REINO DE LEÓN

domingo, 8 de enero de 2017

La influencia morisca en la época de los Reyes Católicos (1)

La monarquía hispana y la estética del lujo y la ostentación

Salón de Embajadores. Alcázar de Sevilla.
José I. Martín Benito

La asimilación de elementos hispano-musulmanes en la España cristiana dio lugar al mudejarismo. Pero este no sólo consiste en la trasposición de técnicas y materiales constructivos a la arquitectura civil y religiosa, o el uso de mano de obra mudéjar en las edificaciones, sino también en la reproducción de los modelos andalusís.

Al menos, desde la Baja Edad Media, la monarquía hispana tuvo en lo morisco un referente para expresar sus aspiraciones de magnificencia, conforme a una estética asociada al lujo y la ostentación. Es lo que ocurre en obras áulicas, como el  palacio de Pedro I (de León y Castilla) en el Alcázar de Sevilla (reformado por los Reyes Católicos) o el palacio de Pedro IV (de Aragón) y el los Reyes Católicos dentro de La Alfajería de Zaragoza. Y es que, en efecto, la fastuosidad de las cortes musulmanas se convirtió en un referente a imitar por las cortes cristianas hispánicas y, como tal, fue adoptada. Y esto se dio no sólo en las cortes reales, sino también en las aristocráticas. Un ejemplo de ello fue el desaparecido castillo-palacio de los condes de Benavente, donde lo mudéjar, con alicatados, yeserías, azulejos y techumbes de madera, se imponía en la construcción.
Castillo-palacio de los Condes de Benavente.

En el reinado de los Reyes Católicos el propio modelo gótico-flamenco (europeo) convivió con la tradición hispánica (mudéjar). Y en ocasiones convivieron en un mismo edificio, como bien se refleja en San Juan de los Reyes de Toledo.

La atracción hacia lo morisco pervivía en los ambientes domésticos. Se mantenía la costumbre de sentarse en el suelo con las piernas cruzadas, sobre tarimas o estrados cubiertos con alfombras, guadamecís y almohadones. El viajero alemán Jerónimus Münzer, que viajó por España a finales en 1494-1495 dejó constancia, en su visita a Granada, de que el alcaide de la ciudad, Iñigo López de Mendoza, “los hizo sentar sobre alfombras de seda y mandó traer confituras y otras cosas”. También sabemos que la propia Reina Isabel la Católica, recurría, en su ámbito privado, al uso de estrado en sus aposentos, conforme a la tradición morisca.

Este gusto por lo morisco se reflejó en la indumentaria, en el mobiliario y en la decoración de los palacios, en los juegos de cañas y aún en la tendencia a coleccionar animales en cautividad, como iremos viendo en diversos post que iremos subiendo a este blog.

Techumbre del salón del trono. Aljafería de Zaragoza.
Decoración del palacio de Pedro IV. Aljafería de Zaragoza.
Próxima entrada: El gusto por la indumentaria morisca 

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