José Ignacio Martín Benito
Tras el incendio del castillo de Benavente en los primeros días de enero de 1809, tras el paso de las tropas inglesas y francesas por la villa, el edificio entró en un largo periodo de ruina que se mantuvo durante todo el siglo XIX. Las series fotográficas demuestran que todavía a finales de esa centuria, a pesar del paso del tiempo, la fortaleza conservaba buena parte de su perímetro, muros, torres y estructura.
Entonces ¿Qué pasó? ¿Quién o quiénes demolieron los restos y dejaron sólo en pie la Torre del Caracol? La respuesta puede ser tan dura como cierta: los propios benaventanos, con el Ayuntamiento a la cabeza.
El proceso de destrucción desmantelamiento y derribo de los muros de la antigua fortaleza de los Pimentel tuvo lugar desde finales del siglo XIX hasta los años 1930. En este intervinieron tanto los dueños de la empresa de aguas, propietaria de la fortaleza –la habían comprado en 1898 a los obligacionistas de la casa de Osuna-, como el Ayuntamiento de Benavente, una vez que éste se hizo con el inmueble en diciembre de 1925.
El proceso de destrucción desmantelamiento y derribo de los muros de la antigua fortaleza de los Pimentel tuvo lugar desde finales del siglo XIX hasta los años 1930. En este intervinieron tanto los dueños de la empresa de aguas, propietaria de la fortaleza –la habían comprado en 1898 a los obligacionistas de la casa de Osuna-, como el Ayuntamiento de Benavente, una vez que éste se hizo con el inmueble en diciembre de 1925.
El castillo en1854, por Clifford. |
En 1898 el Ayuntamiento intentó comprar la antigua fortaleza, para derribarla y “con el fin de realizar importantes mejoras, entre ellas el ensanche del paseo de La Mota”; perseguía también que sirviera como cantera, para extraer piedra y destinarla a las obras municipales.
En el caso de la empresa de agua, los trabajos de desmantelamiento aparecen reflejados en las actas municipales, cuando estos están próximos a los terrenos públicos. Si esos trabajos se produjeron en el interior del castillo, lógicamente no se han reflejado. En julio de 1907 el Ayuntamiento acuerda pasar una comunicación al encargado de la fortaleza para que se abstenga de continuar desmontando en el muro del Caracol y “ponga lo hecho en condiciones de seguridad para el caminante, procurando cómo se detiene ya prevenido dejé expeditas la carretera y cunetas”.
Las noticias del derribo del Castillo de los Condes de Benavente llegaron a los círculos culturales de la capital de España. En 1913, en el transcurso de unas conferencias pronunciadas en el Ateneo madrileño y en la revista Por el Arte, Lampérez denunciaba que se estaba terminando el derribo y que los materiales eran vendidos a 10 reales el metro cúbico.
Ruinas del castillo a finales del siglo XIX. |
Parece que uno de los objetivos del Ayuntamiento era ampliar los paseos y jardines de la Mota a expensas de la antigua fortaleza, cómo se puso de manifiesto en las tentativas de adquisición de la misma. Ello no fue obstáculo para que el seno de la Corporación se alzaran algunas voces en favor de la restauración de la torre del Caracol, como la propuesta que hizo el concejal señor Ramos en noviembre de 1914, en favor de la adquisición y restauración del torreón “para qué tal recuerdo artístico e histórico se perpetúe”.
Entrada a la fortaleza. Puerta de Sanntiago. |
Con todo, el Ayuntamiento fue poco a poco desmontando el solar. El 5 de marzo de 1915 se aprobaron las condiciones "para la caba, carga, transporte y descarga de 600 metros cúbicos de tierra del torreón de la fortaleza a los paseos de la Mota baja". Al año siguiente el municipio continuaba ocupado por los desmontes, pues el 10 de diciembre se aprueba “se pague a Francisco y Fructuoso Cachón 1.000 pesetas y 80 céntimos por el arrastre de tierras del Castillo a La Mota Vieja".
Cuando finalmente el Ayuntamiento compró la fortaleza a la empresa de aguas y dispuso libremente de ella (1925), comenzó una demolición sistemática de lo que aún quedaba en pie con el objetivo de planear los terrenos para ampliar los jardines. En abril de 1927 el semanario El Pueblo informada de que había comenzado el derrumbamiento de las paredes de la tierra de la fortaleza.
El derribo del resto del castillo y la extracción de tierra y piedras del mismo camina pareja la crisis obrera que sacudió Benavente en las primeras décadas del siglo XX. Las actas municipales recogen abundantes noticias y testimonios de cómo afectó esta crisis a la villa. En la del 30 de noviembre de 1929 leemos textualmente que “las obras llevadas a cabo para construir jardines han servido durante los meses de invierno para mitigar las horrorosas crisis obreras, conjurando la miseria y el hambre”.
Entre enero y marzo de 1928 se pagaron 7.390 pesetas por derribo de tierra del alcázar. Algunas partidas llevan expresiones elocuentes: “por derribo de los paredones de la fortaleza” o “por derribo del Teso de la Mota”.
En enero de 1929 se pagaron 1.439 pesetas por traslado de piedra y tierra de la fortaleza con destino a la carretera de la Estación. En febrero, 1.457 pesetas por traslado de tierras de la fortaleza para ensanche de los paseos y nuevos jardines de la Mota a los que las actas se refieren también como “jardines en la fortaleza”.
El ayuntamiento de Benavente concedió piedras de sillería para otras obras realizadas en la villa, así, en 1928 cedió 12 metros de piedra de la fortaleza al conde de La Bisbal para que se realizará obras en una finca inmediata. En 1929 el consistorio concedió piedras de sillería de la fortaleza para la reparación de la capilla de Jesús en la iglesia de Santa María del Azogue y para otras obras de reparación en San Nicolás.
El resultado de todo aquel proceso de destrucción se detuvo sólo ante la Torre del Caracol, único vestigio del alcázar benaventano. En 1931, cuando ya la demolición del castillo se había consumado, la Torre del Caracol fue declarada Monumento Nacional, por Decreto de 3 de junio.
Para saber más:
Torre del Caracol y restos de paredones. |