Carta de un soldado francés en Verdún, marzo de 1916:
«Esos tres días pasados
encogidos en la tierra, sin beber ni comer: los quejidos de los
heridos, luego el ataque entre los boches (alemanes) y nosotros.
Después, al fin, paran las quejas; y los obuses, que nos destrozan los
nervios y nos apestan, no nos dan tregua alguna, y las terribles horas
que se pasan con la máscara y las gafas en el rostro, ¡los ojos lloran y
se escupe sangre!, Después los oficiales que se van para siempre;
noticias fúnebres que se transmiten de boca en boca en el agujero; y las
órdenes dadas en voz alta a 50 metros de nosotros; todos de pie; luego
el trabajo con el pico bajo las terribles balas y el horrible ta-ta-ta
de las ametralladoras.»
J. Prats et alii: Historia del Mundo Contemporáneo, Edit. Anaya, Madrid 2010, pág. 195.
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