Moriscos |
La actuación del tribunal de la Inquisición frente a los judeo-conversos en los últimos años del siglo XVI fue el preludio de la intensa persecución que contra esta minoría tuvo lugar hacia 1620 en la frontera y obispado de Ciudad Rodrigo, lo que a la postre supuso la sangría de un grupo económico y social que buscó en la emigración extranjera una salida a la presión interna[1]. Poco antes, además, había tenido lugar la ejecución de los bandos sobre la expulsión de los moriscos, lo que en 1616 derivó en la ciudad en el encarcelamiento y procesamiento de personas acusadas de formar parte de esta minoría.
Ya vimos como en el obispado y Tierra de Ciudad Rodrigo
fueron confinados varios contingentes de población morisca granadina y que el
sínodo de 1592 incluyó una constitución persiguiendo la integración religiosa.
No parece que el edicto de expulsión para los reinos de León y Castilla dada en 1610
tuviera un efecto total y directo en Ciudad Rodrigo. Buena parte de los
moriscos buscaron certificaciones del obispo de ser buenos cristianos y
eludieron así el exilio. De este modo, el conde de Salazar informaba que “en
esta çiudad se an quedado 16 casas que avia en ella y su jurisdiccion con
ynformaçiones de ser buenos cristianos, despues de aver pedido comisario para
que los llevasen por carta del corregidor”[2].Otros, sin embargo, debieron
marchar, pues en el apresamiento de 1616 el fiscal Juan del Arroyo denunciaba
que a la ciudad se habían vuelto muchos moriscos de los que fueron expulsados.
Familia morisca. |
La cuestión morisca no quedó saldada. Entre 1612 y
1614 se publicaron nuevos edictos. Dado que muchos se quedaron o regresaron, la
Corona volvió a publicar varios bandos y reales órdenes destinadas al
prendimiento de sus personas y al embargo de sus bienes.
En abril de 1616, el presidente del Consejo de
Castilla enviaba una carta al corregidor de Ciudad Rodrigo recriminándole el
poco celo que se había tenido en el distrito en lo tocante a la expulsión de
los moriscos: “Su magestad a entendido que al distrito de ese corregimiento se
an vuelto y quedado muchos moriscos, sin que vuestra merced ni sus ofiçiales
les hayan fecho demostraçion alguna con su castigo…”. El corregidor actuó ahora
diligentemente. Ese mismo día dictó autos de prisión contra seis personas
acusadas de ser moriscos, cinco de ellas vecinas de la ciudad y otra del lugar
de Peñaparda, al tiempo que mandó pregonar en la plaza mayor de la ciudad un
bando para que los que supieren de moriscos lo declararan[3]. La mayor parte de
ellos fueron apresados y llevados a la cárcel real de la ciudad, contra los que
algunos recurrieron, alegando ser cristianos viejos. Sin embargo, el fiscal les
acusaba de haber falsificado sus cédulas:
“Juan del Arroyo fiscal de su magestad … digo que a
esta çiudad se an buelto muchos moriscos los que fueron echados con los demas
que salieron de esta çiudad por se aber aberiguado ser tales moriscos y aber
pagado su rrepartimientos y farda con los demas sus compañeros y al presente an
sido los que se an buelto los moriscos siguientes: Bartolome Hernandez,
melonero, morador a Santa Clara; Francisco Garçia, xardinero en la guerta de
don Fernando; Hernando Lopez, çapatero, morador en la calle de Ruesga en
larrabal desta çiudad; Juan Lopez, cantero, morador a la iglesia mayor. Y estos
tales fueron presos con otros consortes que se allaron aber quedado en la
jurisdiçion de esta çiudad y mostraron sus informaçiones de cristianos biexos
las quales fueron fechas con siniestra rrelaçion y algunos dellos se dieron por
libres y lo apele de todo lo proçesado para ante el rrey nuestro señor por
constarme aber sido sus ynformaçiones y echas sin parte y ser tales moriscos…”.
Expulsión de los moriscos, por Carduccio. |
Los moriscos granadinos que se habían quedado en
Ciudad Rodrigo alegaron ser cristianos viejos. Algunos, incluso, para impedir
la expulsión alegaban tener privilegios del tiempo de los Reyes Católicos. Fue
el caso de Diego Hernández Albuntari y Fiñán, criado -despensero- del obispo de
la ciudad D. Jerónimo Ruiz de Camargo; el citado Diego fue hecho preso en la
redada de abril de 1616. Anteriormente, Diego Fiñán había sido apresado en
varias ocasiones en Ávila, acusado de ser morisco, a lo que respondió eximiendo
cédula que le acreditaba ser cristiano viejo, bisnieto de Luis Fernandez Alguntari,
caballero moro de Zújar en la jurisdicción de Baza, el cual en 1501, junto a
otros doce caballeros, se habría hecho cristiano, siendo exento por los Reyes
Católicos de toda contribución morisca. Probablemente Diego Fiñán acudió a
Ciudad Rodrigo entre marzo y noviembre de 1615 escapando de la presión en que
se veía envuelto en Ávila, donde había conocido al obispo civitatense, cuando
este fue canónigo magistral de aquella catedral entre 1594 y 1613[4]. El
magistral había intercedido por él con motivo de la expulsión de 1610,
ayundándole a conseguir certificación de ser buen cristiano[5]. Es probable
que, ahora en Ciudad Rodrigo, el obispo intercediera de nuevo por su criado,
pues al mes de su prisión, y a propuesta del arzobispo de Burgos, fue sacado de
la cárcel y entregado en fianza y para su custodia al prelado. Al menos otros
tres apresados lograron también ser puestos en libertad bajo fianza, después de
recurrir ante el corregidor y ante el conde de Salazar, encargado de dirigir la
expulsión. Fue el caso de Bartolomé Hernández y Francisco García, vecinos de
Ciudad Rodrigo y de Juan de Herrera, vecino de Peñaparda y natural de Alba de
Tormes.
Vélez (Málaga) Civitatis orbis terrarum, 1570. |
Socialmente eran individuos que se dedicaban a la
agricultura o al artesanado. A la relación de los mencionados por el fiscal
Arroyo que ejercían oficios de melonero, jardinero, zapatero y cantero, junto
con Diego Fiñán, despensero, hay que añadir a Juan de Herrera, labrador en
Peñaparda. Algunos de estos moriscos figuran en las relaciones que se hicieron
en 1595 y 1596, como del partido de los Vélez, caso de Bartolomé Hernández y
Juan y Hernán López, que habían casado con cristianas viejas, al igual que
Francisco García, del partido de Huéscar[6].
Notas:
[1] P. Huerga Criado, En la Raya de Portugal
(Salamanca, 1993).
[2] Informe del conde de Salazar sobre la expulsión de
los moriscos de Castilla, 4 de enero de 1611. A.G.S., Estado, leg. 235. En H,
Lapeyre, Geografía de la España morisca (Valencia 1986,312).
[3] Esta y las siguientes informaciones en A.M.C.R.
Grupo 36, Caja 1, doc. 21.
[4] Sobre el pontificado de Ruiz de Camargo nos
informa su contemporáneo G. González Dávila en su Theatro eclesiástico..
.Op. cit. (Salamanca 1618, 43-44).
[5] S. de Tapia Sánchez, La comunidad morisca de
Avila. (Salamanca 1991, 384).
[6] F. Sierro Malmierca, Op. cit. (Salamanca 1990, 53-63).