REINO DE LEÓN

martes, 7 de febrero de 2017

La armería del castillo de Benavente

LOS BELICOSOS INSTRUMENTOS

Armería del Palacio Real (Madrid).
José I. Martín Benito

Los cronistas y viajeros de los siglos XVI al XIX elogiaron y ensalzaron el castillo de Benavente. Repararon en su posición, en sus habitaciones, salones y artesonados, comparándolo con los alcázares de Granada y Sevilla. De todas las estancias del castillo-palacio les sorprendió, sobre todo, una: la armería. He aquí algunos testimonios.

Bartolomé Villalba y Estaña (1577) se hace eco de ello:

"Pues siguiendo nuestro Pelegrino los pasos de su guía, llegaron á la armería, la cual sin agravio de nadie, quitando la del Rey, es la mejor cosa que hay en España. Habrá en ella más de dos mil coseletes todos con el aderezo necesario y unos espejos que os podéis mirar en ellos, y otras muchas invenciones y géneros de armas, que nuestro pelegrino quedó muy pagado".
Armas siglo XVI

En elogios similares se expresaba Carlos Requesens (Microscomía y gobierno universal del hombre cristiano, 1595):

“La casa del conde que (dexando aparte su edificio maravilloso, y gran armada de diferentes armas, y llena de pinturas curiosas está) lo que toca a la vista de lexos y de cerca, deve de ser la mejor que oy ay en España”.

Rodrigo Méndez Silva (1645) alude también a ella: “Adornala, Fortaleza, fábrica del Conde don Rodrigo Pimentel, guarnecida de artilleria, armas, y otros belicos instrumentos”.


De los “belicosos instrumentos” da cuenta un inventario de 1655 “de todas las armas y alahas que se allaron en la Fortaleza y palacio desta villa de Benavente (AHN, Nobleza, Osuna leg. 727-8/66). Según esta relación, la armería se componía de cinco salas, en las que se encontraban petos y espaldares, morriones, escopetas turcas, empavesadas, mosquetones de muralla, arcabucillos, balas de yerro de artillería, ballestas, atados de flechas, coseletes, armaduras, qu
ijotes, rodelas, adargas, cuerpos armados de caballo con las armas y sillas de caballería, etc...
Armas siglo XVII

El historiador local José Ledo del Pozo (1753-1788) repara en ella, al referirse a la fortaleza:


“La fortaleza ó palacio suntuosísimo... Su fortificación de las mas poderosas según la declaración de muchos sabios ingenieros; y sus corredores, balcones, recibidores, antecámaras y salones espaciosos, adornados de piedras preciosas, mármoles, alabastros y pórfidos sirven de suspensión á cuantos la consideran atentos. Adviértese en ella la magnífica sala de las armas, muy dorada y vistosa, en la que se hallan esculpidos todos los blasones de las personas calificadas; y consérvanse en otras habitaciones mucha artillería, armas y otros bélicos instrumentos en número demas de dos mil cotaletes [coseletes], todos con el aderezo necesario, como único despojo del valor; con que los antiguos pelearon, siendo por esto en sentir de Villalba, Mendez, Castro y Teillero la mejor armería que tiene España entre las muchas y buenas..."
Rodela

El reverendo británico G. Martín Maber (1766-1843), de su paso por Benavente, dejó una descripción del castillo que reproduce el poeta inglés Robert Southey (1774-1843) en sus Cartas:


“Llegamos a Benavente (27 diciembre 1795) demasiado tarde para ver el interior del castillo. Maber sin embargo lo había visitado anteriormente, y copio su relato. Entramos por una pendiente gradual que llevaba a un claustro o columnata cuadrangular, desde la que se veía un patio, donde antes había habido una fuente. De ahí, atravesando un portal morisco, nos condujeron a un patio formado por tres arcos semicirculares, hasta una gran habitación decorada con estandartes, etc.. En la armería hay mosquetes antiguos, en los que el gatillo acercaba la llama a la cazoleta." 

El paso de las tropas británicas y francesas por la villa, en los últimos días de 1808 y primeros de 1809, con motivo de la retirada del ejército de sir John Moore hacia la Coruña, perseguido por la Grand Armée de Napoleón, deparó varias descripciones de la villa y fortaleza de Benavente. Sir Robert Kerr Porter, oficial que formaba parte del ejército de Moore, y que fue testigo del incendio de la fortaleza benaventana, quedó admirado no sólo por el castillo, sino también por la armería:
Coselete. Soldado con pica y espada.


“Benavente... Este celebrado château consta de incontables y magníficas habitaciones, y una hermosa capilla... Uno de los objetos más dignos de admiración es su armería. Cotas de malla, armaduras para caballos, escudos, yelmos, ballestas, y armas de toda suerte, talladas y taraceadas con gran arte, forman las riquezas de esta antigua tesorería de héroes. En resumen, no importa a donde volviéramos la vista, no percibíamos falta de mobiliario o añadidura que debiera pertenecer a la época de la caballería andante, a un castillo antiguamente residencia principesca de los guerreros más renombrados de España."

Otro de los testimonios es el de James Wilmot Ormsby (1808), capellán de Estado Mayor del ejército británico al mando de Moore.

“El castillo, que pertenece a la Condesa de Benavente, Duquesa de Osuna por matrimonio, es en gran medida el más magnífico edificio y la muestra más exquisita de la arquitectura morisca y gótica que he visto, y tiene unos quinientos años de antigüedad. ...Hay aquí una antigua armería, que contiene muchas y curiosas armas de destrucción y vestimenta de defensa. Algunas cotas de malla son de aspecto caro, y admirables en la ejecución."

La destrucción de la armería y la excavación arqueológica

El incendio del castillo-palacio en los últimos días de 1808 y primeros de 1809 fue también el “desaparecimiento de la armería del castillo”. En enero de 1838 el duque de Osuna y conde-duque de Benavente pretendía hacer averiguación para ver quienes pudieron recoger piezas o armaduras con el fin de poder recuperarse: “si hay en poder de alguna persona de ese pueblo, de las cercanías o de cualquiera parte algunas de ellas, o piezas sueltas o escudos, lanzas, mosquetes u armas de aquellas sean las que se fueran”. La respuesta que desde la villa se le dio al conde a 6 de febrero de 1839 fue la siguiente:

“Por virtud de los infinitos pasos dados por mi y por algunos amigos he podido conseguir el allar dos morriones de los pertenecientes a las antiguas vestiduras de yerro que existían en la armería de esta Fortaleza y que han estado sirviendo a vecinos de esta villa desde 1809 hasta esa fecha para sacer agua de los pozos ... He dispuesto que tres jornaleros hagan una escabación en el sitio de la armería y otro contiguo a ellas en donde según relación de un ancano devía existir una armadura completa de hombre montado a cavallo, sobre uno figurado de yerro con el objeto de ver si se puede encontrar”.

Sin embargo las excavaciones resultaron infructuosas: “Después de realizar la pequeña escabación de un estremo de la armería de esta Fortaleza, viendo no se encontraba ningún fragmento de las vestiduras que allí existieron antiguamente; en fuerza de diligencia he podido proporcionar una alavarda de yerro completa de las mismas que allí huvo y otro morrión de distintas figura que la de los dos que di conocimeinto” (12 de febrero 1839).

Finis gloria mundi

Para terminar este post, sirva el lamento que R. Ker Porter hizo de la fortaleza benaventana, tras el devastador incendio:

“Ay, pobre Benavente! ¿Con cuanta celeridad te robaron toda tu orgullosa posesión! ¿Con qué celeridad se vieron tus reales salones reducidos a la ruina que siempre es huella de un ejército en retirada”.

Para saber más:

MARTÍN BENITO, José Ignacio: Cronistas y viajeros por el norte de Zamora. Benavente 2004.

SIMAL LÓPEZ, Mercedes: Los condes-duques de Benavente en el siglo XVII. Patronos y coleccionistas en su villa solariega. Benavente 1998.


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