José I. Martín Benito
Cristo de las Batallas. Salamanca. Postal. |
El Cristo del Cid y del obispo Jerónimo
En la catedral de Salamanca hay un Cristo románico al que se denomina “de las Batallas”. El crucificado habría acompañado al Cid Campeador en los combates. Según la tradición, fue traído en 1102 por el obispo Jeronimus de Perigueux (Jerónimo de Perigord), cuando este se hizo cargo de la sede salmantina. Cuando murió el prelado, encima del arco de su sepultura se colocó “la sagrada Imagen de el Santisimo Christo de las Batallas, espada y estandarte con que el santo Obispo peleaba, y animaba á los soldados, y a quien el valeroso, y esforzado Cid atribuía sus victorias”. Estuvo en la catedral vieja hasta su traslado a comienzos del siglo XVII a la capilla de San Jerónimo, en la seo nueva (Bernardo Dorado, Compendio Histórico de la ciudad de Salamanca, 1776, pp. 104 y 460. La imagen estuvo allí hasta que se le hizo capilla propia detrás del altar mayor, a la que fue trasladada en 1734 (Op. cit. 527).
Gil González Dávila y su historia
Sobre esta imagen Gil González Dávila escribió y publicó una obra titulada Historia de la imagen del Santíssimo Christo de las Batallas, que está en la Sancta Iglesia Cathedral de Salamanca, impresa en 1615. El historiador hizo también referencia a esta imagen en el Theatro eclesiástico de las iglesias metropolitanas y catedrales de los Reinos de las dos Castillas (Madrid 1650), cuando se ocupó de la diócesis salmantina y de sus obispos. Concretamente, al referirse al retablo que pusieron en el arco donde fue sepultado el obispo Jerónimo, González Dávila escribió: "encima del colocaron la imagen del Santo Christo de las Batallas, que fue deste prelado, y se le dio este nombre por ser tradición constante, que entrava con el en las batallas que el Cid dio a los moros. Estuvo encima del arco espacio de 500 años, hasta que el de 1607, manifestó Dios con milagros la gloria desta imagen, en el mismo año y mes que los Moriscos de Valencia dieron fin a la conjuracion que tratavan contra la salud destas Coronas, y Reynos. Y escribi, por mandado de su Cabildo, la historia de esta santisima Imagen, que anda impresa" (238-239).
Sobre esta imagen Gil González Dávila escribió y publicó una obra titulada Historia de la imagen del Santíssimo Christo de las Batallas, que está en la Sancta Iglesia Cathedral de Salamanca, impresa en 1615. El historiador hizo también referencia a esta imagen en el Theatro eclesiástico de las iglesias metropolitanas y catedrales de los Reinos de las dos Castillas (Madrid 1650), cuando se ocupó de la diócesis salmantina y de sus obispos. Concretamente, al referirse al retablo que pusieron en el arco donde fue sepultado el obispo Jerónimo, González Dávila escribió: "encima del colocaron la imagen del Santo Christo de las Batallas, que fue deste prelado, y se le dio este nombre por ser tradición constante, que entrava con el en las batallas que el Cid dio a los moros. Estuvo encima del arco espacio de 500 años, hasta que el de 1607, manifestó Dios con milagros la gloria desta imagen, en el mismo año y mes que los Moriscos de Valencia dieron fin a la conjuracion que tratavan contra la salud destas Coronas, y Reynos. Y escribi, por mandado de su Cabildo, la historia de esta santisima Imagen, que anda impresa" (238-239).
Imagen devocional y milagrera
Fue una imagen que gozó de mucha devoción en la ciudad, a la que se hacían rogativas en tiempos de guerra y de peste, sacándole en tales casos en procesión con gran ceremonia. En 1609 se le dedicó al Cristo una gran lámpara de plata que decía: “Al Santisimo Christo de las Batallas Senado y Republica de Salamanca consagraron esta Lampara agradecidos á los muchos milagros, y beneficios recibicos, siendo Pontifice Paulo V, reinando Felipe III, obispo don Luis Fernandez de Cordoba, corregidor don Pedro de Ribera, dotóla la Ciudad por la salud de el pueblo salmantino. Año de 1609”
Pinturas murales de José Sánchez, 1615. Catedral Vieja. |
Exvotos. Catedral Vieja. José Sánchez 1615. |
Unamuno y el Cristo de las Batallas
Miguel de Unamuno se ocupó varias veces en sus escritos del Cristo cidiano. En 1912, en un artículo titulado “Salamanca” evoca al primer obispo de la diócesis enterrado “cerca de donde descansa el viejo y negro Crucifijo que el Cid llevaba en sus campañas, el Cristo de las Batallas.
Volvió sobre él el 9 de agosto de 1922 en un artículo titulado “El Cristo de las Batallas” publicado en “El Mercantil Valenciano” (Valencia, 1922): “En el altar de la Catedral Nueva de Salamanca, junto al sepulcro del obispo del Cid, hay un viejo Crucifijo negro, ceñudo, con los brazos a escuadra, al que se le llama el Cristo de las Batallas. Es de tradición que era el que llevaba en sus algaras y expediciones el Cid para armar el altar campestre en que se celebraba misa de campaña”.
Miguel de Unamuno. |
Según el escritor el crucifijo no despertaba la devoción popular y era más una curiosidad arqueológica. Tal vez se equivocaba el rector, pues él mismo cuenta como se le había hecho una novena. El oficio se enmarcaba en el contexto de la Guerra de Marruecos, un año después del desastre de Anual (1921) y de la rebelión del líder rifeño Abd-el-Krim, que dio lugar a una ofensiva rifeña y a una reacción española. “Frente a este crucifijo negro, rígido, envarado, se prosternan las madres salmantinas pidiendo que termine la algara de Marruecos, “donde las mezquitas son”, en alusión al Cantar de Mio Cid, cuando el de Vivar pensó llevar allí la guerra: “Antes tu minguado, agoro so/ que he aver a tierra e oro e onor/ Allá dentro en Marruecos, o las mezquitas son/ que abran de mi salto quiçab alguna noche”.
El 7 de octubre de 1922 Unamuno escribió “La oración de doña Jimena” en “De esto y aquello”. Sobre la plegaria, que ocupa los versos 220 a 365 del Poema de Mío Cid, termina diciendo el rector: “Esta oración, ¿la rezó acaso doña Ximena, ante este crucifijo negro, rígido, con los brazos en escuadra, curtido a soles y a hielos que con el nombre de Cristo de las Batallas se conserva hoy en una capilla de la catedral nueva de Salamanca junto al último sepulcro del obispo don Jerome, crucifijo del que es tradición que fue el que el Cid llevaba para los altares de campaña, en sus correrías? El de este crucifijo es un Cristo Martillo... ¿y es con todo, este Cristo de las Batallas, tan nuestro?" (Obras completas, III, 1039, octubre, 1922.
El Cid, obra de Juan Cristóbal González Quesada (1955). Burgos. |
Y un año después, volvía el rector sobre la imagen: “Hay aquí, en Salamanca, uno que dicen que llevaba en sus campañas el Cid, aquel guerrillero faccioso... – el Cristo de las Batallas es una advocación... muy poca cristiana” (Obras completas, IX, 1179, 1923), en lo que insiste cuatro años más tarde: “Un terrible Cristo que nada tiene de cristiano” (Hojas Libres, nº 6, septiembre, 1927).
La restauración de la imagen
Cristo de las Batallas, restaurado. Salamanca. |
Y es que, en efecto, la imagen fue restaurada y replicada. El Cabildo en abril de 2012 la retiró del culto y la depositó en el Museo catedralicio. En su lugar colocó una réplica que se hizo en un taller de Alcalá de Henares (La Gaceta de Salamanca, 23 abril 2012).
Otras advocaciones del Cristo de las Batallas
Esta advocación está también presente en las localidades salmantinas de Aldea del Obispo, Bermellar, Castellanos de Moriscos, Santiz, Cantagallo, Macotera, Montemayor del Río o Sequeros. Ya fuera de la provincia salmantina la enconramos en las cercanas ciudades de Ávila, Toro, Tordesillas, Palencia, Plasencia y Cáceres o en las villas de Rueda (Valladolid) y Santiago de Alcántara (Cáceres), entre otras.
Cristo de las Batallas. Sequeros (Salamanca). |
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