REINO DE LEÓN

martes, 28 de noviembre de 2017

Destrucción y pillaje, escapados y refugiados en las guerras con Portugal (2)

CORRERÍAS EN LA FRONTERA

José I. Martín Benito

Huida de vecinos. Detalle de El Coloso

Las autoridades civiles y religiosas solicitaron en varias ocasiones la ayuda de Felipe IV, ante la angustiosa situación[1]. Como escenario del campo de batalla y las avenidas del “enemigo portugués”, los caminos se hicieron inseguros, por lo que visitador diocesano Cristóbal de Melgar Pacheco tuvo que desistir de la visita a Fuenteguinaldo en 1647 y ordenar al beneficiado de El Bodón que le sustituyera[2]. Se temía las incursiones de los portugueses. En la visita que el magistral de Ciudad Rodrigo hizo a La Encina el 28 de octubre de 1651 fue informado que habían sido vendidos los novillos de las cofradías, “por causa del daño tan notorio de la guerra y riesgo de llevarlos el enemigo”[3]. Ese año los portugueses saquearon y quemaron varios lugares del campo de Yeltes, como Martín del Río, Boada, Castraz, Sancti Spiritus, Pedraza, Campocerrado, Retortillo y otros pueblos de Ledesma. Al año siguiente hicieron lo propio con Cespedosa, Herguijuela, Martiago, El Sahúgo. En 1653 incendiaron Vilvestre, Barruecopardo y El Sahúgo... [4].

Saqueo de soldados.

Los españoles hicieron lo propio. En octubre de 1642 se lanzaron al pillaje y destrucción de poblaciones como Escarigo, Almofala, Colmenar, Vermiosa, Mata de Lobos Y Torre de Frades. Como consecuencia de ello, los vecinos de Escarigo abandonaron la villa y se refugiaron en Castelo Rodrigo[5].

El grado de cansancio era tal que las autoridades civiles y eclesiásticas de la ciudad se dispusieron por su cuenta a concertar treguas con los portugueses, a espaldas de Madrid. Los contactos fructificaron en 1654, cuando el obispo de Ciudad Rodrigo acordó una tregua que, aunque no fue del agrado de Felipe IV, fue un alivio para los vecinos del obispado[6].

Pero el alivio duró poco. En 1655, “desde Ciudad-Rodrigo á Sevilla ha corrido el Portugués toda la raya, que son muchas leguas, llevándose más de 50.000 cabezas de ganado, y todo lo demás que de camino se ha hallado[7]. Ese mismo año, “el corregidor de Ciudad Rodrigo entró en Portugal con 200 caballos y 200 infantes; quemó algunas aldeas, volvió con 4.000 cabezas de ganado menor y 1.000 del mayor, muchas mujeres y niños para rescate, dejándolos por aquella parte bien castigados”[8]. Tres años después, en junio de 1658 tropas portuguesas de pie y de a caballo, entraron desde Almeida. Le salieron al paso los de Ciudad Rodrigo y Saelices “y le quitaron la presa y 63 caballos: mataron, apresaron muchos, huyendo los demás”[9].

Batalla de Montes Claros. Guerra de Restauraçao de Portugal.

[1] HERNÁNDEZ VEGAS, Mateo: Op. cit. II (Salamanca 1935, 197-202).
[2] HERRERO DURÁN, Agustín: Fuenteguinaldo en el espejo de su iglesia. Ciudad Rodrigo 1999, pág. 69, nota 10.
[3] Archivo Diocesano de Ciudad Rodrigo (ADCR). La Encina, sig. 910. Libro que contiene cuentas de las cofradías (San Sebastián, Vera Cruz, Nª Sª del Rosario, La Antigua, Santísimo Sacramento), de Fábrica y de la parroquial del lugar del Olmo. 1632-1657.
[4] NOGALES DELICADO, Dionisio: Historia de Ciudad Rodrigo, 1882.
[5] BORGES, Julio Antonio: Castelo Rodrigo. Passado e presente. Viseu 1999, pág. 95.
[6] VALLADARES, Rafael: Op. cit., 45-52.
[7]BARRIONUEVO, José:
Avisos (1654-1658), II, 237.
[8] BARRIONUEVO, José:
Avisos (1654-1658), II, pág. 123.
[9] BARRIONUEVO, José:
Avisos (1654-1658), IV, pág. 219.

jueves, 23 de noviembre de 2017

Destrucción y pillaje, escapados y refugiados en las guerras con Portugal (1)

EN LA TIERRA DE CIUDAD RODRIGO

José Ignacio Martín Benito


Refugiados de guerra.
Nos estamos acostumbrando a escuchar a diario noticias sobre desplazados y refugiados, personas que se ven obligadas a abandonar sus casas y sus aldeas huyendo de la guerra. Ocurre en otros países, en espacios más o menos lejanos, a los que nos asomamos a través de los medios de comunicación o de las redes sociales. Ocurre también que los seres humanos tenemos la capacidad de olvidar y de recordar. Acaso no somos conscientes que hubo un tiempo, reciente y pasado, en el que también nosotros, como pueblo, hemos sufrido y, en consecuencia, hemos buscado refugio ante situaciones adversas. Es un instinto por sobrevivir; una capacidad para resistir. Ese instinto y esa capacidad forman parte de nuestra memoria colectiva.

La situación fronteriza de la Tierra de Ciudad Rodrigo en la Raya de Portugal ha marcado secularmente las relaciones políticas, sociales y económicas de sus habitantes. A lo largo del tiempo, estas relaciones devinieron, en varias ocasiones, en enfrentamientos armados, lo que tuvo su incidencia en la seguridad de los vecinos, de sus bienes y haciendas. El pillaje, la quema de granos y el robo de ganados fueron prácticas comunes a un lado y otro de la Raya, lo que se tradujo en la huída y en la busca de lugares más seguros. Las consecuencias de ello fueron el hambre, la carestía, la despoblación y la ruina económica de los territorios rayanos. Sucedió en la Edad Media y también en la Moderna[1]. La mayor parte de las villas y aldeas de las comarcas fronterizas vivieron episodios de esta naturaleza.

Devastación y saqueos en la guerra de la Independencia de Portugal (1640-1668) 

Proclamación de D. Joâo IV como rey de Portugal.

La guerra de Restauración o de Independencia de Portugal fue un largo conflicto (1640-1668). R. Valladares la ha definido como una “guerra olvidada”[2]. Dado que la plaza de armas de Ciudad Rodrigo se convirtió en la vanguardia y en el centro de operaciones militares, su territorio sufrió los estragos y las devastaciones de la guerra. También lo sufrieron otros territorios rayanos al norte de lo que se conocía en la época como la frontera de Castilla. Ya hemos insertado aquí un post sobre el impacto de este conflicto en Sanabria y Tras-os-Montes. Y es que, en efecto, los pueblos fronterizos fueron los que más sufrieron. Pero también los alrededores de las plazas de armas. En 1642 los portugueses se llevaron ganado del mismo Arrabal del Puente (Ciudad Rodrigo) y de la aldea de Villarejo.

A mediados de los años cuarenta las tierras situadas alrededor de Ciudad Rodrigo llevaron la peor parte. Los propios soldados españoles se dedicaron a saquear, asaltar y vejar a los vecinos, los cuales se quejaron a Madrid. El enfrentamiento entre los propios soldados y entre éstos con los civiles había provocado casi cuarenta muertes violentas. 

Guerra de Restauración de Portugal. Azulejo.
El día de San Marcos de 1644 los portugueses incendiaron Fuenteguinaldo, al tiempo que los vecinos buscaban refugio en la iglesia. En 1646 y 1647, los excesos de los españoles y las entradas de los portugueses produjeron asaltos, saqueos y muertes por toda la comarca. En julio de 1647 los portugueses, tras fracasar en el intento de tomar el castillo de Gallegos de Argañán, corrieron las campiñas de El Ahigal, San Felices de los Gallegos y Dehesa de Medinilla, de donde sacaron "más de 700 cabezas de ganado vacuno, cerca de 50 machos arrieros, 12 o 14 caballos y mucha cantidad de ganado ovejuno y de cerda, que no alargándose mucho dicen montará la presa 20.000 escudos. No se pudo juntar gente para hacer alguna resistencia. Con este suceso está todo el Abadengo con grandes temores"[3]. Pocos días después se llevaron más de 600 cabezas de ganado vacuno de El Bodón. Ese mismo año, la villa de Hinojosa fue invadida por los portugueses, los cuales, al igual que en casos anteriores, se llevaron también varias cabezas de ganado, de lo que se lamentarían los vecinos por no disponer de animales de carga y tiro para labrar las tierras[4]. Todo ello aceleró la despoblación de muchos lugares de los Campos de Argañán y del Abadengo y su concentración tanto en la ciudad como en otros lugares fuera del obispado. Las incursiones continuaron durante los años siguientes.
Batalla de Montijo (1644). Azulejo portugués.

(CONTINUARÁ)

[1] De ello nos hemos ocupado en un trabajo anterior: MARTÍN BENITO, José Ignacio: (2002): “Las guerras con Portugal y su impacto en el obispado de Ciudad Rodrigo (siglos XVII-XVIII)”. Actas del Congreso de la Diócesis de Ciudad Rodrigo (16-19 de noviembre de 2000). Zamora, pp. 728-741.

[2] VALLADARES, Rafael: La Guerra olvidada. Ciudad Rodrigo y su comarca durante la Restauración de Portugal (1640-1668), (Salamanca 1998).

[3] El Presidente del Consejo Real, tras recibir los informes del corregidor de Ciudad Rodrigo. Citado por VALLADARES, Rafael: Op. cit. (Salamanca 1998, 42).
[4] GRANDE DEL BRÍO, Ramón: La villa de Hinojosa de Duero (Salamanca, 2001, pp. 88-91).

sábado, 18 de noviembre de 2017

"De grandes cenas..."

LA CONDESA GLOTONA

José Ignacio Martín Benito 

El rico Epulón y Lázaro. Anónimo, siglo XVII.
Sabido es que las mesas de los nobles estaban bien provistas de buenas viandas. Cuando Felipe II y su hijo el príncipe don Carlos, visitaron Benavente en 1554, el conde les obsequió con diversos manjares, tanto en la comida como en la cena. El cronista Andrés Muñoz se fija en los preparativos para una de aquellas cenas y cuenta: "Estaban otras tres mesas grandes, á la larga, en que habia veinte gentiles hombres del Conde muy bien aderezados, con sus toallas al hombro, trinchando pavos, perdices, capones, gallinas, tórtolas, pollos, palominos, cabritos, truchas, muchas diferentes maneras de pasteles reales, sin otros rellenos de aves: otros delicados y extraños servicios de leche, y ensaladas; y esto tan espléndidamente, que por no me detener no trato d´ellos. Tuvo de mesa el Conde aquella noche más de ochenta caballeros; de modo que hasta que las mesas fueron alzadas nunca se dejó de tocar de rato á rato los menestriles, y otras veces flautas y cornetas".

"Estaban en lo bajo, que es el patio, muchos retretes, que en los unos estaban las hachas y velas de cera blanca y amarilla, y en el otro el vino y el agua, en los otros las aves y carne, y en los otros las frutas y truchas, y en los demas cosas maravillosas, que ver de cada cosa d´esto la superabundancia era para dar gracias a Dios. Estaba á otra parte la cava, que es donde estaba la copa del Infante y agua y vino; y la panatería en otra, que es donde sale á ponerse la mesa para S.A. y están el pan y toda fruta".
Pintura valenciana, siglo XVII. Círuclo de Miguel March.

Como se ve, los Pimentel no escatimaban en el comer, ni para ellos ni para sus criados. Dicen que de casta le viene al galgo. Lo cierto es que cien años después de la visita real, el apetito no parecía haberse detenido en los titulares de la casa de Benavente. Pero ya se sabe que el comer en exceso tiene sus consecuencias y, en el caso que vamos a contar, fueron funestas.

La condesa de Benavente debía gustar de darle al paladar y comer en demasía. Tanto que comía al día cuatro pollas de leche, cocinadas de distinta manera. Una noche de finales del mes de enero de 1656 cenó una en gijote, esto es, guisada y rehogada en manteca de cerdo, y otra en pepitoria. Comió de ella 16 alones, pese que el médico le advirtió que era mucha cena, sobre todo teniendo en cuenta su edad. La condesa replicó al galeno que necesitaba dichas viandas para poder dormir. Vaya si durmió, tanto que no despertó. De lo que se colige que, como dice el dicho: “De grandes cenas están las sepulturas llenas”.

La noticia corrió como la pólvora y unos días después, Jerónimo de Barrionuevo, anotó en su dietario de “Avisos” lo siguiente:

Madrid y febrero 2 de 1656
Murió la condesa de Benavente, domingo en la noche. Fue el caso que esta señora se comía cada día cuatro pollas de leche en diferentes maneras. Cenó una en jigote y una pepitoria, comiendo de ella 16 alones, sin los adherentes acostumbrados de conservas y sustancias. Díjole el médico que la asistía que para su edad era mucha cena. Respondióle que sin esto no dormiría, e hízolo tan bien, que amaneció en el otro mundo, volando en los alones de las aves. Tenía hecho testamento, mandando no la enterrasen si muriese hasta passados tres días, por unos desmayos grandes y dilatados que le solían dar; y que la embalsamasen y llevasen su corazón al túmulo de su marido, que también se hallan ahora Belernos y Durandartes a cada paso. Dejó toda su hacienda a los Trinitarios descalzos, que dicen pasan de 100.000 ducados. Requiescant in pace” (Jerónimo de Barrionuevo: Avisos (1654-1658). Tomo II. Madrid 1969, pp. 244-245).
Ambiente aristocrático, siglo XVII.

Pero, ¿de qué condesa se trata? Isabel Francisca Benavides, marquesa de Jabalquinto y condesa de Benavente –por matrimonio con Antonio Alfonso Pimentel en 1637- murió en 1653; debía contar con 38 años. Muerta su esposa, el conde volvió a casar en segundas nupcias en 1658 con doña Sancha Centurión y Córdoba, que murió en 1678. El hecho de que el médico aconsejara que “para su edad, era mucha cena” nos sugiere que podría tratarse de la condesa viuda Antonia de Mendoza y Orense, con la que había contraído matrimonio en segundas nupcias el conde de Benavente Juan Francisco Pimentel (1584-1652), madrastra, por tanto, del nuevo titular de la casa Antonio Alfonso Pimentel. Sin embargo, Barrionuevo cita a la condesa en 1656, con motivo del traslado a Madrid del famoso Cristo de Benavente. Así que, hoy por hoy, el nombre de la condesa glotona es una incógnita.

Cocina (Bodegón), Ámsterdam, Rijksmuseum, de Alejandro de Loarte.

lunes, 13 de noviembre de 2017

Cartografía militar de la frontera hispano-portuguesa (3)

ANTONIO GAVER, INGENIERO DEL REY

José I. Martín Benito
Antonio Gaver. Ciudad Rodrigo. 1752.

En la segunda mitad del siglo XVIII se multiplican las labores cartográficas de los ingenieros militares sobre las tierras de La Raya. Y es que las difíciles relaciones entre España y Portugal llevaron a que la Corona española ordenara el reconocimiento de la franja fronteriza entre ambos países.

Tras la firma del Tratado de Límites con Portugal en 1750, se procedió a realizar varios trabajos sobre el terreno. Destacan, especialmente los del ingeniero Antonio Gaver, que levantó la cartografía de toda la frontera, desde el Guadiana hasta el Miño. El mapa y la memoria de la frontera portuguesa con Andalucía lo realizó en 1750[1]; al año siguiente elaboró los correspondientes a Extremadura en sus límites con el Alemtejo[2]; de 1753 data el mapa de la frontera entre Castilla con los territorios de Aveiro y Tras-os-Montes y los de la frontera entre Portugal y Galicia[3]. En esta cartografía se señalaban los vados que podían servir como paso entre España y Portugal, anotándose los puestos y fortificaciones, así como las alturas más inmediatas aptas para ser fortificadas, con las poblaciones próximas; se incluían las posiciones de Ledesma, Zamora y Benavente “que incluyendo Ciudad Rodrigo pueden en caso de irrupción servir de segunda línea de repuestos y puestos de reserva”[4]. En 1755 Antonio Gaver realizó el mapa de la frontera portuguesa incluyendo una parte de Andalucía, Extremadura, Reino de León y Galicia[5].

Gaver. Castillo de Trevejo, 1750.

Antonio Gaver. La frontera en Ayamonte, 1769.

En 1760 Gaver cartografió la zona correspondiente a la provincia de Castilla confinante con los territorios portugueses de Aveiro y Tras-os-Montes, previniendo que era copia del mapa que acompañaba a la relación realizada por el coronel ingeniero José Crane; en este trabajo, Gaver anotó las posesión de los puestos que se proponían fortificar y los lugares que servían de aduana[6]. Antonio Gaver realizó también entre 1751 y 1752 varios planos y perfiles sobre el estado y obras de fortificación en las plazas de Ciudad Rodrigo, La Puebla de Sanabria, Fermoselle y el Fuerte de la Concepción de Aldea del Obispo.[7]

Mapa parcial de la frontera hispano-portuguesa, con Ciudad Rodrigo, el fuerte de Aldea del Obispo y Almeida, 1752.
 



[1] Mª C. HEVILLA GALLARDO: “Reconocimiento practicado en la frontera de Portugal por el ingeniero militar Antonio Gaver en 1750”. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona, 2001. Vol. VI, nº 335; Mª S. PITA GONZÁLEZ: “La cartografía de la frontera hispano-portuguesa en el siglo XVIII: Trabajos de Antonio Gaver en la zona de Andalucía”.

[2] Catálogo de cartografía histórica de la frontera hispano-portuguesa. Archivo Cartográfico y de Estudios Geográficos. Centro Geográfico el Ejército, 2000, pág. 18.

[3] Catálogo de cartografía histórica de la frontera hispano-portuguesa. Archivo Cartográfico y de Estudios Geográficos. Centro Geográfico el Ejército, 2000, pp. 16 y 17.

[4] Catálogo de cartografía histórica de la frontera hispano-portuguesa. Archivo Cartográfico y de Estudios Geográficos. Centro Geográfico el Ejército, 2000, pág. 57.
[5] Catálogo de cartografía histórica de la frontera hispano-portuguesa. Archivo Cartográfico y de Estudios Geográficos. Centro Geográfico el Ejército, 2000, pág. 20.

[6] Catálogo de cartografía histórica de la frontera hispano-portuguesa. Archivo Cartográfico y de Estudios Geográficos. Centro Geográfico el Ejército, 2000, pág. 57.

[7] H. CAPEL et alii: Los ingenieros militares en España. Siglo XVIII. Repertorio biográfico e inventario de su labor científica y espacial. Barcelona 1983, pág. 202. Antonio Gaver describió los bienes de propiedad militar del concejo de Ciudad Rodrigo en el Libro de Registro y Reconozimientto (AMCR). Es el autor también del “Plano y perfiles de la plaza de Ciudad Rodrigo, arrabales y padastro inmediato y en línea de cordon Y Proyecto antiguo que se ideó para el Arrabal de San Francisco, y el que propongo lavado de amarillo a fin de dejar estta Plaza con mucho menos importe en estado de una regular defensa cualquier sittio formal”.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Cartografía militar de la frontera (2)

PEDRO MOREAU Y LOS TRABAJOS EN ZAMORA, CIUDAD RODRIGO Y LA PUEBLA DE SANABRIA

Jose I. Martín Benito

Pedro Moreau. Plano de la Puebla de Sanabria, 1743.
Los Pactos de Familia (1733, 1741 y 1761), que suscribieron las monarquías borbónicas de Francia y España, pusieron de relieve la necesidad de prestar más atención a los dispositivos de la defensa peninsular y, en consecuencia, a la frontera hispano-portuguesa. 
La reconstrucción del Fuerte de la Concepción en Aldea del Obispo se convirtió en la obra militar por excelencia en esta parte de la frontera. Destacan, especialmente, los trabajos de Pedro Moreau. Este ingeniero, que había realizado trabajos sobre las fortificaciones de Pamplona, Cádiz y Badajoz, fue destinado en 1735 a Ciudad Rodrigo como “delineador”; allí recibió el encargo de remodelar el antiguo fuerte de Aldea del Obispo y el reducto de San José[1]
Pedro Moreau. Ciudad Rodrigo, 1735.
Paralelamente, Moreau elaboró un informe sobre el estado militar del Campo de Argañán, donde se ocupa de los caminos, paso de ríos y arroyos, recursos del terreno, poblaciones, lugares que deberían fortificarse…[2]. El ingeniero se ocupó también de las plazas de Ciudad Rodrigo, Zamora y La Puebla de Sanabria[3], así como del fuerte de San Carlos en Carbajales[4]. De en torno a esas fechas (28 de junio de 1734) es también el plano redactado por Gerónimo Canobes sobre los proyectos para la fortificación de Ciudad Rodrigo, remitidos por el gobernador de la plaza al Consejo de Castilla[5].

Pedro Moreau. Cuartel de infantería para Zamora, 1737.


Pedro Moreau. Fuerte de San Carlos, en Carbajales (Zamora), 1739.


 (CONTINUARÁ)


[1] AGS. Guerra Moderna, Leg. 3638 y AGS MPyD, XXXI-7; XXXI-8: XXXIII-6; XXXIII-3; XXXXIII-5 y X-90.
[2] “Reconocimiento y visita de la frontera de Castilla, y Portugal, egecutada en el contiguo Campo de Argañán por el Coronel e Yngeniero en jefe D. Pedro Moreau” [12 de julio de 1735]. AGS. Guerra Moderna. Leg. 3638. Citado por F. R. de la FLOR: El fuerte de la Concepción y la arquitectura militar de los siglos XVII y XVIII. Salamanca 1987, pág. 103 y transcrito por el mismo autor en el apéndice de su obra: La frontera de Castilla. El fuerte de la Concepción. Salamanca 2003, pp. 271-282. De este autor véase también: “La ingeniería militar ilustrada y la frontera de Castilla”. Arbor CLXXIII, 683-684 (Noviembre-Diciembre 2002), pp. 553-583.
[3] Realizó un plano de Ciudad Rodrigo en 1735 (AGS. MPyD, XIII-136); un plano de la villa de La Puebla de Sanabria en 1741 (AGS. Secretaría de Guerra, Leg. 03392) y algunos más de la Zamora, como Porción del Plano de la Ciu[da]d de Zamora que demuestra la colocación del Quartel que propone su ayuntamiento construir en el Barrio de la Horta [1738] (AGS. Secretaría de Guerra, Leg. 3533). En Zamora, Moreau elaboró también una Porción de Plano de lX-90.
[2] “Reconocimiento y visita de la frontera de Castilla, y Portugal, egecutada en el contiguo Campo de Argañán por el Coronel e Yngeniero en jefe D. Pedro Moreau” [12 de julio de 1735]. AGS. Guerra Moderna. Leg. 3638. Citado por F. R. de la FLOR: El fuerte de la Concepción y la arquitectura militar de los siglos XVII y XVIII. Salamanca 1987, pág. 103 y transcrito por el mismo autor en el apéndice de su obra: La frontera de Castilla. El fuerte de la Concepción. Salamanca 2003, pp. 271-282. De este autor véase también: “La ingeniería militar ilustrada y la frontera de Castilla”. Arbor CLXXIII, 683-684 (Noviembre-Diciembre 2002), pp. 553-583.
[3] Realizó un plano de Ciudad Rodrigo en 1735 (AGS. MPyD, XIII-136); un plano de la villa de La Puebla de Sanabria en 1741 (AGS. Secretaría de Guerra, Leg. 03392) y algunos más de la Zamora, como Porción del Plano de la Ciu[da]d de Zamora que demuestra la colocación del Quartel que propone su ayuntamiento construir en el Barrio de la Horta [1738] (AGS. Secretaría de Guerra, Leg. 3533). En Zamora, Moreau elaboró también una Porción de Plano de la ziudad de Zamora que demuestra el Paraje en donde se ha combenido por el Gov[ernad]or D[o]n Ginés de Hermosa y Espejo, y el in
a ziudad de Zamora que demuestra el Paraje en donde se ha combenido por el Gov[ernad]or D[o]n Ginés de Hermosa y Espejo, y el ingeniero D[o]n Leandro Bachelieu, colocar el almazen de Polvora y cuerpo de Guardia [1737] (AGS. Secretaría de Guerra, Leg. 3290).
[4] AGS. Guerra Moderna. Leg. 3290 y MPyD, XIII-116. Moreau, que confirmó el estado de ruina del fuerte, propuso la demolición de buena parte de los edificios del interior, la reforma del glacis y la construcción de un reducto para defender el barranco contiguo, obras que no se llevaron a cabo. En 1770 era ya utilizado como cantera por los vecinos de Carbajales. M. A. HERVÁS HERRERA y M. RETUERCE VELASCO: “Intervención arqueológica en el fuerte de Carbajales de Alba (Zamora)”. Anuario del Instituto de Estudios Zamoranos “Florián de Ocampo”. Zamora 2000, pp.157-183 [pp. 158-159].
[5] AGS. Guerra Moderna. Leg. 3299. MPyD, XIV-87.

viernes, 3 de noviembre de 2017

Cartografía militar de la frontera (1)

Los ingenieros del Rey. Carlos Robelin
Vista aérea del fuerte de San Carlos (La Puebla de Sanabria).

La desconfianza mutua que presidió las relaciones hispano-portuguesas a lo largo de los siglos XVII y XVIII llevó a la monarquía española a encargar a sus ingenieros militares la elaboración de planos, proyectos, reconocimientos y descripciones en relación con la defensa de la frontera y de sus principales plazas y puestos más destacados.

Muchos de estos trabajos se remontan al siglo XVII en plena Guerra de la Independencia de Portugal, pero se reavivan sobre todo a lo largo del siglo XVIII.

Tras la Guerra de Sucesión a la Corona de España (1700-1714), se trazó una nueva administración militar en la frontera de Portugal, con las capitanías generales de Galicia, Castilla, Extremadura y Andalucía. La capital de la capitanía general de la llamada en la documentación de la época “Frontera de Castilla” se instaló en Zamora.
Cuartel en Ciudad Rodrigo, proyecto de Robelin.

Las plazas principales de esta parte de la frontera, desde Galicia a Extremadura, esto es, desde el Padornelo hasta la Sierra de Gata, fueron La Puebla de Sanabria, Zamora y Ciudad Rodrigo. Como fuertes, destacaron los de San Carlos (La Puebla de Sanabria), San Carlos (Carbajales de Alba) y La Concepción (Aldea del Obispo).
La Puebla de Sanabria y su entorno, por C. Robelin

Fuerte de San Carlos, Carbajales de Alba (Zamora), por C. Robelin.

Para el refuerzo de los sistemas defensivos, la Corona se valió de los ingenieros militares. Los más prolíficos en esta Capitanía general fueron: Primer tercio:

Primer tercio del siglo XVIII

- Carlos Robelin

Segundo tercio del siglo XVIII

- Pedro Moreau
- Antonio Gaver
- Cayetano Zappino
- Silvestre Abarca
- Juan Martín Zermeño 

Tercer tercio del siglo XVIII

- Giraldo de Chaves

- Florián Gerig y Julián Albo

Se trataba no sólo de defender el territorio, de una agresión portuguesa, sino también de vigilar el contrabando. Así “[será preciso] vigilar los desfiladeros, y finalmente cortar el ilizito comerzio que cada día practica aquella potenzia, en el corte de la madera de los montes altos y vajos,  señaladamente la Plaza de Almeyda, la qual no puede subsistir sin esta libertada facultad” (Reconocimiento de Pedro de Moreau, 1735).

Carlos Robelin

Ingeniero militar destinado en la frontera de Castilla. Nacido en Francia. En 1719 pasó al servicio del Rey de España. Ingeniero y lugarteniente del ejército.

Entre sus trabajos, cabe citar: Un “Proyecto general determinadas obras a realizar para poner a Ciudad Rodrigo en estado de Defensa (Zamora, 20 noviembre de 1721). En Ciudad Rodrigo proyectó dos cuarteles, uno de caballería y otro de infantería.

Entre 1721 y 1722 realizó varios planos sobre La Puebla de Sanabria y sus alrededores. En 1721 hizo un plano sobre el Fuerte de San Carlos (Carbajales de Alba). Diseñó también trabajos para la línea del Duero. De 1722 data un Plano de la villa y castillo de Fermoselle, hecho en Ciudad Rodrigo. Robelin realizó también planos de Zamora, Toro y proyectos de cuarteles en Zamora, 1721 y 1722.
Proyecto de fortificación de Ciudad Rodrigo. Carlos Robelin.