REINO DE LEÓN

martes, 20 de septiembre de 2016

Fernando II de León y la defensa de Ciudad Rodrigo

LA BATALLA DE LA PALOMA 

José I. Martín Benito

Fernando II de León. Tumbo A de la catedral de Santiago de Compostela.
Benavente y Ciudad Rodrigo son algo así como ciudades hermanas. Las dos deben su repoblación a Fernando II de León. La segunda recibió el auxilio del monarca desde Benavente.

La repoblación de Ciudad Rodrigo por Fernando II de León en la segunda mitad del siglo XII fue una ardua empresa que tuvo que hacer frente a su situación fronteriza, principalmente contra portugueses y almohades. En este contexto se sitúa la defensa que tuvo hacer el propio monarca en 1174, como narra el cronista Lucas de Tuy. El rey estaba comiendo en Benavente cuando recibió la visita de un canónigo de San Isidoro de León, quien le comunicó que un ejército moro atacaba Ciudad Rodrigo. El canónigo había recibido en sueños el aviso del mismo San Isidoro; el santo le había ordenado que fuera en busca del rey, al que encontraría en Benavente. Recibido el aviso, el monarca corrió presto a la defensa de Ciudad Rodrigo.


La ayuda celeste y el sueño como preludio de la victoria


Comunes son en la historia el recurso a la intervención de los cielos y de la providencia auxiliando a unos y a otros. Basta leer la Iliada de Homero para ver como el Olimpo de los dioses se dividía amparando a aqueos o a troyanos. La ayuda celeste se manifestó a través del sueño como una visión o manifestación de los poderes supraterrenales. Es este un recurso que se mantuvo desde la Antigüedad. Constantino enarboló el estandarte cristiano después de un sueño y, gracias a la celeste ayuda, venció a su rival Majencio en la batalla del puente Milvio (312),
Sueño de Constantino. Biblioteca Nacional de Francia.
s
egún los relatos de Lactancio y Eusebio de Cesarea. Santos bizantinos socorrieron a los cruzados. Y ya en España, el Apóstol Santiago trocó su esclavina y bordón y se convirtió en aguerrido soldado contra las huestes musulmanas, primero en Clavijo (Crónica General) y luego apareciéndose -también en sueños- al peregrino y obispo griego Esteban, para decirle que al día siguiente abriría las puertas de la ciudad de Coimbra para las gentes de Fernando el Magno
(Codex Calixtinus, Lib. II, XIX). También un sabio obispo hispalense de época visigoda, Isidoro de Sevilla, fue reconvertido en " Christi miles", en el avance del Reino de León hacia el sur peninsular (recuérdese al santo blandiendo la espada en el Pendón de Baeza y en las portada de su Colegiata legionense).

Las “intervenciones” isidorianas animan y justifican la expansión del Reino de León, seguro de contar con la protección celestial. Lucas de Tuy, que escribió en la tercera década del siglo XIII –durante el reinado de Alfonso IX de León- recurre varias veces a la ayuda que San Isidoro presta a los monarcas leoneses en las empresas militares. Así, en sus Milagros de San Isidoro, escrita en 1223, el obispo tudense y cronista real, describe diversas apariciones del santo hispalense anunciando los triunfos militares por venir en la lucha de las tropas leonesas contra los moros.
El formato de la aparición isidoriana suele ser el mismo: el santo se aparece en sueños, bien al rey, a miembros de su familia, o a terceras personas para que estos lleven la nueva al monarca o la difundan. Así, en la víspera de la toma de Baeza (1147) por Alfonso VII, Isidoro se aparece al Emperador mientras este dormía y anuncia el triunfo.

 Antonio Sánchez Cabañas, autor de la Historia civitatense, que data del siglo XVII, al referirse en uno de sus manuscritos al ataque almohade de 1174 contra Ciudad Rodrigo, al mando de Fernando Rodríguez el Castellano, relata que, en la defensa que de la ciudad hicieron las tropas comandadas por el rey Fernando II de León, en un momento de la batalla se vio descender del cielo una paloma blanca que se posó en el yelmo del monarca, donde permaneció durante el tiempo que duró la lucha[1].

Diversos autores posteriores han narrado también este episodio, entre ellos -ya en el siglo XX- Jesús Sánchez Terán en sus Fichas mirobrigenses y Mateo Hernández Vegas en su Ciudad Rodrigo. La catedral y la ciudad. Pero, ¿cuáles son las fuentes de esta leyenda?

Ciudad Rodrigo: el origen de la leyenda de la paloma.

Batalla entre cristianos y musulmanes. Miniatura medieval.
Las fuentes de esta leyenda son las crónicas y otras fuentes medievales cristianas del primer tercio del siglo XIII, esto es unos 50 años posteriores al acontecimiento que se narra. Según refieren las crónicas, tanto de Lucas de Tuy como de Rodrigo Jiménez de Rada, el rey Fernando II de León habría corrido en defensa de Ciudad Rodrigo ante el ataque de un ejército almohade y habría librado una batalla contra los atacantes.
En esta batalla, el Tudense hace intervenir a la providencia. San Isidoro se habría aparecido al canónigo de su Colegiata de León y presbítero don Martino, mientras este oraba en su iglesia, para anunciarle que avisara pronto al rey –a la sazón en Benavente, para que fuera pronto a socorrer Ciudad Rodrigo, pues “viene gran multitud de moros a tomar aquella ciudad”; el propio Isidoro compromete su ayuda: “yo seré con él, y el bienaventurado apóstol Santiago, y los moros serán quebrantados y desbaratados y huirán del rey. Yo soy Isidro, patrono tuyo, y no tardes en ir, porque el rey hará luego con voluntad agradable lo que de mi parte le dirás” (Milagros de San Isidoro, León 1992, p. 83-84).


Así pues, la leyenda procede de Lucas de Tuy, concretamente del Libro de Los Milagros de San Isidoro. El Tudense escribió esta obra en 1223, un año después de entrar como abad en la colegiata isidoriana Don Martino, que le mandó escribir este libro. Entonces Lucas era canónigo, antes de ser promovido a la sede tudense.

En la Colegiata de San Isidoro de León hay un manuscrito con el texto original en latín del Liber de Miraculis S. Isidori, con la signatura LXI, así como un manuscrito con la transcripción en romance, del siglo XVI (signatura LXII). Esta versión al romance del Bachiller Juan de Robles se imprimió en Salamanca el año 1525, con el título: Libro de los miraglos de Sant Isidro arzobispo de Seuillia / Primado et doctor excellentissimo de las Españas succesor del / apóstol Santiago en ellas con la hystoria de su vida et fin, et de su / traslacion, et del glorioso doctor sancto Martino su caninogo et compañero. En que se contiene muchas cossas deuotas et provechosas / para la conciencia; et para saber las antiguedades de España.

Pendón de Baeza.
Los canónigos de San Isidoro publicaron una nueva edición en 1732, con el título "Vida y portentosos milagros del glorioso San Isidro, arzobispo de Sevilla", que transcribió la versión castellana de Robles de 1525. En 1947 el abad Julio Pérez Llamazares publicó otra edición. En 1992, con prólogo del abad Antonio Viñayo se publicó otra, bajo el título "Milagros de San Isidoro".
La referencia a Ciudad Rodrigo está en el capítulo XLIV: "Cómo San Isidro envió una embajada al rey Don Fernando, que fuese a socorrer a Ciudad Rodrigo, porque los moros venían sobre ella, y del milagro que sobre esto acaeció".
No transcribo todo el capítulo, mucho más extenso que la versión del Chronicom Mundi; sólo adjunto unas líneas:
.. Y como los de la ciudad vieron así a los moros ir huyendo, esforzáronse tanto que hasta las mujeres salieron tras de ellos, y con palos y mazos los herían y despedazaban así como a animales, y lo que más esfuerzo puso a los cristianos y grande temor a los moros fué, que vieron todos bajar del cielo una cosa como paloma muy blanca, la cual se asentó y estuvo puesta sobre el capacete del rey Don Fernando mientras peleaba.
Así que, ya sabemos de dónde tomó Sánchez Cabañas la leyenda de la paloma, de la edición impresa por Robles en 1525 de Los milagros de San Isidoro, de Lucas de Tuy, como, por otra parte, él mismo reconoce.
 En el Chronicon Mundi no se explaya tanto como en Los Milagros, pero alude al socorro del rey auxiliado por el apóstol Santiago y San Isidoro: 
"Per iden fere tempus era cum sarracenis vir nobilis et potentissimus nomine Fernandus Rodericie Castellanus. Hunc sarraceni miserunt ad evertendam populationem novam, scilicet civitatem  Roderici. Rex autem Fernandus eo tempore erat Benaventi. Beatus autem Isidorus apparuit cuidam canonico et thesaurario monasterii sui nomine Isidoro, et mittens cum ad regem Fernandum, significavit ei adventum sarracenorum, dicens, quod cito rex Fernandus obviaret, et sanctus Iacobus Apostolus in certamine illo forent cum eo. Quo audito velociter perrexit rex Fernandus cum paucis christianorum, et inito certamine cum sarracenis statim vicit eos; et tantam ex illis prostravit multitudinem, quod prae numerositate indicibili non poterar numerari".

La paloma blanca y el mensaje de los cielos

El recurso a animales que dan consejo o son señales de la protección celeste cuenta con una honda tradición. Basta recordar la burra de Balam (Núm. 22, 28-30) o la cierva que hablaba al oído al general romano Sertorio, en las campañas ibéricas. También en la batalla de Legnano (1176), cerca de Milán, entre las tropas del emperador Federico Barbarroja contra las de la Liga Lombarda, dos palomas blancas se posaron sobre las insignias de Lombardía. La batalla se saldó con la victoria de las tropas lombardas.

A la batalla de las Navas de Tolosa (1212) está ligada la leyenda de la Virgen de Cuadros de Bedmar (Jaén). La antigua imagen habría sido traída por soldados de la villa de Cuadros (León) que participarían en la batalla como vasallos del rey de Castilla. El icono mariano fue ocultado y mucho tiempo después (1431) su lugar fue revelado por una paloma a un pastor de Jódar[2]
También, cuando en 1475 se asentaban las vistas entre Eduardo IV de Inglaterra y Luis XI de Francia para establecer las treguas, una paloma blanca se posó en la tienda del monarca inglés, lo cual fue interpretado por los presentes como que el Espíritu Santo había hecho las paces[3].
Recuérdese que fue una paloma la que indicó a Noé que el Diluvio había terminado. "Desde que Noé despacho sus mensajeros de la arca, por exploradores de la tierra, fue la paloma nuncio de salud y de paz y el cuervo de muerte y guerra" [3]. La paloma está ligada asimismo a las leyendas del ciclo artúrico; en la fiesta que dio el rey Pelles para celebrar la liberación de su hija cautiva por el dragón, se apareció una paloma que llevaba en el pico un incensario que impregnó la estancia de un olor maravilloso, como preludio a la aparición de una doncella que llevaba en la mano un copa (el Santo Grial)[4].
Téngase también en cuenta que en la tradición cristiana la forma de representar al Espíritu Santo es, precisamente, bajo la de una paloma blanca. De algún modo, cabría interpretarse, pues, que la presencia de la paloma trata de justificar el mensaje o la ayuda de los cielos. Y así, en el caso de la leyenda de Ciudad Rodrigo, el rey Fernando II de León habría abortado el ataque almohade gracias al Espíritu Santo y a la intercesión y aviso de San Isidoro; un santo fue venerado en las ciudades del Reino, con iglesias en León, Zamora y Ciudad Rodrigo, entre otras[5].

El monumento a Fernando II en Ciudad Rodrigo


Monumento a Fernando II. Ciudad Rodrigo.
Este monumento, levantado en 1961 al cumplirse el VIII Centenario de la institución de la Diócesis civitatense, es obra del escultor zamorano José Luis Núñez Solé. Está fabricado en relieve sobre piedra arenisca y representa al rey Fernando II de León, en posición jerárquica sobre representantes de los tres estamentos: nobleza, clero y campesinado.
El escultor, conocedor de la leyenda transmitida por la historiografía mirobrigense, situó una paloma a la altura de la cabeza del rey. Sobre este monumento véase http://rodericense.blogspot.com.es/2014/11/el-monumento-fernando-ii-de-leon.html


[1] Historia de Ciudad Rodrigo. Originalmente escrita por don Antonio Sánchez Cabañas (siglo XVII). Comentarios actualizados  de José Benito Polo. Salamanca 1967, pp. 41-42.

[2] Leyendas similares se encuentran por otras partes de la geografía española, como la referente la ermita de la Trinidad en Iturgoyen (Navarra): P. ARGANDOÑA: “Leyendas y cuentos de Lezaun (Navarra)”. Cuadernos de Sección. Antropología-Etnografía 11. (1994) p. 71-118. http://www.euskomedia.org/PDFAnlt/zainak/11/11071118.pdf

[3] Las Memorias de Felipe de Comines, señor de Argenton de los hechos y empresas de Luis undecimo y Carlos octavo, Reyes de Francia traducidas de frances con escolios propios por don Ivan Vitrian, prior y provisor de Calatayud, asesor del Sancto Officio y capellan del Rey Nuestro señor, dirigidas a su sobrino el señor don Ivan Vitrian presidente de La Española, cavallero de la Orden de Calatrava. Amberes, 1643, pág. 330.

[5] La diócesis de Ciudad Rodrigo tiene como patrón a San Isidoro; el santo, contó con una iglesia dedicada en la ciudad; desaparecida esta, la advocación isidoriana pasó a la iglesia de San Pedro. En la diócesis, San Isidoro tiene otra iglesia bajo su advocación en Paradinas. En la diócesis de Zamora, además del templo de la ciudad, al santo se le dedica la parroquia de Casaseca de Campeán. En la de Astorga, en las parroquias de Castro de Sanabria (Zamora) y Posada y Torre de la Valduerna (León).

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