EL CASTILLO Y LAS MURALLAS [1]
Belver de los Montes. Panorámica. |
José I. Martín Benito
Belver de los Montes fue una villa en la frontera entre León y Castilla. Documentada en época de la primera repoblación (siglo XI), adquirió especial relevancia tras la muerte de Alfonso VII, el Emperador y la división de su reino (1157).
Belver de los Montes fue una villa en la frontera entre León y Castilla. Documentada en época de la primera repoblación (siglo XI), adquirió especial relevancia tras la muerte de Alfonso VII, el Emperador y la división de su reino (1157).
El castillo
Consta
que el castillo fue edificado en tiempos de Alfonso IX, formando parte para
fortalecer la línea fronteriza del reino de León con el de Castilla, situada en
los montes Torozos. En las disputas por la Tierra de Campos, integraban la
barrera leonesa fortalezas como las de Laguna de Negrillos, Mayorga,
Castroverde, Villalpando, Villafáfila, San Pedro de Latarce, Belver,
Castronuevo de los Arcos o Toro, entre otras[2].
El
fortalecimiento de los límites territoriales del reino leonés, iniciado por
Fernando II, tanto en la frontera occidental, frente a Portugal, como en la
oriental frente a Castilla, fue continuado por su hijo y sucesor Alfonso IX.
Así pues, desde 1157 a 1230 los monarcas leoneses reforzaron y construyeron
fortificaciones, al tiempo que impulsaron repoblaciones, con otorgamiento de
cartas forales, en las áreas geoestratégicas de su reino.
Castillo de Belver. Vista aérea. |
En
este contexto se sitúa tanto la construcción del castillo de Belver como la
concesión del fuero en tiempos de Alfonso IX. De la edificación promovida por
la corona queda constancia documental en la donación que el rey hace del
castillo a la iglesia de Zamora y su obispo don Martín en 1211: “…iure hereditario perpetuo possidendum illud
meum castrum quod ego hedificavi et feci in valle de Villa Ceth”[3].
El
monarca se amparaba así en el soporte de la Iglesia zamorense para la defensa
de esta parte del reino. Como en otros lugares fronterizos, caso de Ciudad
Rodrigo en relación con Portugal, también el obispo de Zamora sería un
auténtico agente del poder real leonés en la articulación y organización
política, militar y jurisdiccional del territorio en relación con la frontera
de Castilla[4]. En el caso de Belver, el
obispo Martín contribuyó a reforzar también sus defensas. En el corto espacio
de tiempo que la iglesia de Zamora poseyó la fortaleza se llevaron a cabo obras
financiadas por la institución eclesiástica, como se recoge en el documento de
1213, cuando Alfonso IX recupera de nuevo el castillo, al cambiarlo por el de
Villalcampo: “… hac inquam villam do
vobis in concambium pro castello de Belveer, quod olim concesseram vobis, in
quo construendo amplissisimas feceratis expensas”[5].
Desaparecido
el interés de espacio fronterizo con la unificación de las coronas de León y
Castilla en la persona de Fernando III, el castillo de Belver continuó en la
familia real hasta las primeras décadas del siglo XIV.
Muralla de Belver de los Montes. |
Las murallas
Con
el mismo tipo y técnica de construcción, esto es, con canto rodado unido por
mortero de cal, se levantan los restos de una cerca que dibuja un perímetro
ovalado y que arranca desde los extremos oriental y occidental del flanco sur
del castillo.
Los
muros se encuentran en muy mal estado de conservación, habiendo perdido altura
y masa (Fig. 16). En el sector sureste el grosor alcanza 1,90 metros. Por los
testigos mejor conservados, que se localizan en la parte media del cerro hacia
poniente, intuimos que pudo tener una altura cercana a los seis metros y que
estuvo enfoscada. No obstante, la cerca se encuentra descalzada por los efectos
del agua de lluvia que, en esta parte de la ladera erosiona la base, lo que
constituye un grave peligro para su equilibrio. Esta ha debido ser la
causa del desmoronamiento de buena parte de los muros de la parte baja, que han
caído a pedazos y se encuentran desplazados unos metros de la alineación de la
cerca. En el sureste, la muralla ha servido de apoyo a algunas construcciones,
quedando integrada en naves y corrales.
En
el interior de este recinto se ven fragmentos de teja y cerámica común, escoria
de fundición, así como restos óseos de animales. En el reconocimiento que
hicimos del terreno hallamos en la parte baja y en la proximidad del muro de
poniente, dos discos tallados de cuarcita. [6]
Entrada al recinto de Belver. |
La
entrada que da acceso al recinto se abría en el extremo sureste de la parte
baja. La puerta está formada por dos muros de 6,5 m. de largo por 4 metros de
altura que se adosan a la cerca. Sin duda la altura debió ser mayor, pues el
actual nivel del suelo es de relleno, fruto del derrumbe y arrastre de
sedimentos hacia la parte baja. La cerca tiene, al contacto con los muros, una
anchura de 2,10 m., de modo que la longitud de la entrada se prolonga hasta los
8,60 metros. El vano de acceso tiene una anchura de 2,70 m. En el muro más
oriental se observan dos líneas de cuatro troneras, situadas en la parte alta,
y similares a las del torreón de poniente.
Avelino
Gutiérrez intuye “restos de otra posible
entrada en las ruinas del extremo suroeste, también hacia el valle”[7]. Sin
embargo, bien destacada la puerta del sureste, no se aprecia sobre el terreno entrada
alguna hacia poniente; en todo caso, lo que sí se identifica en el sector
occidental son bloques errantes, desprendidos del muro original.
Alfonso IX de León, repoblador de Belver. |
La
construcción de la cerca debió realizarse a comienzos del siglo XIII, según se
desprende de la concordia establecida en 1214 entre el monasterio de Sahagún
–de quien dependía el cenobio de San Salvador- y el concejo de Villaceth. En el
acuerdo, ratificado por Alfonso IX, se recogía que el abad de Sahagún entregaba
por 17 años la tercera parte de los diezmos al concejo “ad faciendam cercam vestram de villa vestra ad defensionem personarum
et rerum vestrarum”.[8]
La
cerca se construía, en efecto, como refugio o defensa de las personas y cosas
de la villa en caso de necesidad, pues el caserío o, al menos, sus principales
construcciones se ubicaban extramuros, caso de la iglesia de Santa María y el
propio monasterio de Salvador. Santa María se situaba a 115 metros en línea
recta del recinto amurallado, mientras que la iglesia del cenobio lo hacía a 85
metros.
Así
pues, las obras de la construcción de la muralla debieron realizarse pocos años
después de que el monarca leonés ordenara la edificación del castillo. Se
trataría, en todo caso, de complementar o reforzar la fortificación de un
núcleo de población en expansión, que había ido prosperando en torno al
monasterio de San Salvador, hasta el punto de lograr atraerse el mercado que
antes se celebraba en la vecina villa de Bustillo.
Castillo
y recinto amurallado cumplirían así una función de acrópolis, a los que se recurriría
en caso de necesidad de buscar amparo o refugio, en tanto la actividad
cotidiana se extendía extramuros, en la parte baja del cerro y a la vera del
río Sequillo y de su fértil vega.
Sello real del fuero de Belver. |
[1] J. I. MARTÍN BENITO: “El castillo y
la muralla de Bever de los Montes (Zamora). Brigecio
20, pp. 25-50. Benavente 2010.
[2] J. A. GUTÍERREZ GONZÁLEZ: Fortificaciones y feudalismo en el origen y
formación del reino leonés (siglos IX-XIII). Zaragoza 1995.
[3] J. GONZÁLEZ: Alfonso IX. Tomo II. Doc. 277, pp. 375.
[4] J. J. SÁNCHEZ-ORO ROSA: Orígenes de la Iglesia de Ciudad
Rodrigo. Episcopado. Monasterios y
órdenes militares (1161-1264). Salamanca 1997. J.I. MARTÍN BENITO: “La
Iglesia de Ciudad Rodrigo”. En Historia
de las Diócesis españolas. Ávila, Salamanca. Ciudad Rodrigo. BAC. Madrid
2005, pág. 334.
[5] J. GONZÁLEZ: Alfonso IX. Tomo II. Doc. 296, pp. 395-396.
[6] Una pieza similar cita V. SEVILLANO,
localizada en el foso en su visita de 1969: Testimonio
arqueológico de la provincia de Zamora. Zamora 1978, pp. 61 y 62. El autor
se refiere a ella como “un sílex tallado semiesférico” y le atribuye una adscripción
neolítica, así como una función de tapadera. Intuimos que se trataba, en
realidad, de una pieza de cuarcita; en cuanto a su cronología, no descartamos
una filiación medieval.
[7] A. GUTIÉRREZ GONZÁLEZ: Fortificaciones y feudalismo en el origen y
formación del reino leonés (IX-XIII). Zaragoza 1995, pág. 360.
[8] J. GONZÁLEZ: Alfonso IX. Vol II. Doc.
310, pp. 411.
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