REINO DE LEÓN

domingo, 29 de octubre de 2017

Los cordobanes de Ciudad Rodrigo, una herencia moruna


LA INDUSTRIA DEL CUERO: EL AUGE HASTA EL SIGLO XVII

José Ignacio Martín Benito

Ciudad Rodrigo. Río Águeda, castillo y barrio de las tenerías.
Dentro de las manufacturas producidas por los artesanos en Ciudad Rodrigo durante el Antiguo Régimen cobraron justa fama las relacionadas con la industria del cuero, en especial los cordobanes. Su calidad era reconocida por propios y extraños y eran comparables a las lanas de Segovia, las sedas de Granada, los linos y cáñamos de Andalucía o el hierro y cobre de Vizcaya.

En la Península, tanto el cordobán como el guadamecí tienen su origen en la España musulmana, pues fueron introducidos por los árabes a partir del siglo VIII. La capital andalusí, Córdoba, de donde toma el nombre el cordobán, fue un gran centro productor del trabajo de la piel, junto con Sevilla, Toledo, Barcelona, Valencia, etc[1]. Junto con el guadamecí (técnica de trabajo artístico badana, esto es sobre piel de carnero u oveja ya curtida), el cordobán se hace sobre piel de cabra, curtida con zumaque; ambos constituyen las dos modalidades del trabajo artístico del cuero. En el caso del cordobán, el cuero se decoraba y ornamentaba con motivos repujados o grabados, a veces pintados y recamados de oro y plata; el cordobán se utilizaba en la fabricación de guantes, zapatos, sillas de montar, estuches y recubrimiento de muebles (arquetas, cofres, baúles, asientos y respaldos de sillones...) y debía su fama a su duración y elasticidad[2].

Trabajo del cuero. Cordobán.
El primer trabajo de la piel era el curtido. En Ciudad Rodrigo se hacía en las distintas tenerías dispersas por la ciudad, pero que se concentraban principalmente extramuros, entre la muralla y el río Águeda, por la parte del mediodía. Aunque en la ciudad hubo varias tenerías y fábricas de curtido, sólo una parte de las pieles eran destinadas al fino trabajo de elaboración de cordobanes. En varios casos, era la ciudad la que entregaba los solares a particulares para la instalación de las tenerías[3].

Al menos desde el siglo XV, el concejo de Ciudad Rodrigo ejerció un proteccionismo del sector de la piel, ordenando que los carniceros sólo pudieran vender fuera los cueros una vez estuviera abastecida la ciudad. Esto también afectaba a los recatones y curtidores a los que se prohibía la venta fuera de la ciudad sin la autorización del concejo[4]. De especial interés para la ciudad tuvo la decisión de los Reyes Católicos, expedida en Valladolid el 21 de agosto de 1475, por el que concedían a los habitantes de la ciudad y a sus arrabales el privilegio de celebrar un mercado franco los martes de cada semana. Entre los productos del país libres de alcabalas y otros tributos se señalaban también los cueros[5]. Las ordenanzas que fue dando el concejo se ocupó con frecuencia de los trabajos relacionados con la piel. Así, en 1604, se ordenaba que los curtidores y zapateros vendieran la suela enjuta y no la cortaran ladeada y que en los zapatos echaran las palmillas de suela y baqueta[6].


Guadamecí.
A Antonio de Brunel, que viajó por España hacia 1665, debemos una de las alabanzas de estos productos mirobrigenses. En el capítulo XXXVIII de Diario del viaje de España escribe: “Las más excelentes materias de todas las telas, las lanas de Segovia, las sedas de Granada, los cordobanes de Ciudad Rodrigo, los linos y los cáñamos de Andalucía, el hierro y el cobre de Vizcaya, los despojos de su ganado, de su terruño y de sus minas, deberían llenar las ciudades de artesanos de las mejores fábricas de Europa”[7].

(Contiuará)

Para saber más sobre estas técnicas:
https://www.ambar-muebles.com/blog/cordoban-y-guadameci-tradicion-y-artesania-decorativa/
Cordobán.


[1] J. FERRANDIS TORRES, Cordobanes y Guadamecíes. Catálogo ilustrado de la Exposición. Madrid 1955. Sociedad Española de Amigos del Arte, pp. 22-33.

[2] A. SOLER i COLOMER, “El cordobán y el guadamecí”, en El Arte en la piel. Catálogo de la exposición de la Fundación Central Hispano, 8 de octubre-30 de noviembre de 1998, pág. 33 y J. RIVERA et alii, Manual de técnicas artísticas. Madrid 1997. Ed. Historia 16, pp. 251-252. Entre la bibliografía sobre los cordobanes, cabe citar, además de la obra de FERRANDIZ TORRE, Op. cit. las de S. ALCOLEA, Artes decorativas en la España cristiana (hierros forjados y bronces. Orfebrería y esmaltes. Muebles y artesonados, cordobanes y guadamecíes, marfiles y azabaches. Tejidos, tapices y alfombras. Bordados. Ars Hispaniae. Vol. XX Plus Ultra, 1975. Asimismo, de manera más monográfica el Catálogo-guía: Exposición de cordobanes y guadamecíes. Madrid, mayo-junio 1943. Sociedad Española de Amigos del Arte; M. NIETO CUMPLIDO, Cordobanes y guadamecíes de Córdoba. Córdoba 1973 y C. AYCART, “Los cueros artísticos: cordobanes y guadamecíes”. Revista de Folklore. Valladolid 1981, pp. 11-17.

[3] Archivo Municipal de Ciudad Rodrigo. Sección 10, sub, 1, serie 3. nº caja 199, docs. 7 y 8. Copia de escritura de pensión de 5 maravedíes cada año contra Francisco de Alcalá y sus herederos sobre una tenería que esta ciudad el dio, año 1515 y escritura de 5 maravedíes de pensión contra Juan Garzón y sus herederos sobre un solar que le dio la ciudad para hacer tenería, ante Fernando de Chaves, 16 d enoviembre de 1515. Agradezco esta información a Tomás Domínguez Cid.

[4] A. BERNAL ESTÉVEZ, El concejo e Ciudad Rodrigo y su tierra durante el siglo XV. Salamanca 1989, pág. 396.

[5] J. L. MARTÍN, El Martes Mayor de Ciudad Rodrigo. Centro de estudios Mirobrigenses. Salamanca 1992, pág. 28.

[6] Archivo Municipal de Ciudad Rodrigo. Sección 11. Ordenanzas Municipales. Sub 1, serie 1, caja 201.

[7] J. GARCÍA MERCADAL, Viajes de extranjeros por España y Portugal. Salamanca 1999, Vol. V, pág. 360.

martes, 24 de octubre de 2017

Benavente hace 200 años

EN LA PROVINCIA DE VALLADOLID

José I. Martín Benito

Benavene, panorámica parcial. Comienzos del siglo XX.
Hasta la división administrativa de Javier de Burgos en 1833, gran parte del norte de la provincia de Zamora perteneció a la provincia de Valladolid: Los Valles de Benavente, Carballeda y Sanabria. Inlcuso los partidos de Viana y de La Mezquita (ahora en Orense). 

Entre 1826 y 1829 Sebastián Miñano y Bedoya publicó su Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal dedicado al Rey nuestro señor. Gracias a esta obra, el autor de Becerril de Campos (1779-1840) ingresó en la Academia de la Historia. Para la confección de su obra se valió, sobre todo, de la información que le suministraron los curas párrocos: “á cada uno de los cuales he escrito separadamente, pidiéndoles nociones ciertas y positivas de sus respectivos pueblos y de los inmediatos”, según declaraba él mismo; también le prestaron colaboración el director de la Academia, Martín Fernández Navarrete y el censor Juan Agustín Ceán Bermúdez.

En la voz Benavente, incluye tanto el partido judicial como la villa. Se incluía entonces Benavente en la provincia de Valladolid y tenía a su cargo 115 pueblos. Componían su población 619 vecinos y un total de 2.386 habitantes. Había 7 parroquias, 5 conventos (tres de frailes y dos de monjas), 3 hospitales, un pósito y una administración de correos, con casa de posta compuesta por 10 caballos.

Miñano cita los principales caminos. Referente a las viviendas de esta parte del país señala la “la pequeñez, la fealdad y el estado miserable y ruinoso de sus edificios. Hechos por la mayor parte de tapia ó de adobes”.


Benavente, parcial.
Sobre el paisaje que va desde Benavente hacia Galicia, Asturias y Madrid, Miñano indica un campo "árido, monótono y desagradable á la vista del viajante".


Os dejo el texto íntegro:

BENAVENTE: villa señorial de España, provincia de Valladolid, cabeza de partido de su nombre, con 115 pueblos de jurisdicción. A. M. de primera clase, con 2 ordinarios, subdelegación de policía, vic. foránea ; 619 vecinos, 2.386 habitantes, 7 parroquias, 1 pósito, 3 conventos de frailes y 3 de monjas, 3 hospitales, I cuartel, administración general de sal, tabaco y municiones, administracion principal de correos, casa de postas, con l0 caballos, administracion subalterna de loterias, sociedad económica. Situada á los 41° 59' 55" de latitud N. y á los 01° 57' 45" de longitud occidental del meridiano de Madrid en la estremidad de un terreno elevado, entre los rios Esla y Orbigo, cuyas márgenes domina desde unas 40 varas de altura. Su horizonte es muy despejado, singularmente desde el antiguo y fuerte palacio de los condes de este título. El clima es muy benigno, el terreno fértil y bien cultivado que riega una acequia. Hay 2 sotos de buenos álamos y negrillos. El campo de todos los pueblos en las inmediaciones de Benavente y aun á muchas leguas de distancia en la direccion que lleva el camino real de Madrid a Galicia y Asturias, es generalmente árido, monótono y desagradable á la vista del viajante, y á él se aplican las observaciones siguientes que el señor, Jovellanos comunicaba en carta que escribió á uno de sus amigos; "Agregue V. á esto la naturaleza del país que acabamos de atravesar, compuesto de inmensas llanuras de horizontes interminables, sin montes ni, colinas, sin pueblos ni alquerías, ni árboles ni matas, sin un objeto siquiera que señale y divida sus espacios y fije los aledaños de la observacion, y verá que es incapaz de ser reconocido de carrera, y que se resiste sin arbitrio al estudio y meditacion del caminante. Ni aun la forma del cultivo puede suplir como en otras partes este inconveniente. V. no ve por. esta línea de Madrid, particularmente, pasada la falda de Guadarrama, otra cosa que tierras y mas tierras de sembradío ó de viñedo, pero sin casas, cercas, vallados, ni arbolado, y que solo presentan á la vista, ó un yermo espantoso, cuando alzado el fruto ó cuando pendiente una escena inmensa de mieses y viñas, rica y magnífica á la verdad; pero tambien cansada por su uniformidad, que apenas puede sostenerse aun en la agradable estacion del año. Como no hay, edificios rústicos, ni linderos visibles que señalen la division de las propiedades, V. tampoco puede distinguir fácilmente lo bien de lo mal cultivado, ni saber á quien pertenece la aplicacion ó el abandono. Es pues imposible hacer una buena descripcion de este pais; y yo despues de recorrer los apuntamientos de mi diario, solo puedo sacar de ellos éstas melancólicas reflexiones y el triste convencimiento qué producen. Esto es por lo que toca al suelo; pero otro tanto se puede decir de los pueblos y mansiones. Quien llega á comer a una posada lleno de cansancio y fatiga, y solo tiene tiempo para dar una mirada muy de paso á tal cual objeto digno de ser visto: ¿qué es lo que podrá decir acerca de ellos?... Sin embargo una observacion general salta á los ojos al atravesar tantos lugares sucios y derrotados como hay en la línea, y es la pequeñez, la fealdad y el estado miserable y ruinoso de sus edificios. Hechos por la mayor parte de tapia ó de adobes, si se levantan con facilidad, con la misma se desmoronan á la simple accion del sol y de las lluvias. ¿Sabe V. que el orígen de este mal está en la falta de combustibles? Es verdad que escasean la piedra, la cal, la madera; pero ¿el ladrillo no remediaria esta falta si hubiese con que cocerle?” Es patria de fray Toribio de Montolinéa que escribió sobre las costumbres y usos de los indios. Dista 15 leguas de la capital y 12 y 1/4 N. de Zamora. Desde Villalpando á esta villa hay 7 horas de marcha militar, en cuyo intermedio se encuentran Cerecinos de los Barrios y la venta de San Estevan; y desde Riego hay 7 horas y ½ pasando por Moreruela, Santovenia, Villabéza y Barcial del Bárco. Desde Santasmartas hay 6 horas, en cuyo intermedio estan Sitrama, Colinas y Santa Cristina. Entre Benavente y el puente de Esla fue hecho prisionero por los ingleses en 1808 el coronel Lefebre‑Desnouettes que mandaba, un cuerpo de mamelucos del ejército de Napoleon Buonaparte. Contribución 178,340 rs. 10 maravedís. Derechos enagenados 98,221 rs.10 maravedís[1]

Prácticamente el mismo texto, con ligerísimas variaciones, recoge el Diccionario Geográfico Universal, Tomo I, Barcelona 1831 (pp. 860-861), por lo que nos abstenemos de incluirlo. Las siguientes voces que se recogen aparecen a lo largo de los diez tomos de la obra.
Panorámica de Benavente.

[1] S. MIÑANO, Diccionario… (1826), Tomo II, pp. 62-63. 

Para más información:

http://ledodelpozo.blogspot.com.es/2014/09/jose-ignacio-martin-benito-cronistas-y.html

jueves, 19 de octubre de 2017

La frontera entre España y Portugal


LA RAYA Y LAS FORTIFICACIONES

José I. Martín Benito 

Vista aérea de Ciudad Rodrigo.
La frontera hispano-portuguesa hunde sus orígenes en la Edad Media y, en concreto, en los tratados de Zamora (1143) Badajoz (1267) y Alcañices (1297) entre los Reinos de León y Portugal. Fue en este último, donde quedó prácticamente definida[1]. Tras diversos avatares, invasiones y conflictos en la Edad Media, los reinos de España y Portugal quedaron unidos en 1580 bajo la monarquía católica de Felipe II (I de Portugal) hasta la Guerra de Restauración o de Independencia de Portugal (1640-1668). El Tratado de Lisboa, que puso fin al conflicto, apenas modificó las fronteras peninsulares[2]

La denominada "Frontera de Castilla", como se la conoce en la Edad Moderna, se insertaba entre la de Galicia, al norte y la de Extremadura al Sur. El territorio iba pues desde la Alta Sanabria hasta El Rebollar, esto es desde la Sierra Segundera hasta la Sierra de Gata. Es este un territorio donde la línea fronteriza está delimitada por varios cursos fluviales, en especial los del Manzanas, Duero, Águeda y Turones, en un terreno muy accidentado, “aspero” y “fragoso” como lo denominan las fuentes militares.

Castillo de La Puebla de Sanabria.

A lo largo de esta línea, desde la desembocadura del Miño hasta la del Guadiana, se levantaban castillos y fortificaciones, cuyas fábricas databan de los tiempos medievales. La orografía del terreno condicionaron las entradas de las tropas por la denominada Raya húmeda, de modo que las principales plazas fronterizas se ubicaban en la Raya seca, esto es en La Puebla de Sanabria, al norte y en Ciudad Rodrigo al sur. Fue precisamente en el contexto del conflicto militar de la Independencia con Portugal cuando el Consejo de Guerra impulsará un sistema de fortificaciones abaluartadas en la frontera de Castilla: entre ellos, los fuertes de San Carlos en La Puebla de Sanabria y Carbajales de Alba, respectivamente, y el de La Concepción en Aldea del Obispo, junto con los refuerzos de La Puebla y de Ciudad Rodrigo. La réplica portuguesa a la construcción del Real Fuerte de la Concepción fue la fortificación de Almeida. El sistema de fortificación responde al modelo Vauban, y dibuja una estrella de doce puntas.

Almedia (Portugal).


[1] E. MEDINA GARCÍA: “Orígenes históricos y ambigüedad de la frontera hispano-lusa (La Raya)”. Revista de Estudios Extremeños. 2006, vol. 62, nº 2, pp. 713-724. R. CUNHA MARTINS: “La frontera medieval hispano-portuguesa (el punto de vista de la guerra)”. En Á. VACA LORENZO: La guerra en la Historia. Acta salmanticensia, 108. Salamanca 1999, pp. 95-114. M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ: “Las relaciones entre Portugal y Castilla del Tratado de Badajoz (1267) al Tratado de Alcañices (1297)”, en J. SÁNCHEZ HERRERO (coord.): El tratado de Alcañices: ponencias y comunicaciones de las Jornadas conmemorativas del VII centenario del Tratado de Alcañices (1297-1997). Zamora y Alcañices, del 8 al 12 de septiembre de 1997 /1999. Véanse también las actas de O Tratado de Alcanices e a importância histórica das terras de Riba Côa: actas do Congresso Histórico Luso-Espanhol, 12 - 17 de Setembro de 1997. Lisboa. Universidade Católica Editora, 1998.

[2] Ignoro el fundamento en el que se basan algunos autores para afirmar que, tras la Guerra de Independencia de Portugal, Hermisende y La Tejera pasaron a España, con el argumento de que en el levantamiento portugués de 1640 no reconocieron a don Joâo IV de Bragança por lo que, al acabar la guerra, quedaron sujetas a la corona española. Así lo manifiesta M. GÓMEZ MORENO: “Este pueblo [Hermisende] y Tejera tocan con Portugal, de la que se desgarraron, negándose a secundar la rebelión del Duque de Braganza”; vide Catálogo monumental de España. Provincia de Zamora. 1927, Tomo I, pág. 23. También lo hace Mª J. DE MOURA SANTOS: Os falares fronteiriços de Tras-os-Montes, 1987, pág. 89. Cierto es que Hermisende y La Tejera decidieron pasar a la soberanía portuguesa entre 1340 y 1342, lo que dio lugar a un litigio entre Alfonso IV de Portugal y Alfonso XI de Castilla y entre los concejos de Braganza y La Puebla de Sanabria; el rey castellano las reclamó en 1346 con el envío de embajadores a Portugal; sobre ello véase N. VIGIL MONTES: “Livro de demarcaçoes entre estes reinos de os de Castela e de contratos de pazes”, un cartulario para las relaciones lusocastellanas en la Baja Edad Media. Documenta & Instrumenta,13 (2015), pp. 133-165, en especial regesta de documentos 11-16, 18-19 y 23; digitalización del Livro de demarcaçoes en http://digitarq.arquivos.pt/details?id=4223191

Ver también J. L. MARTÍN: “Conflictos luso-castellanos por la Raya”. Revista da Faculdade de Letras. Historia, nº 15, 1 (1998), pp. 259-274. En el siglo XV tanto Hermisende como La Tejera pertenecían a Castilla y no a Portugal, como comprobó Mendo Afonso de Resende en junio de 1538, tras el reconocimiento de la demarcación fronteriza que hizo entre 1537-1538 por mandato del rey de Portugal. Las declaraciones de testigos consultados por Resende señalaron que estas dos poblaciones pertenecían a la jurisdicción de La Puebla de Sanabria, y lo venían siendo ya desde tiempo atrás. En efecto, Resende incluye una averiguación de 1450 procedente de Bragança en la que se afirmaba que Hermisende era de Castilla: “E que desde hahy [rio das Maças (Riomanzanas)] se syguiam os termos per marcos dyvisoes antre Bragança e Seabra que chegam a Ermesende que ora he de Castella e que n´alldea d´Ermesende avia dous bairos e per antr´elles ambos hiam hua agoa de Tuella e o bairo da parte daquem d´agoa era de Portugall e o outro de Castela”. Parece pues que a mediados del siglo XV San Ciprián de Hermisende –en la margen derecha del Tuela- pertenecía al reino portugués, mientras que Hermisende –en la margen izquierda- se incluía en el reino de Castilla. Ver Demarcaçoes de fronteira. Lugares de Tras-os-Montes e de Entre-Douro-e-Minho. Vol III: Humberto Baquero Moreno (Coordinador) e Isabel Vaz de Freitas (Índices y revisión paleográfica). Centro de Investigaçao e de Documentaçao de História Medieval. Universidad Portucalense-Infante D. Henrique, Oporto, 2003, pp.78, 80 y 84. De hecho, Hermisende formó parte de los bienes confiscados por el infante Alfonso de Castilla a Diego de Losada en 1465 y entregados al III conde de Benavente; I. BECEIRO PITA: El condado de Benavente en el siglo XV. Benavente 1998, pp. 187 y 209-210.

sábado, 14 de octubre de 2017

La Puebla de Sanabria y sus fortificaciones

LA VILLA SANABRESA A MEDIADOS DEL SIGLO XIX
 José Ignacio Martín Benito

La Puebla de Sanabria.
La villa de La Puebla de Sanabria, situada a orillas del río Tera, ha jugado un importante papel como plaza de frontera con Portugal. De ello habla no sólo su castillo, sino también toda una serie de fortificaciones, la de la villa y el fuerte de San Carlos.

En el camino del centro peninsular hacia Galicia, la villa fue y es un enclave en el Camino de Santiago, antes de pasar las montañas del Padornelo y La Canda.

Para su defensa, La Puebla de Sanabria contó dos dos cercas o líneas de murallas, que rodeaban el el cerro donde se asentó la población. Es probable que su origen se remonte a la alta Edad Media, aunque fue en 1220 cuando La Puebla adquiera un mayor protagonismo, sobre todo a raíz del fuero fuero por Alfonso IX de León. El castillo es obra de finales del siglo XV, levantado por mandato de Rodrigo Pimentel, conde de Benavente y señor de la villa.
En la Edad Moderna, siglos XVII y XVIII, las defensas se reforzaron, sobre todo en la zona norte, con un sistema abaluartado propio de la época, en el que trabajaron los mejores ingenieros militares de la Corona. Fue base de operaciones en las Guerras con Portugal, en especial en la de Indepedencia de este país (1640-1668), así como en la Guerra de Sucesión a la Corona de España (1700-1714).
En el Instituto de Historia y Cultura Militar de Madrid se conservan unas anotaciones sobre la posición geográfica de la villa y sus fortificaciones, firmada por Pedro Larrumbe. La data del documento es de 1845[1].



Puebla de Sanabria. Anotaciones sobre su posición geográfica e importancia militar con una pequeña idea de sus fortificaciones.
Castillo y murallas (La Puebla de Sanabria).

La Puebla de Sanabria, Villa de la Provincia de Zamora, está á dos leguas de la frontera de Portugal y á otras tantas de la de Galicia, en la direccion N.S de un cerro que vierte las aguas á los cuatro puntos cardinales: cuenta con novecientas almas: es pobre en su caserío, y pobre en sus producciones, que son algún centeno, patatas, lino, muy poca hortaliza y ninguna fruta: la consideran dividida en dos partes, llamando á la del norte Villa y á la del sur el arrabal, en que vive la mayor parte del vecindario: la baña por el E. el río Tera, por el norte el Castro, que se une á aquel cuasi á la parte N. de la poblacion , y por el O. un pequeño arroyo que se incorpora con el Castro, todos los caminos que conducen a esta villa son muy malos. 

 Su importancia militar es la de un punto fortificado en la frontera de un Reino vecino, con capacidad para dos compañías de á ochenta hombres de guarnición, cuyo objeto debe concentrarse á dar avisos: carece de cuarteles y todo otro edificio capaz de servir para alojamiento de tropas, por cuya razon no debe esceder de las dos compañías la tropa que se destine para guarnecerlo.

Puerta de la Villa.
Las fortificaciones en pié en la actualidad, consisten en una cerca de piedra y barro de cinco cuartas de espesor, la cual forma un ángulo casi recto en la parte E. de hacia el medio del largo de la poblacion con dos frentes, cuyas direcciones son, el uno de S. á N. En que hai un semi valuarte pequeño, terminado por una de las fachadas del castillo, y el otro de E. á O. terminado por un pequeño valuarte: este último frente divide á la Villa del arrabal, comunicándose ambas partes por una puerta próxima al ángulo; los estremos N. y O. de estos frentes estan unidos por una linea mas ó menos curba, según la configuracion del terreno, pero convexa hacia la campiña. Esta fortificacion es inaccesible por el N., E. y O. por la mucha pendiente del cerro en que se halla; y es accesible por el s. por la mayor suavidad de su pendiente: la muralla á cerca que defiende este frente tiene obstruidos sus fuegos por casas construidas dentro y fuera, pero arrimadas á ella y cuyos caballetes son mas altos que la muralla.

Castillo de La Puebla de Sanabria.
El castillo es un edificio de sólida construcción, mas propio para una prision que para una fortaleza; consta de dos partes ó recintos, uno dentro del otro; el esterior es un rectángulo con excrecencias rectangulares en los frentes ó fachadas del N. y O.; tiene torreones en los ángulos y en los frentes del N. y O. y tanto los torreones como los frentes estan adornados de almenas; pero son de ningun efecto los fuegos de fusilería que se dirijan de ellos, ya por que hallándose á mucha altura los del N. y O. con relacion al terreno que los rodéa, son los tiros muy fijantes y por consiguiente muy inciertos, ya por que los del S. y O. estan obstruidos por los edificios que tienen á su frente; en la parte E. de este castillo hai tres salones, cuya longitud es la de su fachada y su anchura como de seis varas, y estos son el único local de la población en que puede alojarse la tropa. El interior es otro edificio de base cuadrada y mas alto que el anterior, con los mismos inconvenientes que este para sus fuegos, pero en mayor escala; tiene salones de poca capacidad, mas propios para calabozos, que para alojamiento de tropas.

La parte arruinada de la fortificación, que rodea al arrabal, consta de dos lineas bastionadas en la dirección N. á S. convergentes hacia este último punto y ligadas por el lado S. con una cortina en la direccion E. á O.; estas lineas, según dan á entender sus ruinas, eran de piedra y barro y de cinco cuartas de espesor: hacia el medio de las corotinas que unen los bastiones, hai redientes sumamente pequeños: de las dos lineas, la del lado E. principia en la división de la Villa del arrabal y termina en la parte S. de este: la de la parte O. empezando en el estremo S. del arrabal, llega hasta la parte N. de la Villa, como obra esterior del recinto de ella, y se une con una cortina, que sale del costado izquierdo de una gran terraza situada como obra esterior que ubre la parte N. de la Villa; el costado derecho de la terraza está tambien unido á la cerca de la Villa por medio de esta cortina: delante de al cortina del S. del arrabal en la pequeña planicie de un cerro, que se eleva veinte varas sobre el nivel de la misma cortina, se notan los vestigios de un pequeño reducto.

De esta Villa se apoderaron los portugueses en 1710 y la devolvieron en 1715.



Paramentos de la muralla de La Puebla de Sanabria.

[1] Sección A, grupo XV, subrupo II 4081. Puebla de Sanabria. Sig. 6-1-4-4-. Rollo 70.

lunes, 9 de octubre de 2017

Maracaibo, Ciudad Rodrigo y Zamora


CIUDAD RODRIGO DE MARACAIBO (1569-1573)
NUEVA ZAMORA DE MARACAIBO (1574)

José I. Martín Benito 


Panorámica de Maracaibo (Venezuela).
¿Sabíais que la actual ciudad de Maracaibo (Venezuela) llevó el nombre de Nueva Ciudad Rodrigo. Fue entre 1569 y 1573 por disposición de su fundador, Alonso Pacheco, natural de esta ciudad. [1]
 
La ciudad de Maracaibo

Maracaibo, capital del estado Zulia, es hoy la segunda ciudad de Venezuela. Está situada en la costa occidental del Lago de Maracaibo, el más grande de América Sur. Ha sido un tradicional puerto comercial de la producción agropecuaria de su región, hasta que a partir de la segunda década del pasado siglo, el descubrimiento de petróleo, le convierte en el gran centro económico del occidente del país. El municipio de Maracaibo tiene una extensión de 392,80 Km.2, distribuidos en 18 parroquias y su población cuenta con 1.428.043 habitantes[2].
Lago de Maracaibo.

Nueva Ciudad Rodrigo

La ocupación por parte de los colonizadores europeos de la región del Lago Maracaibo fue más tardía que otras ciudades venezolanas, caso de Trujillo, Mérida, Coro o Caracas, debido en parte a los enfrentamientos con la población indígena. Tres intentos de poblamiento se sucedieron: el de 1529 de alemanes y españoles comandados por Ambrosio Alfinger; el de 1569-1573 de Nueva Ciudad Rodrigo de Maracaibo, llevada a cabo por Alonso Pacheco y el de 1574 de Nueva Zamora, de Pedro Maldonado.

En 1569, Alonso Pacheco Maldonado, con los poderes del gobernador de la provincia de Venezuela, Pedro Ponce de León, llevó a cabo una nueva fundación en la Laguna de Maracaibo, a la que bautizó con el nombre de Ciudad Rodrigo, su ciudad de origen, según refieren Rodrigo de Argüelles y Gaspar de Párraga en su informe de 1579:

“Llámose Ciudad Rodrigo en tiempo que el capitán Alonso Pacheco la tuvo poblada hasta que la despobló, por respecto que el dicho capitán era natural de Ciudad Rodrigo”[3].

En Nueva Ciudad Rodrigo se constituyó el primer Cabildo de Maracaibo, con lo que se legitimaba el asentamiento y su condición de ciudad. El cabildo lo componían dos alcaldes, tres regidores y un escribano[4]. Allí, Pacheco otorgó indios de las comunidades del sur del Lago en régimen de encomienda y, ante la resistencia de los indios quiriquires, solicitó a la Corona apoyo para introducir esclavos negros para la boga de los ríos Catacumbo y Zulia[5].

El fracaso de la fundación de Alonso Pacheco parece que pudiera encontrarse en no poder garantizarse el sustento de la población española, al no asegurar los abastecimientos de los Andes en manos de los indios contratados, así como en los enfrentamientos con la población indígena. Diego de Mazariegos, gobernador de la Provincia de Venezuela, refiere en 1573:

"… y en cuanto a estar poblada la Laguna de Maracaibo, conviene que lo esté al servicio de Dios y de su Majestad porque los indios de aquella provincia nunca han sido domesticados ni seguros y otra vez, habrá veinticinco años, que estuvo poblada, por el daño y muerte que los españoles recibían de los dichos indios, se despobló y al presente hacen los indios lo mismo matan… a los cristianos y esto es muy de ordinario, por todo lo cual es mi parecer que su Majestad permita y mande que aquella no se pueble porque sobre todo aunque estuviese poblada no se puede sacar de ella ningún provecho ni interés porque los naturales de aquella provincia son gente muy pobre que no se sustentan, sino es de mariscos; duermen todos en la ciénaga y sobre el agua en unos palos que arman a manera de lechos, no hay en la dicha provincia ningún género de metal ni algodón”.[6]
 
Navíos en el Lago de Maracaibo.
La despoblación 

Pacheco escribió al Rey dándole cuenta de su empresa y, en particular, de la dificultad de establecer la ruta entre la Laguna de Maracaibo y la ciudad de Pamplona, en el Nuevo Reino de Granada[7]. Los contratiempos producidos como consecuencia de la disminución del número de pobladores (de los 50 iniciales se había pasado a 30), los problemas de abastecimiento y los enfrentamientos con la población indígena, así como los informes desfavorables a la población de Maracaibo presentados ante el Gobernador Mazariegos, llevaron a Alonso Pacheco a tomar la decisión de despoblar Nueva Ciudad Rodrigo a finales de 1573[8].

No obstante, la empresa estaba iniciada y sólo un año más tarde el gobernador Mazariegos decidió la repoblación del lugar. De ahí, concluye el historiador Nectario María que “Alonso Pacheco es, pues, el verdadero fundador de Maracaibo”[9].

Barrio de Santa Lucía, antiguo emplazamiento de Nueva Ciudad Rodrigo de Maracaibo.

De Nueva Ciudad Rodrigo a Nueva Zamora (1574)

Tras el abandono de Nueva Ciudad Rodrigo por parte de Alonso Pacheco y sus gentes, al año siguiente fue comisionado para repoblarla al zamorano Pedro Maldonado. Este, que había formado parte de la expedición de Pacheco[10], hizo una llamada a los sobrevivientes de Nueva Ciudad Rodrigo, refundó la población con el nombre Nueva Zamora, en la que entraron 35 hombres y repartió la tierra entre 37 vecinos, respetando las encomiendas de Pacheco[11].

La ciudad se ubicó esta vez en la bahía de Maracaibo, en una zona donde la costa era uniforme y tenía características de puerto natural. Maldonado escogió para su asentamiento la desembocadura de la cañada del Calvario, en el centro de la bahía, buscando así la protección y el abrigo a las embarcaciones, al oeste del promontorio de punta Arrieta (puerto el Piojo).

Lago, con Maracaibo al fondo.
[1] J. SÁNCHEZ TERÁN le dedicó dos de sus “Fichas mirobrigenses”, concretamente las publicadas el 10 y el 17 de abril de 1960 en el semanario La Voz de Miróbriga, bajo el título: “Sabía usted… qué población americana llevó el nombre de “Nueva Ciudad Rodrigo”?

[2] Datos oficiales de la web de la alcaldía de Maracaibo: http://www.alcaldiademaracaibo.gob.ve/index.php?option=com_content&view=article&id=590&Itemid=26

[3] Descripción de la Laguna de Maracaibo, hecha por Rodrigo de Argüelles y Gaspar de Párraga (1579). Archivo Histórico Nacional. Diversos-Colecciones, 45, nº 15, fol 4 r.

[4] La composición del Cabildo en N. MARÍA: Los orígenes de Maracaibo, p. 309.
[5] A. URDANETA QUINTERO; I. PARRA GRAZZINA y G. CARDOZO GALUE: “Los orígenes de Maracaibo y el dominio del Lago: diversidad social y mestizaje”. Universidad de Los Andes. Procesos Históricos. Revista Semestral de Historia, Arte y Ciencias Sociales. Número 10. Julio 2006. p. 11 y ss. Mérida-Venezuela. p. 31 y N. MARÍA, Op. cit. p. 319.

[6] N. MARÍA, Op. cit. p. 325.

[7] Véase la carta reproducida en N. MARÍA, Op. cit. pp. 318-320.

[8] De ello dio cuenta el Gobernador Diego Mazariegos al Rey en una carta fechada en el Tocuyo (Venezuela) el 20 de diciembre de 1573. Reproduce la misiva N. MARÍA, Op. cit., pp. 327-328.

[9] N. MARÍA, Op. cit. p. 329.

[10] Maldonado formó parte como regidor del primer Cabildo de Nueva Ciudad Rodrigo. N. MARÍA, Op. cit. p. 309.

[11] El nuevo nombre de la ciudad se debe a que el gobernador Diego de Mazariegos era natural de la ciudad de Zamora, según el informe: “Descripción de la Laguna de Maracaibo”, hecha por Rodrigo de Argüelles y Gaspar de Párraga (1579). Archivo Histórico Nacional. Diversos-Colecciones, 45, nº 15.

miércoles, 4 de octubre de 2017

Una tarde en Coria

UNA GRIETA Y UNA BODA ANDALUZA EN LA CATEDRAL

Puente sin río, en Coria.
Han vuelto los viajeros a Coria después de más de veinte años. Poco ha cambiado el paisaje urbano. El puente sigue añorando el río que se fue, mientras que la catedral espera una restauración imposible. El ajado cartel de la Junta de Extremadura revela los esfuerzos de los hombres por dar una solución a la sempiterna grieta que raja de abajo a arriba el ábside de la seo. Al parecer, dicen los técnicos, la mole asienta sobre una falla que otrora desplazara el curso del Alagón.

Ajenos a los movimientos del subsuelo, los viajeros se topan a la entrada del sacro recinto con los preparativos de una boda andaluza. Y eso que estamos en el norte extremeño. De un coche bajan varias mujeres con vestidos de volantes y flores en el pelo, al tiempo que un hombre esgrime una guitarra. Todo ello presidido por una gigantesca tela que, a modo de sarga, cuelga desde un balcón plateresco, que anuncia la próxima visita del Papa a España. 

Pocas más personas se encuentran los viajeros esta tarde calurosa de julio. Las calles de la ciudad están desiertas. Sus habitantes deben ser de costumbres crepusculares o nocturnas, conocedoras del recio sol extremeño. O, tal vez, se recuperen de la resaca de la fiesta, delatada esta por las talanqueras y portones que jalonan, en calles y plazas, el recorrido del toro. El bullicio de San Juan ha dado paso al silencio del Carmen. No parece este un silencio recogido, devocional, sino más bien impuesto por los rigores del fuego del estío. Será que la mar queda muy lejos y, en todo caso, a ver quién es el valiente que se atreve a procesionar la mariana imagen –si la hay-, con la que está cayendo.

Los visitantes se asoman a la fértil vega del Alagón y a su antiguo lecho sin agua. Frondosas higueras y chumberas se desparraman por la ladera, tratando de esconder la basura acumulada por los años, arrojada por espíritus inmundos y olvidada por las munícipes conciencias.

Un solitario gato cruza la calle cerca del castillo de los Alba. Siempre hay felinos que se les cruzan a los viajeros, ya sea en Córdoba, en Óbidos o en Hydra. Pequeñas esfinges que sin embargo no permanecen estáticas esperando un interrogatorio, y eso que tendrían muchas cosas que contar de nativos y foráneos.
Castillo de Coria.
De ansias de amores inflamadas, recorren los viajeros el callejero. A pesar del nombre, la calle Oscura está llena de luz, y sin embargo algo siniestro les acecha. Un cartel les indica que tienen que tomar la crucial determinación de ir a la cárcel. No caben más opciones. Si se dirigen a la izquierda, irán a la Cárcel Real y si toman la derecha llegarán a la eclesiástica. No hay más escapatoria y optan por lo segundo, aunque entre la justicia del Rey y la de la Iglesia tanto da, pues el presidio sujeta las alas de los hombres. El penitenciario edificio es una construcción promovida en el siglo XVIII por el obispo García Álvaro, seguramente sobre otras prisiones anteriores, como reza una cartela explicativa. En esta ocasión, los enrejados de las ventanas no protegían a los de dentro, sino que les impedía su salida. Los viajeros se salvan por los pelos, pues a esas horas, con la que está cayendo, no hay guardias ni carceleros que les puedan atrapar ni recluir.

Así que, tal vez liberados por un ángel, por una calle de la que no recuerdan el nombre, llegan los viajeros a la amplia y solitaria plaza de San Pedro. Una gran palmera les recuerda que estamos en tierras sureñas, al otro lado de la Sierra de Gata, donde el clima es más suave en invierno y abrasador en verano. Sin otra compañía que sus sombras, salen de la ciudad vieja por el antiguo portón de las murallas. Bordean la cerca para volver al inicio del recorrido y poder tomar un refresco en la terraza de Casa Piro. Cuatro personas del lugar ocupan una mesa y cuando los viajeros dan las buenas tardes, una mujer se levanta para dar aviso al camarero. En eso estaban cuando un coche irrumpe en la plaza, tirado por dos caballos blancos, y conducido por dos cocheros con sombrero cordobés. Los pasajeros son los novios y padrinos, a los que esperan hace ya un buen rato en la catedral. 

Murallas de Coria.
 
Novios en coche de caballos.


16 de julio de 2011.