REINO DE LEÓN

jueves, 31 de mayo de 2018

Iglesias románicas de Benavente (1)

SANTA MARÍA DEL AZOGUE

José Ignacio Martín Benito

Introducción

Cabecera de Santa María del Azogue.
Del ingente patrimonio histórico eclesiástico desaparecido en Benavente en el pasado siglo XX (iglesias de San Andrés, de San Nicolás, de Renueva, conventos de Santo Domingo, de San Francisco, de Sancti-Spiritus, de San Bernardo, de Santa Clara) por mor de la especulación urbanística y la ausencia de una política de conservación, sólo quedan las iglesias de Santa María del Azogue y de San Juan del Mercado, ambas comenzadas a levantarse en los últimos años del siglo XII, dentro del estilo románico. También, extramuros, meros muñones del rico pasado histórico-artístico son la espadaña de la iglesia de San Lázaro y los escasos restos del monasterio de los jerónimos en la llamada huerta de don Pío.

Santa María del Azogue

La iglesia de Santa María del Azogue se halla ubicada en el centro de la ciudad y debe su nombre de “azogue” a la antigua celebración en sus inmediaciones del zoco o mercado. El templo comenzó a construirse en la época de la repoblación fernandina, en las últimas décadas del siglo XII. El muro exterior contó con cuatro puertas, la del oeste o de los Apóstoles, la del norte, la del mediodía o del Cordero y una cuarta, también al mediodía, hoy incorporada al interior del templo, al abrirse en el siglo XVIII la capilla del Nazareno.

Agnus Dei.
Se trata de un edificio de planta de cruz latina. El interior tiene tres naves de cuatro tramos, separados por pilares construidos en diversas fases. Presenta crucero muy saliente, lo que faculta que en el testero se dispongan cinco ábsides, de tamaño decreciente desde el central hacia los laterales, con ventanas abocinadas. Es obra que presenta varias fases de construcción. La más antigua, dentro del románico final, es la del testero y parte baja del crucero, con las portadas norte y sur, así como parte de los pies del templo y alzado de las naves. La fábrica es de sillares bien labrados, colocados a soga, de pizarra silícea en la cabecera y parte del crucero, similar a la que se empleó en el monasterio de Moreruela.

En el hastial que mira al mediodía se abre la puerta del Cordero, con programa iconográfico que alude al pecado original y a su redención por Cristo. Así, en el centro del tímpano se fijó un Agnus Dei, rodeado por un círculo, en torno al cual van cuatro ángeles turiferarios. En el centro de la primera arquivolta sitúase una cabeza de Dios Todopoderoso, flanqueada por el Tetramorfos; el arco se completa en el extremo de la izquierda con la representación de Eva desnuda y la serpiente susurrándole al oído la tentación, mientras que en el extremo opuesto se sitúa la Virgen pisando la cabeza del demonio.

La portada norte carece de tímpano y las arquivoltas llevan decoración de pinzas, rosetas, arquillos sobre baquetón y zig-zag con bolas. Una tercera portada se abre en la nave sur, dentro de la capilla de Jesús Nazareno, con arquivoltas lisas y tímpano con bajorrelieve a bisel que dibuja motivos florales.

Puerta norte. Santa María.
Interrumpidas las obras en el primer tercio del siglo XIII, estas no se retomaron hasta el último cuarto de esa centuria, durante el reinado de Sancho IV. En esta fase se levanta la parte alta del crucero -que se cubre con bóveda de crucería- y se completan los pilares y arcos que rematan las naves y la torre, que se encuentra sobre el brazo norte, ya dentro del gótico inicial, todo ello en piedra distinta y de peor calidad.
En el siglo XVI asistimos a nuevas obras; es entonces cuando se cierra la nave central con bóvedas estrelladas y se construye una capilla paralela a la nave norte, que luego, en el siglo XVIII pasó a ser sacristía. Este espacio se cubre con bóveda de cañón con arcos fajones que reposan en contrafuertes y en línea de imposta. La bóveda se cubre con finísimas yeserías y se refuerza con delgados arcos fajones que arrancan de emblemas heráldicos sostenidos por niños desnudos, acompañados de grandes veneras invertidas. Los tres tramos se decoran con casetones oblicuos, que llevan pomos en los cruces y motivos platerescos. Tanto estas yeserías como las que cubren las naves recuerdan las obras de los Corral de Villalpando.

En 1735 se levantó, en sustitución de la Puerta de los Apóstoles, la portada occidental de la que son autores los arquitectos Valentín Antonio de Mazarrasa y Juan Antonio Vélez. La construcción es de sillares de piedra caliza, procedentes de las canteras de Mota del Marqués. También se construyó durante esta centuria la capilla de Jesús Nazareno en el muro sur.
Escudo de los Pimentel.

El interior de la iglesia es un auténtico museo, no sólo por los retablos e imágenes, tanto en bulto como en relieve, de la propia iglesia, sino también por haber sido ésta receptora de las imágenes de otras parroquias y conventos que se fueron cerrando o despareciendo desde el siglo XVIII y cuyo patrimonio fue agregado a Santa María. Destacan las imágenes en piedra de Santa María, de finales del XII, el relieve de la Anunciación, del siglo XIII, un Calvario del XV y los sepulcros del crucero. Además, los diversos retablos, tanto de las naves como los de los ábsides, entre ellos el central, de la segunda mitad del siglo XVII, obra de Jerónimo de Campo Redondo. Cabe señalar también, además del órgano del siglo XVIII, los frescos de la bóveda de la capilla mayor con signos zodiacales, las armas de los Pimentel en el brazo meridional del crucero y el de un San Cristóbal del siglo XVI, entre otros.





Para saber más:

HIDALGO MUÑOZ, Elena: La iglesia de Santa María del Azogue de Benavente. Centro de Estudios Benaventanos "Ledo del Pozo". Salamanca 1995.

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