra de yeguas andaluzas para llevarlas al interior peninsular. Con el ánimo de proteger la cabaña caballar andaluza, el 11 de febrero de 1556, el rey prohibió sacar yeguas de Andalucía para Castilla, con algunas excepciones: “Y porque esto no sea causa de impedir que en Castilla no haya la dicha cria de caballos, tratando como se trata de su multiplicación y aumento, permitimos, que los que tuvieran padres á que echar yeguas, las puedan sacar del Andalucía con testimonio auténtico del Corregidor del distrito adonde se llevaren, de que el comprador tiene caballo de casta, y bueno para padre que las cubra[5]

Apremiado por la disminución y falta de caballos de raza, el rey ordenó desde Aranjuez en junio de 1562 que en las ciudades, villas y lugares, tanto de Andalucía como de las tierras situadas allende el Tajo, no se echaran las yeguas y potrancas a asnos, sino a caballos de casta. La Corona era consciente del perjuicio que ocasionaba la falta o escasez de caballos para el “ordinario serviçio y exerçiçio de nuestros subitos y naturales”, sobre todo cuando “fuera menester formar y hazer gente de cavallo”. De hecho, el propio monarca entró en Portugal en junio de 1580, con ciertos de arcabuceros a caballo, sacados de varias compañías[6]

Pero si importante para la Corona era estimular la cría de caballos, no menos lo era también vigilar la saca de los mismos fuera del Reino[7]. Felipe II pretendió animar y estimular la cría de caballos de casta. De hecho, ese mismo año, se enviaron cédulas reales a diversas villas y ciudades del Reino, ordenándoles se hicieran informaciones y diligencias sobre la cría caballar. En este contexto e interés real por disponer de buenos caballos debemos situar la creación en 1560 de la yeguada de Aranjuez, con 133 yeguas de vientre y 48 potrancas, así como la de Córdoba y las de sus descendientes de Jerez y Jaén en 1567 y 1572, con un efectivo de 1200 yeguas[8]. En 1572 el rey envío una real cédula a varias ciudades del reino recomendando la práctica de ejercicios ecuestres a la nobleza local y la creación de cofradías o hermandades, lo que dio lugar al origen de algunas Reales Maestranzas, entre ellas la de Ronda.[9]


Extracto de nuestro trabajo: "La cría de caballos en Ciudad Rodrigo en tiempos de Felipe II, Estudios Mirobrigenses, V. Ciudad Rodrigo 2018, pp. 57-89

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[1] Cortes de los antiguos reinos de León y Castilla. Tomo IV. Real Academia de la Historia. Madrid 1882, petición 81, pág. 388. 



[2] Cortes de los antiguos reinos de León y Castilla. Tomo IV. Real Academia de la Historia. Madrid 1882. Tomo Cuarto, petición 34, pág. 441 y PRESCOTTT, Guillermo H.: Historia del reinado de los Reyes Católicos, Madrid 1855. Edición traducida del inglés por D. Atilano Calvo Iturburu, pág. 415 y SUÁREZ FERNÁNDEZ, Luis: Historia general de España y América. Vol. 6, 1986, pág. 187. 


[3] CLEMENCÍN, Diego: “Influencia del gobierno de doña Isabel”. Memorias de la Real Academia de la Historia. Tomo VI. Madrid 1821. pág. 285 

[4] Cortes de los antiguos reinos de León y Castilla. Tomo IV. Real Academia de la Historia. Madrid 1882, Tomo Cuarto, petición 111, pág. 674. Ver también PINO ABADA, Miguel: Persecución y castigo de la exportación ilegal de bienes en Castilla (siglos XIII-XVIII). Madrid, Dykinson, 2014 pág. 29. 

[5] Novísima recopilación de las leyes de España, Tomo III, 1805, pág. 330 

[6] SAN MIGUEL, Evaristo: Historia de Felipe II. Tomo III. Madrid 1846, pp. 124-125. 

[7] La frontera con Portugal fue objeto de contrabando de caballos, perseguido por las autoridades. De 1555 data una “ejecutoria del pleito litigado por Diego Ballestero, vecino de Manzanal de Arriba (Zamora), y consortes, con Juan Barba, alguacil del adelantamiento de León, y con el fiscal del rey, acusando a los primeros de llevar a Portugal ciertas mercaderías prohibidas, como mulos, caballos y vino” ARCHV. Registro de ejecutorias, 850, 27. De 1567 data otra “ejecutoria del pleito litigado por el fiscal del rey y Francisco Juárez, alguacil del adelantamiento de León, con Jacome de Trabazos, Francisco Barrigón, Hernando Portugués y consortes, vecinos de Nuez (Zamora), sobre acusación de haber comprado en la feria de León muchas mulas, potros y caballos para llevarlos al reino de Portugal, contraviniendo las leyes reales”. ARCHV. Registro de ejecutorias, 1137, 47. 

[8] Anales de la Sociedad Rural Argentina, Vol. VII, nº 3, 31 de marzo de 1873, pág. 25.

[9] GIL DORREGARAY, José (ed): Historia de las Órdenes de Caballería, Madrid 1864, pág. 620; LÓPEZ-NIETO Y MALLO, Francisco: Honores y protocolo, Madrid 2006, pág. 429; OLEA Y SANZ, Pilar: “Maestranzas de caballería suprimidas”, En Hidalguía, 157. Madrid 1979, pág. 844.